Psicología y Educación para una Vida Saludable
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Programa Manualidades y Arte para
la Autoafirmación
TARDES
DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Primera reunión: Guadalupe, 31 de
enero de 2014
Mujer Completa
Por María Antonieta
Campos
¿De qué careces mujer?
Recuerdo
algunos pasajes de mi infancia, cuando algunos primos jugando limitaban mis
roles y posibilidades sólo por ser mujer, siempre decían cosas como “las
mujeres no se suben a los árboles o las mujeres no pueden jugar carritos…”
Nuestra sociedad parece vendernos la idea de que algo nos falta y de que por
eso no podemos realizar algunas actividades tan bien como lo hacen los hombres.
Observa tu realidad, ¿vas a continuar creyendo que hay algo menos en ti?
“Mira
a la piedra de donde fuiste cortada, y al hueco de la cantera de donde fuiste
arrancada” (Isaías 51:1), tienes la forma exacta de Dios, la forma de esa “Roca
Firme” de la que fuiste sacada; ¿no has escuchado que fuiste hecha a imagen y
semejanza de Él?, ¿qué, pues, cuestionas sobre tu forma de ser?
Fuiste
hecha con el mejor material de la naturaleza, diseñada con un ADN en continuo
perfeccionamiento que guarda información y sabiduría ancestral invaluables. Ya
lo han demostrado los científicos; estudia por ejemplo las teorías de María
Eunice Quilice González que hablan de cómo la información de nuestra historia
queda grabada en nuestro ADN y se hereda de generación en generación.
Mujer, has sido sacada de la
Roca, y pulida y perfeccionada por las manos de Dios. Eres el mejor material en
las mejores manos.
¡Disfrútate tal
como eres porque nada te hace falta! Si Dios te pule (o si la vida te
perfecciona) lo hace con suavidad y amor, y no es para hacerte más
agradable, más adaptable o más accesible al amor, es sólo para que brilles y
todos vean tu esencia y así reflejes Su amor, para que Sus propias cualidades
se noten en ti y atraigan la mirada de quienes lo están buscando a Él.
Mira
entonces cuál es esa esencia que te constituye:
Dios
es sutil, hace las cosas con cuidado y, a veces, muy despacio, y las decora con
amor y ternura, como lo haces tú, no ocultes tales características de ti. No
fuerces nada, no te fuerces a nada, tu propia esencia va a hacer que llegues al
punto al que quieres llegar.
Dios no necesita correr, ni ser
“competitivo”, no está limitado en el tiempo, no está limitado a una vida, pues
Él sigue transformando su creación de generación en generación. Para Él “todo
lo que fue, es ahora; todo lo que ha de ser ya pasó y Dios restaura lo que
pasó” (Eclesiastés 3:15). Esas mismas características están en ti; tienes la
capacidad de recordar el pasado y restaurarlo con tus palabras de amor, tienes
la posibilidad de construir tu futuro también con tus palabras. ¿De qué, pues,
careces?
Él
es también apasionado, disfruta y se comunica con fuertes emociones por medio
de su creación y nos hace sentir su gran poder con una tormenta o con un suave
atardecer. Aunque fuerte, no destruye, Él transforma, crea y mejora; mira el
universo, ¿no está en expansión? Donde Dios encuentra la muerte, planta la
vida. Él es la vida, es el verbo y su Palabra crea la vida.
Así,
mujer, es el poder de tu voz; lo que le dices a un niño marca su camino y lo
llena de vida, lo que le dices a tus seres queridos los llena de luz y
esperanza, lo que cantas puede levantarte, lo que invocas llega a tu vida;
repito, lo que invocas llega a tu vida. El verbo es completo en ti, todo lo que
Él ha dicho se hace realidad en ti cuando tus los labios lo dicen, es por eso
que Él dice “todo es vuestro” (I Corintios 3:22).
Detente
un momento, mira hacia atrás, ¿qué es lo que no has logrado?, ¿subiste a los
árboles siendo niña?, ¿aprendiste algunas cosas que los otros creían que no
ibas a hacer bien?, ¿conseguiste sin darte cuenta la admiración de otros?
¡Claro que sí, eso o algo mejor! Las metas pendientes son sólo eso, algo que
está en espera pero que de seguro llegará.
Tienes
recursos para alcanzar tus metas y tienes la esencia triunfadora y poderosa de
Dios; entre tus recursos quizás se encuentran tus manos, quizás tus ojos,
quizás una especial sensibilidad por las palabras, quizás tu capacidad de
escucha, quizás tu capacidad de estar sola, en silencio y crear, o quizás tu
necesidad de moverte, socializar y conversar; tus recursos son únicos, y tal
vez no sean los que creíste que deberías tener pero son completos, porque de
Dios no ha nacido nada incompleto, Él es todo lo que parece faltarnos. Dios es
la misma forma que al unirse a ti te completa, tal como se completan la piedra
y la roca de la cantera al unirse. Eso es lo más precioso de ti, que Dios mismo
es tu respaldo y tu fuente.
No
temas, no te falta nada, no has sido separada de Él, si no lo vez es cuestión
de perspectiva, nada más. Él está ahí, siempre ahí, tú simplemente estás a Su
lado y sólo tienes que hacer eso, ¡estar ahí!, ser tú misma ahí donde estás
para reflejar Su presencia dándole gloria eternamente. Son Sus manos las que te
pulen (te dan brillo) y te sostienen; vuélvete, míralo, y descansa en sus manos
de amor.
Estás completa mujer, estás en
Él.