Programa Manualidades y Arte para la
Autoafirmación
TARDES DE
MANUALIDADES Y CAFÉ
Vigésima tercera reunión: Guadalupe, 5 de
octubre de 2014
La contribución de las mujeres a la calidad de vida familiar produce un fruto abundante
Por María Antonieta Campos Badilla
Conozco gran cantidad de amas de
casa que sienten que su contribución a la familia, a la comunidad y a la
sociedad es insuficiente, gran cantidad de mujeres que desean haber estudiado
una carrera o haber puesto en práctica su profesión.
Aunque cada vez menos, en nuestra
sociedad latinoamericana aún muchas mujeres deciden abandonar la vida laboral
para dedicarse a la crianza de sus hijos, a la administración de sus hogares y
al cuidado de su vida en pareja, otras muchas mujeres se dedican a brindar
servicios y a vender productos diversos desde sus hogares, combinando así una
vida laboral entrecortada con las múltiples responsabilidades del día y sin
garantías sociales.
Conozco también muchas
maravillosas mujeres que desarrollan sus habilidades culinarias, de costura, de
diseño y muchas otras para asegurarse de que su hogar va a lucir bien, que va a
haber comodidad para todos, que los alimentos no sólo van a ser sabrosos sino
también nutritivos y que la economía del hogar les va a permitir prosperar.
De igual manera, hay muchas
mujeres que se mantienen en formación académica continua al supervisar el
estudio de sus hijos y que no se percatan (o sí) de que están haciendo el
trabajo que se supone prometen las escuelas (el trabajo por el que todos
pagamos impuestos para que el Estado se asegure de enseñarle bien a nuestros
hijos; el trabajo que cada vez se recarga más en menos maestros porque hay
quienes no han administrado bien los recursos públicos y no han defendido la
necesidad prioritaria del desarrollo de la educación formal para todos; el
trabajo que se supone que los maestros de escuelas y colegios privados deberían
hacer sin que las madres deban correr de aquí para allá buscando tutorías
privadas para garantizar a sus hijos una buena formación). Son mujeres que son
maestras aunque no les paguen, que lo hacen para asegurarse de que sus hijos
tendrán las mejores oportunidades para desarrollarse con una vida de calidad.
Su contribución es, sin duda,
invaluable y tal parece que de muchas formas la sociedad se aprovecha de ellas,
y con el discurso que califica de “exitosos” a aquellos que producen mucho
dinero, la sociedad hace que muchas de ellas se sientan culpables cuando
recuerdan a sus maridos que es tiempo de hacer algún pago, que necesitan dinero
para comprar la comida e incluso para hacer algunas compras personales. He
escuchado a muchas mujeres que al coser prendas nuevas para su familia o al
estar adornando su casa, se sienten mal porque piensan que en la medida en la
que no ganen dinero “están desperdiciando su tiempo”.
Bien, este mensaje es para esas
mujeres. Quiero contarles lo que también he podido ver a lo largo del tiempo:
Que las familias en las que hubo una madre presente, amorosa, pendiente del
cuidado de los niños, de la alimentación familiar y de la armonía de la pareja,
evolucionaron de una forma especialmente positiva; son familias en las que,
generalmente, los hermanos crecen y se llevan bien entre sí (aunque pelearan
cuando eran niños), familias en las que alcanzó el dinero para satisfacer las
necesidades importantes pero nunca el dinero llegó a representar un valor
primario, familias en las que en la Navidad se celebró el nacimiento de Cristo,
el amor y la unión familiar y no el estatus económico evidenciado a través de
las compras. Estas son las familias en las que se toman decisiones de manera
democrática, en las que el parecer de cada uno es importante, en las que todos
aprenden a contribuir de la mejor manera y a valorar y respetar el esfuerzo de
los demás.
Una familia que aprende a comer
bien es una familia saludable físicamente. Una familia que tiene tiempo de
juego y recreación es una familia que vincula de manera positiva y permanente.
Una familia en la que hay alguien siempre presente para darle estabilidad y
sentido a las reglas y a los límites es una familia en la que sus miembros se
desarrollas como personas responsables y críticas.
Cuando el ama de casa atiende,
motiva, elogia y sonríe genera oportunidades para que todos fortalezcan su
autoestima; cuando pone límites y es firme en sus posiciones brinda la
oportunidad de que los otros se sientan seguros de sí mismos, confiados en sus
capacidades y protegidos en su entorno.
Para motivar, para dar palabras
de aliento, para saber discriminar cuándo es el mejor momento para aprobar y
cuándo se debe exhortar, y para tener la fuerza y la firmeza para hacerlo, una
mujer necesita estar en paz con su ser interior, necesita haber dedicado tiempo
a sí misma, a su casa, a las conversaciones con los otros (en el día, en la
noche, o aún en las madrugadas). El atender y el cuidar a otros demanda mucho
tiempo, energía, esfuerzo y una gran capacidad de automotivación y
perseverancia. Este es un esfuerzo que difícilmente los otros ven sino hasta
que se encuentran en la misma posición de dar sin condiciones; es un esfuerzo
que no se paga y se reconoce de manera insuficiente.
Así es, lo que es insuficiente no
el esfuerzo que hace la mujer en el hogar, sino el reconocimiento y
agradecimiento social y familiar por lo realizado por ella. Este esfuerzo de la
mujer que trabaja en su hogar es tan grande que implica en gran medida la
negación del propio ser por el beneficio de los otros, y es necesario generar
conciencia de que hace falta un balance para garantizar también el bienestar de
ella.
Una mujer que siembra amor
cosecha amor, una mujer que pone límites mantiene su casa en orden, una mujer
que se esfuerza por la belleza y el orden de su hogar facilita la armonía y el
deleite, una mujer que produce con sus manos prospera, y prospera más la que
produce con el corazón porque prospera su espíritu. Así que, sí se cosecha el
fruto de lo que se siembra, sí se llega a disfrutar el fruto de tanto esfuerzo.
El tiempo y la atención que se brinda
a los otros no es en vano, con excepción de aquellas mujeres que viven
subyugadas en una relación machista y desigual (para la cual debería buscar
ayuda); las mujeres virtuosas de las que habla la Palabra de Dios, cosechan
abundantemente el delicioso fruto de su trabajo.
Esto es lo que he visto; que para
estas mujeres el dinero llega en algún momento, el amor de sus hijos las
premia, el éxito laboral de sus esposos es el suyo propio y todo el mundo lo
sabe, en su trabajo prosperan, y la sabiduría que tienen es corona de gloria
para ellas en frente de todas las personas que las conocen; la armonía y paz de
sus hogares no tiene precio y la salud y la calidad de vida se multiplican para
todos.
Nuestro Dios es abundante, generoso
en bondad y buenos deseos para con nosotras, Él ha prometido que nosotras
cosecharemos el fruto de nuestro trabajo y nosotras lo disfrutaremos (Isaías
62:8), Él nos recompensa con los "secretos muy guardados y los tesoros
escondidos" de la vida (Isaías 45:3), Él nos ha dado talentos maravillosos
que darán fruto cada vez que los pongamos a trabajar (Mateo 25:14-30), y este
fruto es un fruto espiritual y también material. Todo trabajador es digno de su
salario (Lucas 10:7), todo aquel que busca encuentra (Lucas 11:9 y 10) y toda
mujer que emprenda un negocio prosperará en Él (Proverbios 31:18).
A todas esas mujeres maravillosas
que se esfuerzan cada día en sus hogares les digo: "Esfuérzate y sé
valiente porque Jehová tu Dios estará contigo donde quiera que vayas"
(Josué 1:9) y "comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz
y te irá bien" (Salmo 128:2).
Elogio de la mujer
virtuosa
10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?
Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
11 El corazón de su marido está en ella confiado,
Y no carecerá de ganancias.
Y no carecerá de ganancias.
12 Le da ella bien y no mal
Todos los días de su vida.
Todos los días de su vida.
13 Busca lana y lino,
Y con voluntad trabaja con sus manos.
Y con voluntad trabaja con sus manos.
14 Es como nave de mercader;
Trae su pan de lejos.
Trae su pan de lejos.
15 Se levanta aun de noche
Y da comida a su familia
Y ración a sus criadas.
Y da comida a su familia
Y ración a sus criadas.
16 Considera la heredad, y la compra,
Y planta viña del fruto de sus manos.
Y planta viña del fruto de sus manos.
17 Ciñe de fuerza sus lomos,
Y esfuerza sus brazos.
Y esfuerza sus brazos.
18 Ve que van bien sus negocios;
Su lámpara no se apaga de noche.
Su lámpara no se apaga de noche.
19 Aplica su mano al huso,
Y sus manos a la rueca.
Y sus manos a la rueca.
20 Alarga su mano al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.
Y extiende sus manos al menesteroso.
21 No tiene temor de la nieve por su familia,
Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.
Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.
22 Ella se hace tapices;
De lino fino y púrpura es su vestido.
De lino fino y púrpura es su vestido.
23 Su marido es conocido en las puertas,
Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
24 Hace telas, y vende,
Y da cintas al mercader.
Y da cintas al mercader.
25 Fuerza y honor son su vestidura;
Y se ríe de lo por venir.
Y se ríe de lo por venir.
26 Abre su boca con sabiduría,
Y la ley de clemencia está en su lengua.
Y la ley de clemencia está en su lengua.
27 Considera los caminos de su casa,
Y no come el pan de balde.
Y no come el pan de balde.
28 Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;
Y su marido también la alaba:
Y su marido también la alaba:
29 Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
Mas tú sobrepasas a todas.
30 Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
31 Dadle del fruto de sus manos,
Y alábenla en las puertas sus hechos.
Y alábenla en las puertas sus hechos.
(Proverbios 31)
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