Programa Manualidades y Arte para la
Autoafirmación
TARDES DE
MANUALIDADES Y CAFÉ
Décima octava y décima novena reuniones: Guadalupe, 22 y 29
de agosto de 2014
En Tu
Futuro Brilla Una Estrella
Por María Antonieta Campos Badilla
Hoy amanecí con la claridad de
que nuestros propósitos de vida son eternos y sobrepasan nuestro entorno
material inmediato. Luego recordé el siguiente versículo: “Esta visión es para
un tiempo futuro. Describe el fin, y éste se cumplirá. Aunque parezca que se demora
en llegar, espera con paciencia, porque sin lugar a dudas
sucederá. No se tardará.” (Habacuc 2:3)
Nuestros propósitos—es decir, los
propósitos de Dios, de la vida misma—han
de cumplirse.
El que no solamente cree sino que
confía en el poder que mueve el universo, sabe que en la naturaleza hay un
código especial, uno que dice quiénes somos y cuál es nuestra esencia, uno que
aún en la aparente ausencia guarda secretos de amor. Esos “secretos muy
guardados”, esos “tesoros escondidos” de los que habla la Biblia, se encuentran
en el silencio, en la oscuridad, en la soledad; los descubrimos cuando
decidimos acallar nuestra alma y esperar,
cuando decidimos no juzgar las circunstancias sino simplemente
observarlas y respirar.
Repasemos un poco aquella información
que estudiamos en la escuela primaria, cuando nos explicaron de qué están
hechas todas las cosas: A todo cuanto existe le llamamos materia. La materia es
todo aquello que podemos tocar y percibir con nuestros sentidos. Todas las
cosas que conocemos son materia, y la materia está compuesta por incontables
átomos que se unen entre sí.
La materia se encuentra en tres
estados: sólido, líquido y gaseoso, dependiendo de qué tan unidos se encuentren
sus átomos.
Los átomos son partículas
diminutas compuestas por un núcleo (con partículas de carga positiva o neutra) alrededor
del cual giran los electrones (que son unas partículas inquietas de carga
negativa).
Ahora bien, hay diferentes tipos
de átomos, los diferentes elementos que conocemos de la tabla periódica. ¿Cómo clasificamos
los diferentes elementos que existen? Pues porque los átomos de cada elemento
tienen una cantidad particular de electrones; por ejemplo, los átomos de
hidrógeno tiene sólo un electrón mientras que los átomos del oxígeno tienen ocho, y los de la plata tiene
cuarenta y siete, y así se extiende una larga lista de elementos cuyos átomos pueden tener
más de cien electrones girando a la vez alrededor de su núcleo.
Esos electrones giran en órbita,
pero no lo hacen con la misma estabilidad con la que giran los planetas alrededor del
Sol; los electrones van girando en una órbita y de repente desaparecen y
aparecen en otra órbita para volver a empezar sus giros. Cada vez que un
electrón desaparece de una órbita y aparece en otra se dice que ha hecho un
salto, y cada vez que salta se produce un destello. Así, a mayor cantidad de electrones
en un elemento, mayor será la cantidad de saltos y destellos que se producirán
en ese elemento.
Como estamos hablando de
destellos, hablemos un poco sobre la luz.
Recibimos la luz de las
estrellas. Del Sol recibimos toda la luz y la energía necesarias para nuestra
existencia. De las estrellas más lejanas, por la noche, recibimos una luz tenue
cargada de belleza, esperanza, consuelo.
¿Qué son las estrellas? Grandes
bolas de gas que se acumulan en el cosmos, muchos átomos que se unen en estado
gaseoso, que al unirse reaccionan y explotan
e inician un largo proceso en el que se consumen o queman durante millones y
millones de años. La luz que se produce al quemarse viaja en forma de ondas a
lo largo del cosmos hasta aquel lugar en donde algo la detenga y la refleje o
la absorba.
La luz viaja en forma de ondas;
un rayo de luz que viene de las estrellas y pasa por un prisma se separa en
diferentes frecuencias de onda y despliega una serie de colores: verde, amarillo,
anaranjado, rojo, morado, azul e índigo; pero entrelazados con los colores se
despliegan una serie de espectros oscuros, carentes de luz, una líneas negras
como los códigos de barra de los productos que compramos en un supermercado.
Durante muchos años, los
científicos se preguntaron qué eran esas líneas o espectros oscuros, ¿por qué no
se despliegan de manera continua los colores de la luz al pasar por el prisma? Hoy se sabe que los espectros se producen por la interrupción de los rayos de
luz que salen de las estrellas.
¿Qué es lo que interrumpe los
rayos de luz? Esta interrupción se produce cada vez que salta de órbita un
electrón de alguno de los elementos que forma la estrella. El destello de cada
salto interrumpe el rayo de luz; y se puede decir que las interrupciones a un rayo
de luz dependen del número de electrones saltando que tengan los elementos particulares
de aquella estrella. Si la estrella tiene principalmente partículas de hidrógeno
(con un sólo un electrón por átomo) sus interrupciones son diferentes a las de
una estrella supernova con elementos más pesados como es el caso del oro cuyos átomos poseen 79 electrones.
Así, dependiendo del tipo de elementos que tiene la estrella, así serán los
espectros oscuros que podremos ver desde acá.
¿Qué quiere decir todo esto? Que
la luz trae impreso un “código de barras” que dice cuáles son los elementos que
están conformando las estrellas, los planetas y cualquier objeto que refleje la
luz que observamos. Pero esta información no la encontramos en los hermosos
colores de la luz, sino en los espectros oscuros.
Gracias a esos espectros oscuros
es que hoy sabemos cuáles son los elementos que forman todo el universo y
podemos comprender mejor todo aquello que conocemos, podemos entender cómo está
conformado nuestro planeta y cómo funciona el Sistema Solar en el que vivimos;
conocemos las galaxias y sabemos incluso cuándo nacieron. Hoy, por ese código
de espectros oscuros sabemos el comportamiento y la vida de las estrellas, cómo
nacen, cómo mueren y cómo se transforman.
Así, es lo que no llega de luz
acá, lo que nos dice qué hay más allá, en aquel lugar de donde nos envían luz,
color, calor, alegría y bienestar. Y es esa ausencia de luz la que nos ha
permitido descubrir cuál es nuestra esencia física (los elementos de toda la
materia que existe) y cómo se comporta esa esencia en los diferentes escenarios
del universo.
Es por la oscuridad del espectro
que podemos saber lo que ha de pasar con nuestro Sol en el futuro y podemos
planificar y disfrutar el presente para cuidar nuestro planeta lo mejor posible,
para sobrevivir en él de manera sostenible mientras nos sea permitido, y para
viajar, si se pudiera, a otros planetas en el futuro, o para morir en paz como
especie con la certeza de que nuestros cuerpos serán polvo de estrellas para
llevar vida a nuevos planetas.
Cualquiera que sea nuestro
futuro, será mejor si conocemos cómo funciona el mundo y el universo en el que
vivimos; vale la pena preguntarse, entonces, ¿por qué encontramos esa
información tan importante para nuestro bienestar en la oscuridad y no en el
color de los rayos de luz?
Y con esta pregunta, quisiera que
pasemos a una reflexión del plano espiritual y no sólo el físico. Es que
estamos acostumbrados a ver a Dios en todo aquello que es bueno y hermoso, en
lo que catalogamos como prosperidad, éxito y felicidad; pero en la ausencia, en la soledad y en la
oscuridad, nos parece que no podría estar aquello que amamos. ¿No es acaso en
la soledad y en el silencio cuando somos capaces de escuchar lo que hay en
nuestro interior? ¿No es cuando apagamos la luz y cuando no nos queda ningún
otro recurso bullicioso cuando tenemos que escuchar a nuestra alma y ver para
adentro? Muchísimas personas toman pastillas para dormir, no porque se sientan
cansados por las pocas horas de sueño, sino porque no soportan escuchar y sentir
lo que llevan por dentro cuando llega la noche; no soportan el silencio ni la
oscuridad.
Queremos que nuestra vida esté
llena de color siempre, de alegría, de música, de abrazos y compañía. No
queremos la oscuridad, la soledad ni el silencio; no queremos recordar las
críticas del día, no nos gusta sentir tristeza o frustración por lo que no
pudimos hacer, ni temor o ansiedad por lo que viene mañana. Evadimos, con todos
los recursos que tenemos esos “espectros de oscuridad espiritual”.
Pero pensemos un poco: Si en lo
físico pudimos encontrar grandes respuestas en la oscuridad, en lo espiritual
también podemos hacerlo si somos valientes, si decidimos apagar la luz,
enfrentar la soledad, escuchar nuestra alma y sentir todo aquello que ella
quiera entregarnos, bueno o malo, colorido y alegre u oscuro y triste. Quizás es en la oscuridad, en la soledad o en
los problemas, donde podemos percibir los grandes saltos y destellos
espirituales que impulsan nuestra vida, quizás por evadir el temor y el dolor
no estamos encontrado el gran poder energético que se mueve en las manos del
Dios que decimos que vive en nosotros. Dios nos muestra su poder en nuestra debilidad (II Corintios 12:9), entonces nuestro triunfo no radica en evadir el dolor sino en mirarlo de frente, confiando en que Dios está haciendo su obra .
Alcanzamos realmente todo el
color y la información de nuestras estrellas espirituales, cuando reconocemos tanto
las brillantes y coloridas bendiciones que hemos recibido como la desesperanza
que sentimos ante la ausencia de respuestas. Tenemos que dar gracias, sí, pero
también tenemos que darle lugar a los sentimientos que nos produce la aparente
falta de respuesta. “En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en
confianza será vuestra fortaleza” (Isaías 30:15).
Cuando abrimos espacio al dolor,
cuando nos animamos a sentir la tristeza, cuando podemos derramar una pequeña
lágrima y decir “no lo logré, pero aun así me amo y me apruebo… lloro, pero
acepto el amor del universo y espero cosas buenas en mi futuro”, entonces estamos
confiando verdaderamente en la Gracia, estamos recibiendo el espectro completo, con colores
y oscuridad, con información de lo maravilloso que hay más allá, de lo que
espera por nosotros y de lo que ha de venir; estamos dejando que toda la
información necesaria penetre nuestra alma y se resuelva con una respuesta que
llegará a su tiempo y de manera natural. Porque la Sabiduría Divina que Dios ha puesto
en nosotros resuelve todo en el momento en el que nos damos permiso de
observar, sentir y reconocer. El reconocer y nombrar todo aquello que nos falta
al mismo tiempo que se agradece lo que
sí hemos recibido, genera un equilibrio perfecto para que nuestra esencia
espiritual resuelva lo que a nuestra alma perturba.
En el mundo espiritual, el
conocimiento llega cuando lo dejamos llegar sin ayudarle, cuando sólo
contemplamos todo lo que pasa sin juzgarlo, sin seleccionarlo; la respuesta
llega cuando la soltamos y esperamos sabiendo que toda la esencia de lo
espiritual es buena.
Confiemos: Es cuestión de tiempo; así como la luz de las estrellas
viaja y llega hasta nosotros, así como los físicos han podido descifrar el
código de las estrellas y así como es probable que algún día logren llegar hasta ellas, así las promesas que Dios
nos ha dado ya son nuestras en el mundo espiritual y se manifestarán pronto en nuestra dimensión material, aquí o
en la eternidad.
Recordemos que hay algunas cosas que “vemos como por espejo” (I Corintios 13:12), pero que pronto llegaremos a ver y gozar en su plenitud. “La senda del justo es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4:18).
Recordemos que hay algunas cosas que “vemos como por espejo” (I Corintios 13:12), pero que pronto llegaremos a ver y gozar en su plenitud. “La senda del justo es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4:18).