Resolver emociones
Por María Antonieta
Campos Badilla
En diversas ocasiones he
mencionado el hecho de que las emociones se resuelven cuando las dejamos estar
presentes, cuando nos damos un momento para sentirlas. Para algunas personas,
esto es sencillo. Pero con frecuencia recibo la respuesta de que da mucho miedo
sentir y perder el control.
Una pregunta existencial
importante que tendríamos que hacernos es: ¿perder el control de qué? Quizás algunas
personas quieren decir que tienen temor a “perder la capacidad de mantener una
conducta socialmente aprobada”, quizás sea exista el temor de “llorar y hacer
muecas feas o sonidos que indiquen que se está en estado vulnerables”, o el
temor de gritar y recibir la censura de quienes creen que las personas no deben
manifestar su enojo. Tal vez exista el temor de “llorar tanto que no sea
posible dejar de llorar después”, en otros casos, es más bien el llorar el que
puede ocasionar esa sensación de pérdida de control pues sería posible que
entonces ya no se reciba la atención deseada o necesitada.
Los pensamientos que sustentan
este temor pueden ser infinitos y muchos pueden ser irracionales. Pero entonces
hay una tarea sencilla que se puede realizar antes: Buscar un momento, un
espacio (físico y de tiempo) y una compañía que nos ayuden a estar a salvo
mientras sentimos. Por sencillas que parezcan estas recomendaciones, para quienes
tienen mucho miedo de animarse a percibir su propio lenguaje afectivo, estas
pueden resultar muy útiles:
1. Ponga
un horario para sentir: Pueden ser unos 45 minutos de meditación, enfocada en
las emociones.
2. Busque
un lugar privado, relajante, cómodo, seguro y agradable para usted.
3. Respire
despacio y profundo, por unos minutos, sintiendo su entorno.
4. Respire
despacio y profundo, por unos minutos, sintiendo cada parte de su cuerpo.
5. Respire
despacio y profundo, un tiempo más, sintiendo las emociones que se manifiestan
en lo interior de su pecho o de su mente. Mientras lo hace, deles un nombre,
deles un lugar dentro de usted. Déjelas permanecer allí hasta que quieran irse,
cambiar o reacomodarse por sí mismas; o entréguelas a la divinidad o al ser en
el que usted tenga fe para su bienestar.
6. Respire
profundamente y dé gracias. Dispóngase a levantarse y continuar.
Si aún este ejercicio parece
complicado, le presento uno más sencillo:
1. Ponga
un horario para sentir: Pueden ser unos 45 minutos para pintar (pueden ser
mandalas o creaciones libres), bailar o tocar algún instrumento musical.
2. Busque
un lugar privado, relajante, cómodo, seguro y agradable para usted.
3. Respire
despacio y profundo, por unos minutos, percibiendo los colores, las formas, las
notas musicales.
4. Respire
despacio y profundo, por unos minutos, sintiendo los movimientos de su cuerpo
en relación con esos colores formas o notas musicales; déjelos fluir en
libertad.
5. Respire
despacio y profundo, un tiempo más, sintiendo las emociones que se manifiestan a
través de su creación; déjelas fluir hasta que sienta que las ha descargado en
el papel, en el entorno o en la divinidad.
6. Durante
el proceso trate de darle un nombre a esas emociones; si no puede hacerlo,
inténtelo después de terminar.
7. Respire
profundamente y dé gracias. Dispóngase a levantarse y continuar.
En los dos casos, si lo necesita
para sentirse a salvo; invite a una persona de su entera confianza a
acompañarle. Además recuerde: nada es para siempre, lo que ahora parece
incomprensible se resolverá con el tiempo.
Dése un abrazo o abrace a quien
quiera, usted lo merece. Un abrazo suyo será un abrazo de la divinidad y de
toda la creación a la vez.