viernes, 28 de febrero de 2014

Decisiones con Consciencia de Amor

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación

TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ

Cuarta reunión: Guadalupe, 28 de febrero de 2014

Autoconocimiento III Parte:
Decisiones con Consciencia de Amor

Por María Antonieta Campos

Tomamos decisiones cada día para adaptarnos a las demandas del ambiente y sobrevivir, en el mejor de los casos nuestras decisiones se enfocan en la posibilidad de sentirnos plenos y felices, pero muchas veces nos gana el ambiente con sus demandas y nos pone a correr a tal punto que olvidamos nuestro propósito de vida; algunos ni siquiera han aclarado cuál es ese propósito y avanzan por la vida como un barco sin timón.

Definir nuestro norte es fundamental para poder avanzar de manera segura y satisfactoria. Para muchos de nosotros ese norte está marcado por Dios, por la Divinidad, por el Ser Supremo; nuestro sentido de vida trasciende a este mundo y esta vida, va más allá de nuestro cuerpo y entorno inmediato y nos ubica como una parte de la esencia completa del universo y como seres ligados al todo y a la eternidad. 

Somos seres eternos. Los cristianos creemos que somos parte de esa eternidad de espacio y tiempo por Cristo Jesús y vivimos de acuerdo a sus enseñanzas y el propósito de vida que Él ha marcado: El propósito es que seamos testigos de Él que reflejemos la gloria de Él de tal manera que todos puedan verlo para que reciban también salvación; es decir, una vida abundante y eterna llena de verdad, libertad, justicia y paz.

Muchas veces creemos que nuestras decisiones son las que van a definir si las personas ven la gloria de Dios en nosotros, pero la realidad es que si así fuera, la gloria sería nuestra y no de Él.  No, Dios no es tan pequeño como para depender de nuestra conducta para  que otros le reconozcan, más bien, Él es grande y es poderoso, Él es Amor. Su perfecta esencia, es decir, Su perfecto amor actúa en nosotros cada vez que nos acercamos a Él y de forma natural ese poder se refleja en nosotros y los demás lo ven.

No se esfuerza un espejo por reflejar las imágenes frente a Él, así es nuestra vida, cuando pasamos tiempo con Dios su reflejo es visible en nosotros sin necesidad de hacer ningún esfuerzo. No es por nuestras decisiones que Dios se refleja en nosotros y entonces nos va bien, más bien, es por su presencia que decidimos bien y encontramos verdad, libertad, justicia y paz.

¿Qué es estar en la presencia de Dios? Simplemente eso, estar con Él. Detener por un momento todos los pensamientos que nos abruman, ser conscientes de Su presencia en nosotros y a nuestro alrededor, sentirlo, respirar con Él, a su ritmo, en su acogedor silencio y dejar que Él hable si quiere o que calle si así lo desea.

Estar en Su presencia es abrir los ojos a lo infinito y a lo eterno, es ser conscientes de que nuestra existencia es una parte inseparable de esa grandeza incalculable y sentir esa grandeza hasta que cualquier situación en este mundo nos parezca pequeña e irrelevante. Entonces y sólo entonces comprendemos su amor; el amor que dejó todo para redimirnos, para rescatar nuestra alma de nuestra pequeña y limitada visión.

Sólo esa presencia divina es capaz de hacerme actuar en amor, de permitirme tomar la mejores decisiones para mi vida y para las personas que amo; sólo esa presencia me hace darme cuenta de que soy capaz, y de que quienes están a mi alrededor son capaces y no dependen de mí sino de Él. Entonces, cuando me siento libre porque entiendo qué es el Amor de Dios el que actúa y que ese Amor es perfecto, puedo sentir Su mirada y percibir su voz diciéndome:

No corras, respira despacio, no juzgues nada ni te juzgues a ti misma. Disfruta el día porque lo hice para ti, aliméntate bien, disfruta con tus seres amados porque "no hay mayor bendición que comer y beber y disfrutar de la mujer (o el varón) de tu juventud". Ama, no critiques, observa a los otros sin expectativas ni juicios porque yo también los amo; agradece lo que ellos quieran darte y responsabilízate de darte a ti misma lo que yo quiero para ti. Saca tiempo para tu cuidado personal, saca tiempo para tu descanso (aunque los otros demanden mucho más actividad de ti), sé fuerte y decide atender tus propias necesidades. Pero no te quedes sola, te he creado como un ser social; establece vínculos fuertes con las personas, ama y perdona, habla con asertividad y amor. Comparte, no te apegues a los bienes materiales, apégate al amor en libertad y respeto, al amor que sabe que cada persona es responsable de sí misma y que cada persona debe tomar decisiones cada día por su bienestar. Ayuda con la consciencia de que el otro también puede salir adelante por sí mismo, porque Dios le ha dado capacidades y talentos; ayuda a las personas a encontrar su valor y sus talentos, ayuda con la consciencia de que es Dios quien hace la obra en ellos, es Dios quien salva y redime. Y confía en que el fruto de este Amor (de Dios mismo presente en tu vida) será suficiente para saciar tus necesidades diarias y las de quienes te rodean. Ama: Ámalo a Él, ámate a ti misma y ama a los demás; toma todas tus decisiones en Su presencia y serán decisiones con consciencia de amor; espera la bendición abundante que ha de regresar a ti con el mismo Amor.


viernes, 21 de febrero de 2014

Pensamientos Positivos

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación

TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Tercera reunión: Guadalupe, 21 de febrero de 2014

Autoconocimiento: II parte
Pensamientos positivos

Por María Antonieta Campos


Los pensamientos son la base de todas nuestras acciones, la principal fuente de energía para nuestras emociones y el inicio de todo aquello que decimos, por lo tanto, se llegan a constituir en gran parte de lo que somos.

Mira bien, si en algún momento se te ocurre recordar a un ser querido que has perdido hace tiempo, podrías pasar de la alegría de los momentos vividos, a la tristeza y la nostalgia porque ya no esté allí, al orgullo de saberte parte digna de la relación que estableciste con esa persona o al resentimiento por aquellas cosas de las que careciste causa de su partida. Cualquiera sea la emoción, lo cierto es que esa persona no está allí, lo que recuerdas ha dejado de suceder hace bastante tiempo pero sigues sintiendo emociones diversas con cierta intensidad dependiendo de aquello que recuerdes.

De igual manera, si por un rato has estado pensando que tu pareja ha actuado con desconsideración dejando a tu cargo todas las tareas del hogar sin proponer colaboraciones que para ti evidentemente son necesarias, y si justo en ese momento que estás pensando todo eso, él decide llegar tarde después del trabajo; es posible que lo recibas con enojo y reclamos sin figurarte que quizás se atrasó porque estaba buscando para ti un regalo o porque tuvo que resolver algunos problemas del trabajo. Justificada o no su acción, tus pensamientos te podrían hacer actuar antes de escuchar sus razonamientos.

Y en cuanto a lo que podemos decir, nada de lo que decimos proviene de otro lugar que no sean nuestros pensamientos (ya sean estos más conscientes o menos conscientes).

Y lo que dices, haces o sientes, determina lo que eres y cómo te sientes con respecto a ti misma.

Hoy no te propongo que hagamos un análisis profundo del proceso o contenido de tus pensamientos (como se hace desde algunas de las teorías cognitivas), eso podremos hacerlo otro día; un proceso de terapia puede resultar muy útil en este sentido para quien crea requerirlo, para quien sienta que sus pensamientos le controlan pero en cambio no puede controlar sus pensamientos. Los psicólogos, los libros, los procesos de apoyo grupal son algunos buenos recursos para cambiar nuestra forma de pensar de manera definitiva, sobre todo porque nos ayudan a cuestionar nuestras vidas con las preguntas correctas.

Sin embargo, esta pequeña reflexión podría ayudar mucho en la cotidianidad de quienes no están buscando un proceso terapéutico, aquellos que simplemente quieren vivir una vida más positiva y productiva; así, te doy una sugerencia práctica y sencilla, has este ejercicio por lo menos diez minutos al día y luego aumenta su duración a 20 minutos, 30 minutos y 45 minutos conforme vayas mejorando:

La única instrucción de nuestro ejercicio es: "Durante el tiempo del ejercicio puedes realizar cualquier actividad de tu interés pero de forma consciente deberás esforzarte por no  utilizar palabras o frases de evaluación negativa; no puedes usarlas para ti, ni tampoco para las demás personas, no puedes usarlas para las cosas que tienes ni para tus circunstancias o las circunstancias de otros". Acompáñate en este ejercicio de un papel y un lapicero y escribe una raya cada vez que digas algo negativo; compara el número de rayitas conforme vayas practicando; verás que pronto tendrás menos rayitas y ese será el momento de empezar a aumentar el tiempo de este ejercicio. Al final de cada ejercicio escribe el sentimiento que tienes, después de varias repeticiones compara también, los sentimientos que afloran después de un rato de proponerte pensar sólo cosas positivas. Verás que tus emociones son más placenteras.

También es posible que con estos ejercicios descubras muchas ideas negativas de cuya presencia no te habías percatado; no te alteres, con tan sólo descubrir aquellos pensamientos que no deseas y hacer el esfuerzo consciente de no pensarlos por un rato, verás cómo estos van perdiendo fuerza hasta desaparecer en un día no muy lejano. Tú eres la dueña de tus pensamientos, decide qué pensar y ejercita tu decisión diariamente.

Un segundo ejercicio que es el que quisiera que realizaras al lado de tu manualidad del día de hoy. Escoge uno de los pensamientos de la siguiente lista, de preferencia el pensamiento que utilizarías con recelo, que condicionarías para aplicarlo a ti en ciertas circunstancias, ese pensamiento que piensas que no siempre te aplica:

Yo merezco.
Yo soy buena.
Yo soy hermosa.
Yo estoy segura.
Yo estoy en la luz, en Dios, en la paz y la armonía del universo.
Yo puedo, yo soy capaz.
Yo puedo, todo me es permitido, puedo elegir lo que más me conviene.
Yo puedo elegir.
Yo soy inteligente.
Tengo la sabiduría divina dentro de mí, puedo acudir a ella cada vez que lo necesite.
Yo estoy saludable.
Yo me siento bien.
Yo soy feliz.
Yo estoy tranquila.
Tengo suficiente energía y fuerza para actuar.
Yo soy independiente.
Yo soy próspera como es próspero el universo.
Yo soy amada.
Yo soy agradable y la gente quiere estar conmigo.

Como estas frases puedes elegir alguna otra que te gustaría que te aplicara todo el tiempo pero que no estás segura de si es correcto pensar así de ti misma. También podrías utilizar una frase célebre que denote merecimiento, una promesa bíblica o un pensamiento propio sobre lo que desearías ser o tener.

Al respecto de estas frases es muy importante que recuerdes que el valor de todos los seres humanos es el mismo; todas las personas valemos sólo por el hecho de existir, por ser un milagro de la naturaleza, creación de Dios y representantes de Su vida y Su amor. Fuiste creada para ser feliz, para que te sucedieran miles de eventos maravillosos y para que recibieras tantos milagros como requieras para que el nombre de Dios sea glorificado. Así, mereces lo que Cristo dio por ti, y Él lo ha dado todo. Anímate a sentirte merecedora de una vida llena de bendiciones y amor.

Aclarado esto, es necesario trabajar para que nuestro cerebro vaya cambiando sus formas de pensamiento, las conexiones que las neuronas casi establecen de manera automática por costumbre; y la mejor forma de cambiar tus pensamientos es enseñar a tu mente a pensar en lo opuesto o en un sustituto de lo que has estado pensando. 

Así, pues, elegida tu frase vas a jugar con ella. Escríbela, y déjala a un lado por un momento.

Ahora piensa en el color que le asignarías a esa frase, o un grupo de colores que se le asemejen; puedes asignarle también una forma específica. Busca y escoge piedras o cuentas de ese color y esa forma. Acomoda tus cuentas en orden, en el orden que más te guste (ya sea por color, tamaño, textura, etc.). Luego escoge un hilo, elástico, cuero o cualquier material que te sirva para ensartar tus piedras y hacer una pulsera; eso sí, cada vez que ensartes una piedra debes decir o pensar en la frase que has escogido. Procura colocar por lo menos 21 cuentas en la pulsera. Si quieres puedes hacer un par de aretes con las mismas cuentas para que hagan juego. Cierra la pulsera como te quede más fácil usarla. Úsala todos los días durante un mes, y cada vez que te la pongas repite la misma frase tantas veces como cuentas le hayas colocado.

El sentido del ejercicio es obligarte a pensar repetitivamente  hasta que tu pensamiento se haga realidad dentro de ti—que se convierta en un pensamiento automático—por lo tanto, recuerda que no es la pulsera la que te va a ayudar, eres tú misma y tus pensamientos los que van a convertirte en una persona cada vez más positiva y segura. Además recuerda el gran poder de las palabras que te ha dado Dios; ciertamente tus pensamientos determinan tus palabras, tus acciones y tus emociones, pero, al mismo tiempo, tus palabras pueden transformar tu forma de pensar de manera permanente, y también son poderosas para transformar todo tu entorno y cada una de las áreas de tu vida.


viernes, 14 de febrero de 2014

Un Día de Verdadero Amor y Amistad

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación

TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
14 de febrero de 2014

Un Día de Verdadero Amor y Amistad
Por María Antonieta Campos

¿Por qué hemos decidido celebrar un Día de la Amistad y el Amor? ¿Será por simples razones comerciales?

Algunas personas disfrutan mucho el proceso de adquisición de nuevas posesiones, otras disfrutan de la creación de eventos, sorpresas, detalles decorativos y momentos especiales. Pero algunas otras se muestran muy agradecidas por estar rodeadas de personas especiales que han dado evidencias claras de querer cuidarles y  valoran todo el cariño que han recibido de estas. Para estas últimas personas es que hoy escribo esta reflexión.

Antes de celebrar, detente y piensa un poco, aun para las fiestas pequeñas se requiere algo de planificación:

¿Quiénes son las personas queridas, los amigos y personas amadas que merecen estar contigo en este día especial?
¿Quién ha trabajado por ti, quién ha llevado el pan a tu mesa, te ha acompañado en los momentos de más necesidad y ha compartido contigo lo mejor que tiene (esto incluye compartir sus juguetes, su almohadita, su mascota o su más preciada pertenencia)?
¿Quién te ha escuchado, te ha consolado, o quién ha callado ante ti sin juzgarte?
¿Quién te ha perdonado... lo ha hecho varias veces?
¿Quién ha estado contigo cuando has estado enferma, cuando no has tenido dinero, cuando te has visto derrotada en tus esfuerzos laborales o académicos?
¿Quién espera por ti, quién te admira?
¿Quién reconoce tus cualidades, sin interesarse por lo material o superficial que puedas aportar?
¿Quién te ama?

Ahora, no te apresures, no es suficiente saber quién te ha dado, quién ha hecho por ti o quién te ha amado. Pregúntate también:

¿Quiénes son las personas a las que amas?
¿Por quién has trabajado y a quién le has dado lo mejor que tienes?
¿A quién escuchas, a quién consuelas con gusto y por quién callas sin juzgarle?
¿A quién has perdonado (sin ponerte en riesgo, respetándole y respetándote a ti misma)?
¿Con quién estás en la enfermedad, a quién cuidas y valoras de manera incondicional?
¿Por quién te esfuerzas, a quién le dedicas la mayor parte de tu tiempo, a quién le demuestras tu admiración?
¿A quién reconoces sus cualidades, cómo y cuánto lo haces?
¿A quién valoras no por lo que te aporta materialmente sino por su corazón?

¿Has puesto los mismos nombres en ambas listas? Si son diferentes, tu vida ha de mostrarse inestable y tu corazón probablemente esté en riesgo de romperse. Ante tal dilema, quizás haga falta un pequeño proceso de reflexión, uno basado en principios y valores, uno que rescate tu dignidad y la de todas las personas que te rodean y que te ayude a tomar decisiones para encontrar balance y felicidad para todos.

Ahora bien, si en ambas listas has puesto los mismos nombres, ya sabes quiénes son las personas que merecen disfrutar contigo esta celebración. El Día de la Amistad y el Amor, debería servir para esto, para reflexionar y evaluar la forma en la que establecemos nuestros vínculos afectivos más cercanos, para tomar decisiones que fortalezcan los buenos vínculos, para sacar de nuestra vida lo que los arriesga, lo que arriesga tu bienestar y el de las demás personas. 

Cualquiera sea la forma en la que decidas celebrar, disfruta con cada persona que te ama y a quién amas con principios de honestidad, lealtad y respeto mutuo. Ama y no temas ser amada con buenos principios porque es una parte de lo mucho que mereces.


viernes, 7 de febrero de 2014

Comprender Nuestras Emociones

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación

TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Segunda reunión: Guadalupe, 7 de febrero de 2014

Autoconocimiento: I parte
Comprender nuestras emociones

Por María Antonieta Campos

Conocer nuestras emociones no es tarea sencilla, requiere tiempo y dedicación, tanto como lo requieren la preparación de una dieta saludable o el esfuerzo de embellecimiento y cuidado físico personal. Es cuestión de ser conscientes de que debemos amarnos mucho y que merecemos un minuto más para conocernos a nostras mismas.

Si te preguntan cómo te sientes, usualmente respondes "bien" o "mal", "feliz" o "triste", muchas veces "cansada". Pero ¿cuántas veces respondes "estoy entusiasmada, indignada, frustrada, esperanzada, agobiada", o cualquier otra emoción compleja que sea difícil de definir? Lo más difícil es decir cómo te sientes si tus emociones son ambivalentes; por ejemplo, explicar cuando estás feliz y triste al mismo tiempo, alegre por el otro y desilusionada por lo que no obtendrás, enojada y frustrada sin querer lastimar a quien se encuentre a tu lado. Y también es complicado expresar una emoción que no has tenido tiempo de aclarar y que está allí sin que tú seas plenamente consciente de ella, esos son los momentos en los que la mejor salida para el saludo inquisitivo de los otros es "estoy bien, gracias", cuando en realidad sientes que la vida te está pasando por encima.

Casi siempre, la causa de estas dificultades en la falta de tiempo para estar en contacto con nuestro yo interior, para escuchar la voz de nuestro corazón que dice claramente qué pasa. 

¿Qué son las emociones? Son sustancias químicas en nuestro cuerpo; la adrenalina, por ejemplo, aparece cuando nos sentimos en peligro y necesitamos defendernos, cuando estamos estresadas, cuando debemos correr para dar la talla; en cambio, la serotonina nos permite estar en calma y en control, el GABA posibilita el sueño y la relajación, la acetilcolina nos permite estar concentradas y enfocadas (por lo tanto con niveles altos de acetilcolina es difícil que nos sintamos aturididas), la dopamina nos hace estar de buen humor, alegres y motivadas, y la noradrenalina nos permite sentirnos energéticas y vitales. Las combinaciones de estas sustancias funcionan como recetas de cocina, un postre dulce con una pizca de sal puede ser deliciosa al paladar, y los aderezos agridulces mejoran significativamente el sabor de nuestras ensaladas; pero un poquito más sal de lo recomendado y se ha echado a perder nuestra receta predilecta. Si producimos más GABA y/menos noradrenalina probablemente sentiremos cansancio, sueño o depresión a pesar de haber dormido bien; y si producimos menos serotonina y/o más adrenalina podríamos estar irritables.

¿Cómo controlamos la receta de las emociones? Las sustancias químicas que produce nuestro organismo se producen en función de lo que recibimos de nuestro medio ambiente y de la forma en la que la procesamos. 

La alimentación tiene una gran influencia en nuestras emociones; si consumimos muchos carbohidratos y azúcares en general, produciremos una buena cantidad de insulina que estimulará la producción de sustancias que nos harán sentir felices y satisfechas por un rato, pero luego habrá un efecto contrario, los niveles de insulina bajarán y en consecuencia la producción de los neurotransmisores citados se verá afectada. Muchas mujeres reportan ansiedad, temor, tristeza o sueño un par de horas después de haber comido postres muy dulces. 

Evidentemente, la cafeína y cualquier otra sustancia estimulante aumentará nuestros estados de vigilia, y las sustancias depresoras como el alcohol nos deshiniben por un rato pero luego apagan nuestro ánimo hasta provocar somnolencia y al día siguiente se genera un alto nivel de irritabilidad.

Las condiciones en del entorno en las que nos desenvolvemos, y los pensamientos con los que interpretamos estas condiciones, también provocan cambios en la producción de neurotransmisores: Si percibimos una situación como peligrosa, la adrenalina aumentará para prepararnos para correr; si la producción de adrenalina se mantiene alta durante un tiempo comenzaremos a sentir los estragos del estrés. Por otro lado, si nos encontramos en un ambiente silencioso, cálido y oscuro, nuestro cuerpo empezará a prepararse para dormir, pero si esas condiciones las hemos asociadas con un mal recuerdo, quizás empecemos a a sentirnos tristes o deprimidas porque los recuerdos estimularán la producción disminuida de dopamina al mismo tiempo que un aumento en la producción de la serotonina. Si por otro lado, vivimos atendiendo las necesidades de muchas personas, tanto que desatendemos las propias acostumbraremos a nuestro cuerpo a producir cantidades elevadas de noradrenalina, afectando nuestra capacidad de concentración y memorización y arriesgándonos a provocar una depresión; o, disminuiremos la producción de GABA  y empezaremos a experimentar temor e incluso pánico en circunstancias que en otro momento hubiéramos enfrentado sin problemas.

Pero las condiciones del entorno no nos afectan por sí solas, nótese que lo que nos afecta es aquello que pensamos o interpretamos ante tales condiciones. Por lo tanto, no siempre se trata de cambiar el entorno para sentirnos mejor, es más, muchas veces no podemos cambiar todo nuestro entorno, pero siempre podremos tomar conciencia de nuestras emociones, cambiar nuestras percepciones, y planificar nuestras conductas para estar mejor.

Nuestra primera tarea, entonces es conocernos, conocer qué es lo que está diciendo nuestro cuerpo. Si ni siquiera sacamos tiempo para conocer nuestras emociones, ¿cómo sabremos cuál es su causa y cuáles son las posibles soluciones?, o ¿cómo aprenderemos a prolongar los estados de bienestar?

Hagamos, pues, un primer ejercicio para aprender a reconocer nuestras emociones:

Busca un lugar apartado; si haces este ejercicio diariamente puedes buscar tu dormitorio, tu oficina, un baño o un lugar en el que puedas cerrar los ojos con confianza; en este momento, procura sentarte y estar lo más cómoda en tu asiento, sin cruzar los brazos ni las piernas, con la espalda recta y relajada sobre el respaldar y con las manos apoyadas sobre tu regazo muy suavemente. 

Cierra los ojos y respira despacio.

Escucha, escúchalo todo despacio, los automóviles en la carretera, las aves cantando, los árboles y sus hojas moviéndose con el tiempo, el viento golpeando las ventadas... Escúchalo todo despacio.

Ahora escucha y siente un poquito más de cerca, con tus ojos cerrados y respirando despacio percibe lo que se encuentra a tu al rededor, cerca de ti. Quizás hayan otras personas, quizás sólo el aire; siente su temperatura, siente su ritmo, sus movimientos. Siente la paz a tu alrededor, siente la paz en aquello que puedas percibir que está en calma.

Respira despacio, deja de lado todos los pensamientos sobre lo que ha pasado o sobre lo que está pendiente, sólo concéntrate en lo que hay a tu alrededor.

Ahora céntrate en tí, en tu propio cuerpo, siéntelo, ¿está caliente?, ¿está frío?, ¿está pesado, suelto o más bien tenso?, siente tu cuerpo pero no lo juzgues, siéntelo y déjalo ser. Concédete un chineo, respira profundo y despacio y trata de soltar o dejar caer con suavidad aquellas partes que has tensado durante un rato. Respira profundo y deja que tu cuerpo repose sin tensiones sobre su silla.

Ahora concéntrate un poco más adentro de ti, puedes enfocar una luz en tu mente y hacer la bajar despacio de tu cabeza a tus pies observado cada una de las partes de tu cuerpo. Siente tu cabeza, tu cuello, siente tu espalda, tus brazos, tus manos tus caderas, siente tus piernas y baja hasta tus pies, y luego siente tus pies y tus manos.

Ahora ven al centro de ti, a tu pecho y a la boca de tu estómago, ahí donde decimos que sentimos más fuertemente nuestras emociones, enfócate allí por un rato mientras respiras profundamente, cuál es la emoción que parece estar anidada en ese lugar, o cuáles son las emociones que están allí. 

Siéntelas, no tengas temor, aún si son varias, ambivalentes o muy complejas, siéntelas, no las juzgues ni les tengas temor.

Esas son tus emociones, las puso Dios allí para que tu cuerpo se comunique con tu mente y le haga saber lo que estás pasando. 

Respira profundo y siente, respira despacio, respira tranquila y deja que tu emoción permanezca allí por un rato. 

Si alguna de esas emociones resalta, déjala estar allí, siéntela intensamente y deja que ella sola se vaya acomodando, a su ritmo, déjala, pronto encontrará sentido dentro de las demás emociones que la acompañan.

Respira profundo, ámate, piensa en ti como un ser digno de ser cuidado y protegido por el universo, piensa en ti como alguien dichoso por poder sentir. 

Acéptate, ámate, recibe tus emociones como un mensaje divino y deja que ellas te lleven a una decisión saludable para ti y para los que te rodena. 

Mira la luz que se encuentra resguardando tu pecho, mira la luz que te rodea y te protege. Respira profundo y mira el amor del que te has envuelto.

Respira despacio y cuando lo consideres oportuno abre tus ojos y sigue disfrutando de ese amor especial que te rodea.


Ahora sí, para este momento ya debes tener más claras algunas de tus emociones, les diste lugar y estas pudieron hablarte, o quizás simplemente te sientas tranquila, esa es tu emoción de este momento.

Recuerda el ejercicio y repítelo por lo menos una vez al día. 

Ahora, mira la actividad que se ha planteado al frente de ti, escoge hacer lo que mejor represente la experiencia que has tenido.