jueves, 20 de noviembre de 2014

Por qué y cómo dar gracias

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Guadalupe, 20 de noviembre de 2014

“Por qué y cómo dar gracias”
Por María Antonieta Campos Badilla

La Biblia dice, escuchadlo todo, retened lo bueno y desechad lo malo (I Tesalonicenses 5:21). Vivimos en un mundo multicultural, con un intercambio de información acelerada por medio de la tecnología. Internet nos puso en contacto con las otras culturas del mundo y las compañías  transnacionales y las nuevas formas de intercambio comercial nos han obligado a interactuar cada vez más con personas diferentes a nosotros. Hemos tenido que aprender otros idiomas para poder comunicarnos, y también, hemos tenido que afirmar lo que creemos para poder compararnos después con lo que es diferente. Nos hemos  visto en la necesidad de desarrollar tolerancia y amor al prójimo como nunca, y también hemos tenido la bendición de aprender de otras culturas más alternativas para el cuidado de la salud, de la estructura familiar, de las interacciones sociales, etc. En este intercambio cultural, hemos adoptado nuevas celebraciones, y hemos tenido, entonces, que definir muy claramente en qué creemos, en qué no creemos y por qué lo hacemos.
Hoy estamos a las puertas de una nueva celebración que se ha vuelto internacional: Acción de Gracias
El día de Acción de Gracias en América del Norte tiene sus orígenes en una mezcla de tradiciones europeas y aborígenes. En Europa, los festivales se llevaban a cabo antes y después de los ciclos de cosecha para agradecer por una buena cosecha, y para celebrar después del duro trabajo junto con el resto de la comunidad. Los nativos americanos también celebraban el final de la cosecha. Cuando los europeos llegaron a lo que sería América por primera vez, llevaron sus propias tradiciones (fiestas de la cosecha) desde su continente, celebrando el final de su viaje, la paz y la buena cosecha. 1
¿Creemos en dar gracias los cristianos? ¡Claro que sí! Entonces, podríamos celebrarlo junto con los norteamericanos tal como aprendimos a celebrar la Navidad y la pascua de los europeos cristianos.
¿Y cómo se dan las gracias? Francamente no creo que sea haciendo compras en el viernes negro, no creo que se trate de aprovechar promociones del cambio de estación. Uno da gracias agradando al otro: a Dios, y al prójimo que nos ha dado Dios para que cuidemos y para que nos cuiden.
Cuando un amigo estrena su casa y nos invita, por simple protocolo y/o por amor llevamos un regalo. Cuando somos nosotros los que estrenamos nuestra casa, invitamos a las personas queridas y las agasajamos con una buena comida.  Damos lo mejor. Eso, precisamente eso; dar gracias significa dar lo mejor de nosotros como resultado de todo el bien que se nos ha hecho.  Quien nos ha hecho el bien ha sido Dios, y cómo le gusta que le agradezcamos, amando a otros. En el evangelio de Juan 15:19 dice:
Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras… Y dicho esto, añadió: Sígueme.
El día de hoy te motivo a celebrar, a tomar lo bueno que hemos aprendido de otras culturas sin olvidar tu fe y tus creencias. Da gracias a Dios a manos llenas, llenas para dar a tu prójimo; si decides comer con otros, que la comida que compartas sea abundante y de exquisito sabor, si decides celebrar usa tus mejores galas pensando que quienes estén contigo se sientan cómodos, si decides cantar y bailar, canta de primero a quien te lo ha dado todo, agradécele a Él recordando que Él es un Dios abundante, generoso y lleno de bondad incondicional, sé igual de generoso y bueno con quienes te rodean, y no pienses tanto en cómo rendir tus bienes y aprovechar para ti el máximo de promociones, que tus bienes en este día proclamen que crees en la abundancia de tu Dios y que agradeces el tener tanto como para compartir con otros.
La abundancia, la riqueza, la buena cosecha que Dios nos ha dado, aquello que ha sido suficiente para alimentarnos y abrigarnos durante este año, tiene que manifestarse también en nuestra generosidad con los demás, así, cierro esta motivación con un pequeño recordatorio de lo que dice la Biblia: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).


jueves, 30 de octubre de 2014

Gracia Plena

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Vigésima sexta reunión: Guadalupe, 30 de octubre de 2014

“Gracia Plena”
Por María Antonieta Campos Badilla

Me preguntaba mi abuelita sobre la gracia, ¿qué es la gracia divina? Recuerdo esa pregunta recurrente en cientos de discusiones teológicas en las que estuve en las diferentes iglesias que visité. Siempre me llamó la atención el que las personas (aquí me incluyo) necesitemos recibir explicaciones complejas de conceptos sencillos. Quizás tenía razón  "El Principito", de Saint- Exupéry, al decir “lo esencial es invisible a los ojos”.

Así, quisiera iniciar el análisis de este tema refiriéndome a lo muy esencial que perciben los niños en sus primeros años de comunicación verbal con el mundo. Casi todos los padres se esfuerzan de manera especial para que los pequeños aprendan a decir dos “palabras mágicas”: por favor y gracias. “Por favor, aunque no tengas obligación de hacerlo, como una consideración especial o un regalo hacia mí, ayúdame”. Después de que recibimos una respuesta positiva, y cada vez que alguien nos hace algún bien: “gracias”. Esta última palabra denota el reconocimiento de que se ha recibido bendición por la buena voluntad de otro, una bendición que puede ser merecida o no pero que no estaría allí de no ser por la generosidad de ese otro.

Bajo la concepción cristiana, la palabra gracia significa regalo, algo bueno que recibimos y que no merecemos, y de manera literal la gracia divina representaría, entonces, los regalos de Dios. ¿Cuáles regalos? La vida misma y todo lo bueno que en ella recibimos.

La vida en su plenitud es un regalo que recibimos porque Dios quiso, ninguno de nosotros escogió ser concebido y ninguno de nosotros puede garantizar que mañana vivirá en esta Tierra,  por eso Jeremías 39:18 dice “tendrás tu vida por botín”. La conciencia de la gracia divina es, entonces, la conciencia de que nuestra vida descansa en una fuerza más poderosa que nuestra propia voluntad.

Y el sustento que recibimos en nuestra vida también está en manos de aquella fuerza y no exclusivamente en nosotros. No es el que más se esfuerza trabajando el que obtiene un mejor salario, no es el más inteligente el que conserva el mejor puesto, no es el que tiene mejores amigos el que queda mejor colocado (Eclesiastés 9:11). El Salmo 146:3-5 cita:
No confíes en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.
Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra, en ese mismo día perecen sus pensamientos.
Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob.
Cuya esperanza está en Jehová su Dios.

En Mateo 6:25-30 se cita la enseñanza de Jesús sobre el sustento de esa vida:
25 Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? 26 Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? 27 ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?
28 ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; 29 sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. 30 Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?

Pues entonces, la gracia no es sólo  el regalo de la vida, sino de una vida plena y abundante, la satisfacción de todas las necesidades, la convicción de que todo lo que requerimos viene de manera natural y en el momento oportuno. En I de Corintios 3:22-23 dice: “Ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el mundo, o la vida, o la muerte, o lo presente, o lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios”.

Gracia ha recibido aquel que sabe esto, el que vive con señorío, el que no teme el futuro, el que disfruta cada día de su vida como si fuera el único pero sabiendo que su vida es eterna. Aquel que trabaja feliz porque disfruta de las tareas que hace y no por temor de lo que pueda a necesitar al final del mes, ese es el que vive en la gracia; es aquel que sabe que el dinero rendirá, que la provisión llegará de Dios y que todo lo que hagan sus manos prosperará (Salmo 1:3) porque esta es la naturaleza divina: generosa, productiva, creadora, abundante...

De la gracia disfruta el que sabe que Dios es su jefe, su guía, su fuente, su recurso eterno e inagotable. De la gracia disfruta el que sabe del poder de Dios para sanar, para dar vida en la Tierra y para dar vida eterna también, y el que confía en que en las manos de ese Dios están sus tiempos: tiempo de reír, tiempo de llorar, tiempo de edificar, tiempo de destruir, tiempo de nacer, tiempo de morir (Eclesiastés 3:1-8), y que “todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin”.

Ese es el que conoce la gracia, el que sabe que todo ayuda a bien a los que amamos a Dios (Romanos 8:28), el que sabe que los pensamientos de Dios para con nosotros son pensamientos de paz y no de mal para darnos un buen fin (Jeremías 29:11), el que sabe que “la voluntad de Dios para con el hombre es buena agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Entonces podemos preguntarnos, ¿por qué si estoy en la gracia de Dios no he recibido todo lo que le he pedido? Isaías 55:8-9 dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.

En todo lo que nos acontece hay un propósito bueno, saber eso es estar en la gracia divina. Proclamar bendición en medio de la tribulación es confiar en Él, como confía la amada en su amado, es caminar con señorío, es “acercarse al trono de la gracia confiadamente” (Hebreos 4:16).

No detengas tus palabras, sigue agradeciendo. I Tesalonicenses 5: 16-22 dice:
Estad siempre gozosos.
17 Orad sin cesar.
18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
19 No apaguéis al Espíritu.
20 No menospreciéis las profecías.
21 Examinadlo todo; retened lo bueno.
22 Absteneos de toda especie de mal.

Eso es vivir en la gracia: mantener un espíritu agradecido aprovechando de toda circunstancia lo que es bueno y confiando en la buena voluntad de Dios.

jueves, 23 de octubre de 2014

La Obra de Nuestras Manos Confirma

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Vigésima quinta reunión: Guadalupe, 23 de octubre de 2014

“La Obra de Nuestras Manos Confirma”
Por María Antonieta Campos Badilla

La  Biblia nos promete a los hijos de Dios, a quienes le busquemos con el corazón, que todo lugar que pisemos será tierra conquistada para nosotros (Josué 1:3), que Dios confirmará la obra de nuestras manos (Salmo 90:17) y que todo lo que hagamos prosperará (Salmo 1:3). Vimos hace algunas semanas como las mujeres virtuosas son emprendedoras y cuánto aportan al bienestar familiar cotidiano. Y también hemos escuchado el versículo que dice “buen siervo fiel, en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré” (Mateo 25:21).
Pero algunas veces el trabajo se torna difícil y la esperanza decae, es entonces cuando necesitamos una palabra de aliento que vuelva a fijar nuestro norte y nos ayude a ubicarnos con respecto a cómo debemos proceder. En esos momentos recuerdo la historia de Elías y la viuda de Sarepta, escrita en I Reyes 17:8-16:
Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo:
9 Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente.
10 Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba.
11 Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano.
12 Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.
13 Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo.
14 Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.
15 Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días.
16 Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.
Si no nos hubiera pasado a muchas mujeres una historia semejante, una en la que nuestra provisión no se acaba, una en la que el dinero rinde para mucho más de lo que creímos, una en la que muchos comieron con poco en la alacena; entonces sería difícil de creer esta historia. Las matemáticas quizás no den para explicarla, pero la naturaleza generosa y abundante de nuestro Dios sí.
¿Qué fue lo que hizo la viuda? Trabajó con lo poco que tenía, con aquello comenzó, no cuestionó, no se desesperó pensando en el futuro, sólo cumplió con lo que Dios ya le había solicitado (ver versículo 9): hizo una torta para Elías y luego hizo comida para ella y su hijo. 
La viuda tenía un contrato con Dios y con Elías quien había prometido que el harina y el aceite no escasearían, tenía que cumplir primero con este contrato, sabía que la bendición para ella vendría después compartir, una oportunidad más para seguir viviendo. Recuerdo al leer este pasaje cuando mi madre tenía un negocio de repostería, no podíamos comernos los queques que ella había hecho para vender; así era de simple, ella hacía los queques más hermosos y con un olor encantador, pero mis hermanos y yo no tocábamos lo que no era nuestro; de cuando en cuando mi mamá hacía un delicioso queque para nuestro hogar y entonces sabíamos que había prosperidad y que había valido la pena la espera. Aprendimos a cuidar los intereses mayores de la familia, aprendimos desde pequeños a administrar. 
La viuda de la historia fue esforzada, fue generosa, fue atenta, administró bien, compartió para satisfacer la necesidad planteada por su cliente y tuvo suficiente para ella y su hijo. Se trata de una generosidad dotada de fe y buena administración.
La lección es sencilla, cuando lo hemos perdido todo o cuando hemos perdido la esperanza debemos comenzar a trabajar con lo que tenemos, sin pensar mucho, sin cuestionarnos lo que piensan los demás, sin hacer demasiados cálculos futuros; sólo debemos reconocer nuestros recursos y oportunidades, cualquier cosa (aceite y harina, una tela, una oficina, una carrera, una persona que necesita nuestra ayuda), lo que sea que cada quien tenga y en cualquier lugar. 
También debemos responder a necesidades reales: mira lo que que necesitan quienes están alrededor. Si estás en invierno no vendas helados, si estás en verano no tejas bufandas de lana a menos que pretendas exportar… pero si esa es tu única habilidad puedes tejer con hilos frescos accesorios hermosos para toda ocasión, puedes crear todo aquello que pienses que otros necesitan y que otros agradecerán. Y no hay que pensar demasiado, sólo elegir una cosa e, inmediatamente, ocuparte y hacer.
Y si se hace—se trabaja—en equipo y se comparten las oportunidades que surgen para dar un mejor servicio y abarcar un mercado más grande, entonces las ganancias son mayores. “Lo que de gracia recibisteis dad de gracia” (Mateo 18:4). Considera a tu compañero, al que te propone dar un servicio que ninguno de los dos podría brindar de manera aislada, considera las oportunidades, protégete legalmente y trabajo con él. Considera también a la señora que limpia tu casa o a tu vecina y proponle unas horas de trabajo juntas para que te ayude a hacer algunas blusas para vender. Considera al colega que también está iniciando su carrera, trabajen juntos y compleméntense en vez de competir; si tu negocio crece, contrata personas que te ayuden y dales un buen pago, la provisión rendirá por largo tiempo y para muchos si sabes administrarla, no hace falta acapararlo todo ni gastarlo todo.
Presta atención, en esta reflexión no se te pide regales tus recursos y nadie desea que te quedes sin nada (hay un tiempo para compartir con los que no tienen y siempre se puede regalar un poco), pero en nuestro ejemplo la viuda actuó porque había recibido una promesa de sustento mayor al que tenía en ese momento, se trataba de una cooperación mutua no carente de generosidad y de fe. 
Más adelante la historia cuenta que el hijo de aquella mujer enfermó y murió, pero Elías oró por él y resucitó. “Todo lo que el hombre sembrare eso también segará” (Gálatas 6:7), la viuda sembró vida para Elías y su hijo la recibió de vuelta.
Deja de pensar y pon tus manos a la obra, has lo que puedas con lo que tengas para satisfacer las necesidades de otros y al mismo tiempo recibe tu paga para satisfacer tus propias necesidades. La naturaleza generosa de Dios se manifestará en todo lo que hagas. Eclesiastés 11:1-7 dice:
Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás.
2 Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.
3 Si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramarán; y si el árbol cayere al sur, o al norte, en el lugar que el árbol cayere, allí quedará.
4 El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará.
5 Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.

6 Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.

jueves, 16 de octubre de 2014

Fuerza de Titanes

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Vigésima cuarta reunión: Guadalupe, 14 de octubre de 2014

Fuerza de Titanes
Por María Antonieta Campos Badilla



Recuerdo cuando estaba estudiando Psicología, y seguía mi proceso terapéutico personal. Quería llegar a ser una Psicóloga consciente de lo que es un proceso de autoanálisis real, de lo que es vivir con un conocimiento claro de cómo la historia personal afectaba mis decisiones del momento y poder sacar ventaja de ese análisis en el planeamiento de mi futuro. Quería ser una Psicóloga emocionalmente saludable, una persona que tuviera algo valioso que compartir desde su propia experiencia y no desde la teoría.

Como toda persona tenía una historia fuerte que contar, alegrías y experiencias maravillosas, sí, pero también experiencias dolorosas que resolver. Recuerdo a mi Psicóloga usar la frase “usted tiene fuerza de titanes”. No lo sabía, no sabía que era una persona con muchos recursos emocionales para superar la adversidad y que esa era una cualidad especial.

Esta semana, entrevistando a algunos de los adultos mayores que accedieron a colaborar con la recolección de datos de mi tesis doctoral, en relación con los intereses y las necesidades educativas de los adultos mayores, recordé muy vívidamente aquella expresión. Entrevisté a personas con corazón de oro y fuerza de titantes. Se trata de un grupo de adultos mayores con una característica común que no esperaba: todos han sobrevivido a la pérdida de algún ser querido, todos han experimentado pérdidas que los obligaron a reconstruir su vida y a buscar sentido en todo aquello que hacen. Todos relataron sus historias, sin que yo se las pidiera, para explicarme el motivo por el cual quieren seguir aprendiendo, seguir esforzándose por construir nuevos conocimientos, nuevas habilidades, nuevas experiencias y nuevos vínculos.

Fuerza de titanes tienen aquellos que reconstruyen su vida. Es que todos la reconstruimos una y otra vez; cada vez que construimos nuevos vínculos, cada vez que trascendemos a la vida y nos damos cuenta que el amor es eterno, cada vez que aprendemos de la experiencias dolorosas para hacer nuestra vida dulce. Eso es fuerza de titanes: ser capaz de reconstruir la vida a partir de la experiencia.

Fueron todos los adultos mayores entrevistados los que sin hablarles yo de mi fe me hablaron de Dios, de su amor, de la valía que les da, de la importancia de compartir ese amor con otros. Los adultos mayores tienen más autoridad moral que nadie para hablar de amor porque sus años les han obligado a superar el dolor; el tiempo los ha retado a amar a pesar de, a tolerar, a perder y seguir amando; ellos son los sobrevivientes de todo y aun así aman. A su modo aman, con la materia prima que les dio la vida.

Con excepción de las personas que crecieron en el abandono y el rechazo (quienes requieren procesos de terapia profundos para sanar su corazón), todas las personas tienen la capacidad de dar amor a pesar del dolor que implican las pérdidas afectivas. Los adultos mayores han pasado por un proceso  de vida  que ha depurado esa capacidad de perdón, de amor y de disfrute.

Si quieres sobrevivir en la vida, escucha a quien ha sobrevivido; si quieres superar los problemas escucha a quien los ha superado; si quieres saber cuánto valen los bienes materiales observa a quien se ha desarrollado con poco; si quieres saber cuál es el conocimiento que vale observa a quien vive feliz.

El adulto mayor camina despacio y disfruta más; tiene una noción más profunda y genuina de lo que es el deleite. Quizás sea siempre el que camina despacio el que encuentre las mejores respuestas para satisfacer sus necesidades, quizás sea el que hable despacio el que se comunique mejor, quizás sea el que se siente por un largo rato el que logre escuchar la voz de la sabiduría. Ante esto pregunto, ¿a qué velocidad vamos?... ¿para qué?... ¿estamos seguros de que todo ese esfuerzo va a proveernos lo que buscamos en realidad?

Los valores, los vínculos y el amor, fueron resaltados por estas personas como su bien más preciado. Valdría la pena preguntarse ¿cuáles son los bienes (materiales, morales y espirituales) en los que invertimos ahora?, ¿cuáles a los que les damos prioridad?, ¿a quién le estamos dando prioridad en nuestra vida y cuánto estamos dando a esas personas? Ciertamente es a aquellas personas a quienes más amamos a quienes podemos sentir en nuestro corazón una vez que se han ido; y es por nuestra experiencia con ellos que podemos construir de nuevo y construir más.


La fuerza del amor trasciende la vida, la muerte, la adversidad y el dolor; la fuerza del amor da vida, da esperanza, da alegría y, sobre todo, da paz.

miércoles, 8 de octubre de 2014

La contribución de las mujeres a la calidad de vida familiar produce un fruto abundante

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Vigésima tercera reunión: Guadalupe, 5 de octubre de 2014

La contribución de las mujeres a la calidad de vida familiar produce un fruto abundante
Por María Antonieta Campos Badilla

Conozco gran cantidad de amas de casa que sienten que su contribución a la familia, a la comunidad y a la sociedad es insuficiente, gran cantidad de mujeres que desean haber estudiado una carrera o haber puesto en práctica su profesión.

Aunque cada vez menos, en nuestra sociedad latinoamericana aún muchas mujeres deciden abandonar la vida laboral para dedicarse a la crianza de sus hijos, a la administración de sus hogares y al cuidado de su vida en pareja, otras muchas mujeres se dedican a brindar servicios y a vender productos diversos desde sus hogares, combinando así una vida laboral entrecortada con las múltiples responsabilidades del día y sin garantías sociales.

Conozco también muchas maravillosas mujeres que desarrollan sus habilidades culinarias, de costura, de diseño y muchas otras para asegurarse de que su hogar va a lucir bien, que va a haber comodidad para todos, que los alimentos no sólo van a ser sabrosos sino también nutritivos y que la economía del hogar les va a permitir prosperar.  

De igual manera, hay muchas mujeres que se mantienen en formación académica continua al supervisar el estudio de sus hijos y que no se percatan (o sí) de que están haciendo el trabajo que se supone prometen las escuelas (el trabajo por el que todos pagamos impuestos para que el Estado se asegure de enseñarle bien a nuestros hijos; el trabajo que cada vez se recarga más en menos maestros porque hay quienes no han administrado bien los recursos públicos y no han defendido la necesidad prioritaria del desarrollo de la educación formal para todos; el trabajo que se supone que los maestros de escuelas y colegios privados deberían hacer sin que las madres deban correr de aquí para allá buscando tutorías privadas para garantizar a sus hijos una buena formación). Son mujeres que son maestras aunque no les paguen, que lo hacen para asegurarse de que sus hijos tendrán las mejores oportunidades para desarrollarse con una vida de calidad.

Su contribución es, sin duda, invaluable y tal parece que de muchas formas la sociedad se aprovecha de ellas, y con el discurso que califica de “exitosos” a aquellos que producen mucho dinero, la sociedad hace que muchas de ellas se sientan culpables cuando recuerdan a sus maridos que es tiempo de hacer algún pago, que necesitan dinero para comprar la comida e incluso para hacer algunas compras personales. He escuchado a muchas mujeres que al coser prendas nuevas para su familia o al estar adornando su casa, se sienten mal porque piensan que en la medida en la que no ganen dinero “están desperdiciando su tiempo”.

Bien, este mensaje es para esas mujeres. Quiero contarles lo que también he podido ver a lo largo del tiempo: Que las familias en las que hubo una madre presente, amorosa, pendiente del cuidado de los niños, de la alimentación familiar y de la armonía de la pareja, evolucionaron de una forma especialmente positiva; son familias en las que, generalmente, los hermanos crecen y se llevan bien entre sí (aunque pelearan cuando eran niños), familias en las que alcanzó el dinero para satisfacer las necesidades importantes pero nunca el dinero llegó a representar un valor primario, familias en las que en la Navidad se celebró el nacimiento de Cristo, el amor y la unión familiar y no el estatus económico evidenciado a través de las compras. Estas son las familias en las que se toman decisiones de manera democrática, en las que el parecer de cada uno es importante, en las que todos aprenden a contribuir de la mejor manera y a valorar y respetar el esfuerzo de los demás.

Una familia que aprende a comer bien es una familia saludable físicamente. Una familia que tiene tiempo de juego y recreación es una familia que vincula de manera positiva y permanente. Una familia en la que hay alguien siempre presente para darle estabilidad y sentido a las reglas y a los límites es una familia en la que sus miembros se desarrollas como personas responsables y críticas.

Cuando el ama de casa atiende, motiva, elogia y sonríe genera oportunidades para que todos fortalezcan su autoestima; cuando pone límites y es firme en sus posiciones brinda la oportunidad de que los otros se sientan seguros de sí mismos, confiados en sus capacidades y protegidos en su entorno.

Para motivar, para dar palabras de aliento, para saber discriminar cuándo es el mejor momento para aprobar y cuándo se debe exhortar, y para tener la fuerza y la firmeza para hacerlo, una mujer necesita estar en paz con su ser interior, necesita haber dedicado tiempo a sí misma, a su casa, a las conversaciones con los otros (en el día, en la noche, o aún en las madrugadas). El atender y el cuidar a otros demanda mucho tiempo, energía, esfuerzo y una gran capacidad de automotivación y perseverancia. Este es un esfuerzo que difícilmente los otros ven sino hasta que se encuentran en la misma posición de dar sin condiciones; es un esfuerzo que no se paga y se reconoce de manera insuficiente.

Así es, lo que es insuficiente no el esfuerzo que hace la mujer en el hogar, sino el reconocimiento y agradecimiento social y familiar por lo realizado por ella. Este esfuerzo de la mujer que trabaja en su hogar es tan grande que implica en gran medida la negación del propio ser por el beneficio de los otros, y es necesario generar conciencia de que hace falta un balance para garantizar también el bienestar de ella.

Una mujer que siembra amor cosecha amor, una mujer que pone límites mantiene su casa en orden, una mujer que se esfuerza por la belleza y el orden de su hogar facilita la armonía y el deleite, una mujer que produce con sus manos prospera, y prospera más la que produce con el corazón porque prospera su espíritu. Así que, sí se cosecha el fruto de lo que se siembra, sí se llega a disfrutar el fruto de tanto esfuerzo.

El tiempo y la atención que se brinda a los otros no es en vano, con excepción de aquellas mujeres que viven subyugadas en una relación machista y desigual (para la cual debería buscar ayuda); las mujeres virtuosas de las que habla la Palabra de Dios, cosechan abundantemente el delicioso fruto de su trabajo.

Esto es lo que he visto; que para estas mujeres el dinero llega en algún momento, el amor de sus hijos las premia, el éxito laboral de sus esposos es el suyo propio y todo el mundo lo sabe, en su trabajo prosperan, y la sabiduría que tienen es corona de gloria para ellas en frente de todas las personas que las conocen; la armonía y paz de sus hogares no tiene precio y la salud y la calidad de vida se multiplican para todos.

Nuestro Dios es abundante, generoso en bondad y buenos deseos para con nosotras, Él ha prometido que nosotras cosecharemos el fruto de nuestro trabajo y nosotras lo disfrutaremos (Isaías 62:8), Él nos recompensa con los "secretos muy guardados y los tesoros escondidos" de la vida (Isaías 45:3), Él nos ha dado talentos maravillosos que darán fruto cada vez que los pongamos a trabajar (Mateo 25:14-30), y este fruto es un fruto espiritual y también material. Todo trabajador es digno de su salario (Lucas 10:7), todo aquel que busca encuentra (Lucas 11:9 y 10) y toda mujer que emprenda un negocio prosperará en Él (Proverbios 31:18).

A todas esas mujeres maravillosas que se esfuerzan cada día en sus hogares les digo: "Esfuérzate y sé valiente porque Jehová tu Dios estará contigo donde quiera que vayas" (Josué 1:9) y "comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y te irá bien" (Salmo 128:2). 



Elogio de la mujer virtuosa

10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?
    Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
11 El corazón de su marido está en ella confiado,
Y no carecerá de ganancias.
12 Le da ella bien y no mal
Todos los días de su vida.
13 Busca lana y lino,
Y con voluntad trabaja con sus manos.
14 Es como nave de mercader;
Trae su pan de lejos.
15 Se levanta aun de noche
Y da comida a su familia
Y ración a sus criadas.
16 Considera la heredad, y la compra,
Y planta viña del fruto de sus manos.
17 Ciñe de fuerza sus lomos,
Y esfuerza sus brazos.
18 Ve que van bien sus negocios;
Su lámpara no se apaga de noche.
19 Aplica su mano al huso,
Y sus manos a la rueca.
20 Alarga su mano al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.
21 No tiene temor de la nieve por su familia,
Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.
22 Ella se hace tapices;
De lino fino y púrpura es su vestido.
23 Su marido es conocido en las puertas,
Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
24 Hace telas, y vende,
Y da cintas al mercader.
25 Fuerza y honor son su vestidura;
Y se ríe de lo por venir.
26 Abre su boca con sabiduría,
Y la ley de clemencia está en su lengua.
27 Considera los caminos de su casa,
Y no come el pan de balde.
28 Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;
Y su marido también la alaba:
29 Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
30 Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
31 Dadle del fruto de sus manos,
Y alábenla en las puertas sus hechos.
(Proverbios 31)


jueves, 25 de septiembre de 2014

Individualmente, En Libertad y Con Propósito

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Vigésima tercera reunión: Guadalupe, 25 de setiembre de 2014

Individualmente, En Libertad
y Con Propósito
Por María Antonieta Campos

Hace una semana, Luz utilizó una frase interesante cuando le expliqué que recortar cada uno sus patrones para las manualidades era un ejercicio fundamental para mantener activas nuestras capacidades cerebrales; ella dijo: “Todo tiene un propósito”.
Sí, en las Tardes de Manualidades y Café estamos promoviendo la salud del espíritu, el alma y el cuerpo, o, desde otras perspectivas, la salud de nuestro funcionamiento físico, del área socio-afectiva y de la esencia de nuestro ser.
·         Cuando nos arreglamos para salir a la calle, cuando acudimos a un lugar fresco y agradable, cuando compartimos alimentos saludables, cuando respiramos despacio y profundo y nos relajamos, estamos cuidando nuestro bienestar físico en el funcionamiento de todos sus sistemas.
·         Cuando dibujamos, recortamos, pegamos, cosemos y trabajamos con nuestras manos armando y desarmando piezas manuales, estamos obligando a nuestro cerebro a resolver problemas sencillos de ejecución y problemas más complejos de diseño y estética, en ambos casos nuestra mente trabaja resolviendo retos hermosos y con esto fortalecemos nuestra capacidad de procesamiento cognitivo.
·         Cuando reflexionamos en la meditaciones que leemos no sólo estimulamos nuestra capacidad de análisis-síntesis, también hacemos una construcción de lo que pensamos que es nuestro sentido de vida, fortalecemos nuestra fe y, con ello, nuestro espíritu.
Estas tres tareas son individuales aunque las hagamos juntas. Sólo quien hace el esfuerzo de caminar recibe el beneficio que la actividad física le aporta al cuerpo, sólo el come se siente satisfecho, sólo el que recorta y arma las manualidades reta a su cerebro, y sólo el que piensa se vuelve más inteligente. Los otros, todos, podrían estar a su lado, y no recibirían ninguno de estos beneficios si no hicieran un esfuerzo propio.
El beneficio de estar juntas en estar tardes hermosas, no es, entonces, la manualidad en sí misma, es el proceso de trabajo, es el reto que nos planteamos para hacer cosas que en otras circunstancias no haríamos, y es el enriquecimiento que da el trabajo en grupo cuando cada una observa el esfuerzo de la otra, lo repite y aprende.
Somos seres sociales porque aprendemos unos de los otros y con esto nos hacemos cada vez más fuertes; pero sólo aprendemos al hacer nosotros mismos el trabajo. En nuestra sociedad, sin embargo, hemos malinterpretado el sentido de “ser sociales”, y parece que unos creen que si otros realizan el trabajo y ellos obtienen la ganancia entonces es cuando son más fuertes. ¡Grave error!, porque nosotros no somos nuestros objetos ni nuestro bienes materiales, no son estos los que nos constituyen y trascienden nuestra existencia, lo que trasciende verdaderamente es nuestro espíritu, el que vive más allá de lo material, el que aprende a través de lo cognitivo y lo corporal. Somos personas tridimensionales que podemos desarrollarnos de manera integral sólo cuando hay  un esfuerzo suficiente y agradable para fortalecer cada una de las tres áreas citadas. Cuando el esfuerzo no se hace, el ser se debilita, y el dinero y las posesiones no logran devolvernos lo perdido.
Disfrutar del trabajo es bendición de Dios. Nuestras manos, nuestra mente y nuestro espíritu requieren ser puestos en acción cada día. Que Dios bendiga la obra de nuestras manos.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Callar de Amor

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Vigésima primera y vigésima segunda reuniones: Guadalupe, 12 y 19 de setiembre de 2014

Callar de Amor
Por María Antonieta Campos Badilla





“Jehová está en medio de ti, poderoso…”

¿Qué significa poderoso? ¿Por qué hace referencia Dios a su poder dentro de nosotros? ¿Qué hace Él dentro de nosotros con su poder?

“…Él salvará;
Se gozará sobre ti con alegría,
Callará de amor,
Se regocijará sobre ti con cánticos”.
(Sofonías 3:17)

De este pasaje, mi frase preferida es “callará de amor”.

Sabemos con facilidad que el que ama ayuda, hace lo que sea para sacar al amado de su apuro y se alegra en todas sus alegrías, puede hasta bailar, gritar, reír y sonreír por amor aún cuando se le juzgue por “hacer el ridículo”. Pero el amor hace eso de una forma muy natural y satisfactoria.

En cambio, callar de amor es más difícil, menos natural para quienes acostumbramos a decir las verdades, y mucho menos satisfactorio la mayoría de las veces.

En I Juan 4:9 dice: “Amamos porque Él nos amó primero”.  ¿Es verdad? ¿Amamos como Él nos amó? Algunas veces, cuando digo algunas verdades muy ciertas, verdades irrefutables en mi mente, pero a pesar de su veracidad me duele el alma, recuerdo ese pasaje y pienso en tantas, tantas, tantas veces, en las que Dios ha hecho silencio ante mí o al respecto mí por amor, entonces pienso: “quizás no debí haber hablado”.

Algunas veces, no todas, pero algunas veces, la decisión de caminar una milla extra, en silencio, por amor, puede ser el único camino para nuestra paz personal. Casi siempre, cuando guardamos silencio por amor,  Dios acude a nosotros en reconocimiento absoluto de lo que es Su propia esencia; entonces nos tiende una mano, nos da una salida, “adereza mesa delante de nosotros en frente de nuestros angustiadores” (Salmos 23:5) , es decir, prepara las circunstancias para que entonces podamos hablar palabras asertivas, de amor y verdad, saludables, palabras que sirvan para liberar consolar y sanar como dice en  Isaías 50:4 y en Isaías 61: 1-4:

“Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.”

“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;  a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones”.

Cuando nuestras palabras tienen este efecto sanador, entonces estamos hablando lo que debemos y cumpliendo con los principios cristianos que proclamamos.
Nunca es tarde, aunque las palabras que se dicen no se pueden borrar, muchas veces se pueden retomar y se pueden aclarar, otras veces simplemente se puede callar de amor y rectificar con los hechos. Si nuestras acciones son impulsadas por el amor y nuestro compromiso es tal que se nota el deseo de liberar, sanar y consolar al amado, entonces nuestras palabras pueden volver a tomar el curso correcto y cumplir el propósito para el cuál Dios no regaló el precioso don del Verbo.

Recuerda la promesa: “Jehová cumplirá su propósito en mí”. (Salmos 138:8)



viernes, 5 de septiembre de 2014

Un Futuro Imprevisto pero Bueno

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Vigésima reunión: Guadalupe, 5 de setiembre de 2014

Un Futuro Imprevisto pero Bueno
Por María Antonieta Campos Badilla

En relación con nuestra reflexión anterior tendríamos que decir que lo que recibimos del mundo espiritual en el material, es siempre bueno: Bendiciones concretas y promesas esperanzadoras que sabemos se cumplirán. Aún los deseos que aún no alcanzamos representan un mensaje que poco a poco llegaremos a comprender y que nos fortalecerán más adelante. Si revisamos nuestro pasado y nuestras experiencias sabemos que esto es así. “Hasta aquí nos ha ayudado el Señor” (I Samuel 7:12).
¿Qué debemos de pensar entonces sobre nuestra posibilidad de intervenir en el presente para planificar nuestro futuro y recibir lo que queremos? ¿Podemos planear nuestra historia?
Creo que sí y que no.
Si observamos bien nuestra experiencia y la experiencia de los otros, nuestra historia es una cadena de planes e imprevistos. Algunos de nuestros planes se concretan, muchísimos permanecen como sueños o posibilidades por años, y otros simplemente desaparecen.
Nos acostamos por la noche pensando lo que haremos al día siguiente, en la semana que comienza, en el mes que se avecina, en nuestra vida profesional, familiar o personal; y al día siguiente recibimos una noticia, una solicitud, un acontecimiento que cambia  nuestra disponibilidad de tiempo de manera absoluta. En ese momento tenemos que revalorar nuestros planes y decidir con tres opciones:
(1) Los mantenemos y hacemos un mayor esfuerzo para lograrlos en el tiempo previsto, sacrificando con ello otros planes, otras personas, nuestra energía y/o nuestra salud.
(2) Los mantenemos a sabiendas de que alcanzaremos lo previsto en un momento más lejano porque el tiempo para dedicarles es menor que el inicial.
(3) Los desechamos y aceptamos la pérdida disponiéndonos a construir nuevos propósitos.
Podríamos decir que cada día de nuestra vida tenemos que tomar decisiones como estas.
Tenemos capacidad limitada para planear y controlar nuestro entorno y, si bien los psicólogos nos recomiendan desarrollar hasta donde sea posible un locus de control interno (la convicción de que podemos cambiar y controlar nuestras circunstancias), en realidad, también dependemos de que quienes nos rodean, nuestro medio y nuestra historia nos ayuden a concretar nuestras metas.
¿Cómo ser feliz, entonces, cuando vivimos en un estado material incierto y cambiante?
Los mismos psicólogos que hablan del locus de control, hablan de la capacidad de adaptación: Si somos flexibles para aceptar las nuevas circunstancias y adaptarnos con nuevas propuestas, entonces, probablemente, encontraremos la forma de ajustar el medio a nosotros también.
Luchar contra una fuerza mayor que la nuestra puede desgastarnos, en cambio, aceptar que esa fuerza es mayor, y observarla, determinar su curso y aprovecharla para impulsarnos a nosotros mismos, puede ser la clave para nuestra adaptación, sobrevivencia y triunfo sobre las circunstancias.
¿Cuántas personas conocemos que al perder su empleo descubrieron habilidades, recursos y oportunidades nuevas que les ayudaron a salir adelante? ¿Cuántas parejas hemos visto que se unieron más y se fortalecieron cuando tuvieron que enfrentar circunstancias difíciles? ¿Cuántos niños con dificultades de aprendizaje desarrollaron estrategias de estudio para aprobar la escuela y cuando llegaron a la adultez descubrieron que esas estrategias los pusieron en ventaja sobre otros en el mundo laboral?
El principio del éxito ante lo imprevisto es la aceptación; la posibilidad de confiar en que todo lo que nos acontece es para bien; porque “la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2); la esencia de la naturaleza es vida, y en el universo no se destruye la energía sino que se transforma por la eternidad para dar lugar a infinitos fenómenos maravillosos y hermosos para nuestro deleite y el de todos los seres que nos rodean. Fenómenos que “cuentan la gloria de Dios” y que “anuncian la obra de Sus manos” (Salmo 19:1).

Confiemos, “Nuestro Dios está en los cielos”, en lo alto, en posición de autoridad sobre todas las cosas, “todo lo que quiso ha hecho” (Salmo 115:3), y “sus pensamientos para con nosotros son pensamientos de paz y no de mal para darnos un buen fin” (Jeremías 29:11).

viernes, 22 de agosto de 2014

En Tu Futuro Brilla Una Estrella

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Décima octava  y décima novena reuniones: Guadalupe, 22 y 29 de agosto de 2014

En Tu Futuro Brilla Una Estrella
Por María Antonieta Campos Badilla

Hoy amanecí con la claridad de que nuestros propósitos de vida son eternos y sobrepasan nuestro entorno material inmediato. Luego recordé el siguiente versículo: “Esta visión es para un tiempo futuro. Describe el fin, y éste se cumplirá. Aunque parezca que se demora en llegar, espera con paciencia, porque sin lugar a dudas sucederá. No se tardará.” (Habacuc 2:3)
Nuestros propósitos—es decir, los propósitos de Dios, de la vida misma—han  de cumplirse.
El que no solamente cree sino que confía en el poder que mueve el universo, sabe que en la naturaleza hay un código especial, uno que dice quiénes somos y cuál es nuestra esencia, uno que aún en la aparente ausencia guarda secretos de amor. Esos “secretos muy guardados”, esos “tesoros escondidos” de los que habla la Biblia, se encuentran en el silencio, en la oscuridad, en la soledad; los descubrimos cuando decidimos acallar nuestra alma y esperar,  cuando decidimos no juzgar las circunstancias sino simplemente observarlas y respirar.
Repasemos un poco aquella información que estudiamos en la escuela primaria, cuando nos explicaron de qué están hechas todas las cosas: A todo cuanto existe le llamamos materia. La materia es todo aquello que podemos tocar y percibir con nuestros sentidos. Todas las cosas que conocemos son materia, y la materia está compuesta por incontables átomos que se unen entre sí.
La materia se encuentra en tres estados: sólido, líquido y gaseoso, dependiendo de qué tan unidos se encuentren sus átomos.
Los átomos son partículas diminutas compuestas por un núcleo (con partículas de carga positiva o neutra) alrededor del cual giran los electrones (que son unas partículas inquietas de carga negativa).
Ahora bien, hay diferentes tipos de átomos, los diferentes elementos que conocemos de la tabla periódica. ¿Cómo clasificamos los diferentes elementos que existen? Pues porque los átomos de cada elemento tienen una cantidad particular de electrones; por ejemplo, los átomos de hidrógeno tiene sólo un electrón mientras que los átomos del oxígeno tienen ocho, y los de la plata tiene cuarenta y siete, y así se extiende una larga lista de elementos cuyos átomos pueden tener más de cien electrones girando a la vez alrededor de su núcleo.
Esos electrones giran en órbita, pero no lo hacen con la misma estabilidad con la que giran los planetas alrededor del Sol; los electrones van girando en una órbita y de repente desaparecen y aparecen en otra órbita para volver a empezar sus giros. Cada vez que un electrón desaparece de una órbita y aparece en otra se dice que ha hecho un salto, y cada vez que salta se produce un destello. Así, a mayor cantidad de electrones en un elemento, mayor será la cantidad de saltos y destellos que se producirán en ese elemento.
Como estamos hablando de destellos, hablemos un poco sobre la luz.
Recibimos la luz de las estrellas. Del Sol recibimos toda la luz y la energía necesarias para nuestra existencia. De las estrellas más lejanas, por la noche, recibimos una luz tenue cargada de belleza, esperanza, consuelo.
¿Qué son las estrellas? Grandes bolas de gas que se acumulan en el cosmos, muchos átomos que se unen en estado gaseoso,  que al unirse reaccionan y explotan e inician un largo proceso en el que se consumen o queman durante millones y millones de años. La luz que se produce al quemarse viaja en forma de ondas a lo largo del cosmos hasta aquel lugar en donde algo la detenga y la refleje o la absorba.
La luz viaja en forma de ondas; un rayo de luz que viene de las estrellas y pasa por un prisma se separa en diferentes frecuencias de onda y despliega una serie de colores: verde, amarillo, anaranjado, rojo, morado, azul e índigo; pero entrelazados con los colores se despliegan una serie de espectros oscuros, carentes de luz, una líneas negras como los códigos de barra de los productos que compramos en un supermercado.
Durante muchos años, los científicos se preguntaron qué eran esas líneas o espectros oscuros, ¿por qué no se despliegan de manera continua los colores de la luz al pasar por el prisma? Hoy se sabe que los espectros se producen por la interrupción de los rayos de luz que salen de las estrellas.
¿Qué es lo que interrumpe los rayos de luz? Esta interrupción se produce cada vez que salta de órbita un electrón de alguno de los elementos que forma la estrella. El destello de cada salto interrumpe el rayo de luz; y se puede decir que las interrupciones a un rayo de luz dependen del número de electrones saltando que tengan los elementos particulares de aquella estrella. Si la estrella tiene principalmente partículas de hidrógeno (con un sólo un electrón por átomo) sus interrupciones son diferentes a las de una estrella supernova con elementos más pesados como es el caso del oro cuyos átomos poseen 79 electrones. Así, dependiendo del tipo de elementos que tiene la estrella, así serán los espectros oscuros que podremos ver desde acá.
¿Qué quiere decir todo esto? Que la luz trae impreso un “código de barras” que dice cuáles son los elementos que están conformando las estrellas, los planetas y cualquier objeto que refleje la luz que observamos. Pero esta información no la encontramos en los hermosos colores de la luz, sino en los espectros oscuros.
Gracias a esos espectros oscuros es que hoy sabemos cuáles son los elementos que forman todo el universo y podemos comprender mejor todo aquello que conocemos, podemos entender cómo está conformado nuestro planeta y cómo funciona el Sistema Solar en el que vivimos; conocemos las galaxias y sabemos incluso cuándo nacieron. Hoy, por ese código de espectros oscuros sabemos el comportamiento y la vida de las estrellas, cómo nacen, cómo mueren y cómo se transforman.
Así, es lo que no llega de luz acá, lo que nos dice qué hay más allá, en aquel lugar de donde nos envían luz, color, calor, alegría y bienestar. Y es esa ausencia de luz la que nos ha permitido descubrir cuál es nuestra esencia física (los elementos de toda la materia que existe) y cómo se comporta esa esencia en los diferentes escenarios del universo.
Es por la oscuridad del espectro que podemos saber lo que ha de pasar con nuestro Sol en el futuro y podemos planificar y disfrutar el presente para cuidar nuestro planeta lo mejor posible, para sobrevivir en él de manera sostenible mientras nos sea permitido, y para viajar, si se pudiera, a otros planetas en el futuro, o para morir en paz como especie con la certeza de que nuestros cuerpos serán polvo de estrellas para llevar vida a nuevos planetas.
Cualquiera que sea nuestro futuro, será mejor si conocemos cómo funciona el mundo y el universo en el que vivimos; vale la pena preguntarse, entonces, ¿por qué encontramos esa información tan importante para nuestro bienestar en la oscuridad y no en el color de los rayos de luz?
Y con esta pregunta, quisiera que pasemos a una reflexión del plano espiritual y no sólo el físico. Es que estamos acostumbrados a ver a Dios en todo aquello que es bueno y hermoso, en lo que catalogamos como prosperidad, éxito y felicidad;  pero en la ausencia, en la soledad y en la oscuridad, nos parece que no podría estar aquello que amamos. ¿No es acaso en la soledad y en el silencio cuando somos capaces de escuchar lo que hay en nuestro interior? ¿No es cuando apagamos la luz y cuando no nos queda ningún otro recurso bullicioso cuando tenemos que escuchar a nuestra alma y ver para adentro? Muchísimas personas toman pastillas para dormir, no porque se sientan cansados por las pocas horas de sueño, sino porque no soportan escuchar y sentir lo que llevan por dentro cuando llega la noche; no soportan el silencio ni la oscuridad.
Queremos que nuestra vida esté llena de color siempre, de alegría, de música, de abrazos y compañía. No queremos la oscuridad, la soledad ni el silencio; no queremos recordar las críticas del día, no nos gusta sentir tristeza o frustración por lo que no pudimos hacer, ni temor o ansiedad por lo que viene mañana. Evadimos, con todos los recursos que tenemos esos “espectros de oscuridad espiritual”.
Pero pensemos un poco: Si en lo físico pudimos encontrar grandes respuestas en la oscuridad, en lo espiritual también podemos hacerlo si somos valientes, si decidimos apagar la luz, enfrentar la soledad, escuchar nuestra alma y sentir todo aquello que ella quiera entregarnos, bueno o malo, colorido y alegre u oscuro y triste.  Quizás es en la oscuridad, en la soledad o en los problemas, donde podemos percibir los grandes saltos y destellos espirituales que impulsan nuestra vida, quizás por evadir el temor y el dolor no estamos encontrado el gran poder energético que se mueve en las manos del Dios que decimos que vive en nosotros. Dios nos muestra su poder en nuestra debilidad (II Corintios 12:9), entonces nuestro triunfo no radica en evadir el dolor sino en mirarlo de frente, confiando en que Dios está haciendo su obra .
Alcanzamos realmente todo el color y la información de nuestras estrellas espirituales, cuando reconocemos tanto las brillantes y coloridas bendiciones que hemos recibido como la desesperanza que sentimos ante la ausencia de respuestas. Tenemos que dar gracias, sí, pero también tenemos que darle lugar a los sentimientos que nos produce la aparente falta de respuesta. “En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza” (Isaías 30:15).
Cuando abrimos espacio al dolor, cuando nos animamos a sentir la tristeza, cuando podemos derramar una pequeña lágrima y decir “no lo logré, pero aun así me amo y me apruebo… lloro, pero acepto el amor del universo y espero cosas buenas en mi futuro”, entonces estamos confiando verdaderamente en la Gracia, estamos recibiendo el espectro completo, con colores y oscuridad, con información de lo maravilloso que hay más allá, de lo que espera por nosotros y de lo que ha de venir; estamos dejando que toda la información necesaria penetre nuestra alma y se resuelva con una respuesta que llegará a su tiempo y de manera natural.  Porque la Sabiduría Divina que Dios ha puesto en nosotros resuelve todo en el momento en el que nos damos permiso de observar, sentir y reconocer. El reconocer y nombrar todo aquello que nos falta al  mismo tiempo que se agradece lo que sí hemos recibido, genera un equilibrio perfecto para que nuestra esencia espiritual resuelva lo que a nuestra alma perturba.
En el mundo espiritual, el conocimiento llega cuando lo dejamos llegar sin ayudarle, cuando sólo contemplamos todo lo que pasa sin juzgarlo, sin seleccionarlo;  la respuesta llega cuando la soltamos y esperamos sabiendo que toda la esencia de lo espiritual es buena.

Confiemos: Es cuestión de tiempo; así como la luz de las estrellas viaja y llega hasta nosotros, así como los físicos han podido descifrar el código de las estrellas y así como es probable que algún día logren  llegar hasta ellas, así las promesas que Dios nos ha dado ya son nuestras en el mundo espiritual y se manifestarán  pronto en nuestra dimensión material, aquí o en la eternidad.
Recordemos que hay algunas cosas que “vemos como por espejo” (I Corintios 13:12), pero que pronto llegaremos a  ver y gozar en su plenitud. “La senda del justo es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4:18).