viernes, 30 de mayo de 2014

¿Qué es el Pasado?

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Décima tercera reunión: 30 de mayo de 2014

¿Qué es el Pasado?

Por María Antonieta Campos Badilla




¿Qué es el pasado?
En 1 Corintios 3: 9 dice: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.”
Nuestras vidas tienen un propósito, un plan, una razón de ser dentro de la majestuosidad del universo y la eternidad que Dios ha puesto en nuestro corazón (Eclesiastés 3:11); ninguna de las experiencias que hemos pasado ha sido en vano y todas conducen a un buen fin (Jeremías 29:11). Sin embargo, el pasado no es absolutamente determinante en nuestras vidas, nosotros somos colaboradores de Dios en ese proceso de construcción y como colaboradores podemos decidir qué es lo que hacemos con nuestro pasado.
En el mismo pasaje de Corintios 3, se hace una analogía de nuestra vida con el proceso de construcción de un edificio y con la materia prima que se utiliza para construir. Se nos exhorta a construir con oro y no con hojarasca.
Pero, ¿cuál oro o cuál hojarasca? Por el contexto se me ocurre que el libro puede referirse a lo que tenemos en nuestra mente, a la corriente de pensamiento que decidimos seguir.  “Yo soy de Pablo o yo soy de Apolos”, los corintios discutían sobre la escuela a la que querían seguir, las escuelas de pensamiento que en la época surgían para determinar cuáles de los escritos de la Biblia, y cuáles interpretaciones eran las más “correctas”.  
Recordemos que en la época los escritos de la Biblia eran copiados a mano por los escribas, que cada libro requería de una gran cantidad de ovejas para hacer los rollos en los que se copiaba la información, y que más adelante se utilizaban los papiros, pero que en todos los casos eran personas que a mano hacían copias que se enviaban a cada pueblo y que para difundir el mensaje lo más completo posible se reunía a las personas para leer la palabra a manera de escuelas o grupos de estudio; algunos de los escritos se perdían, otros iban con errores en las transcripciones o traducciones, otros con simples omisiones en la escritura que hacían que las personas discutieran sobre el significado de lo que se había escrito.
¿Quién tenía la razón? A partir de ese momento ya había eruditos tratando de descifrar de la manera más fidedigna el mensaje original de Cristo. Ahora sabemos cuáles libros y cuáles traducciones porque contamos con años de investigaciones de expertos que han comparado todas las copias de los libros de la Biblia y han llegado a la conclusión de cuáles son las ideas correctas con base a los contenidos que se obtienen en común.
Se parece esta antigua discusión a las que se realizan hoy en las universidades sobre las explicaciones filosóficas, psicológicas, sociológicas, antropológicas y sociales en general sobre el sentido de vida de los seres humanos. Y ¿quién tiene la razón? De cierto, el que la tuviera estaría construyendo su vida con oro. La razón, la ciencia, la sabiduría, son materiales valiosos en la construcción de una vida.
Dios es quien hace el diseño, el que labra en nuestra tierra, el que permite en nuestra vida experiencias que nos den oportunidades para aprender, para entender sus propósitos, los secretos muy guardados  y los tesoros escondidos (Isaías 45:3).
¿Qué es el pasado? Nada sino un conjunto de experiencias que se convierten en sabiduría cuando son interpretadas con temor de (amor a, confianza en) nuestro Dios, cuando confiamos en el sentido de nuestra existencia. Nuestra historia con sus experiencias buenas y con aquellas que no son tan agradables es nuestra materia prima y podemos escoger una construcción de carbón o de diamantes.
En la vida usted tendrá muchos materiales para escoger. ¿Qué quiere pasarle a Dios?, ¿oro u hojarasca?, ¿el resentimiento y el temor o sagacidad para protegerse y la valentía que son producto de las experiencias difíciles?, ¿la amargura o la libertad que da el perdón ante los recuerdos dolorosos?, ¿desesperanza o positivismo y capacidad de adaptación ante la frustración por lo que no ha salido como esperaba?
Hay muchas maneras de enfrentar los problemas, hay muchas formas de asumir el pasado; usted puede decidir que sus recuerdo los derroten o le enseñen, usted puede dejar que las palabras que le dijeron lo(a) hagan sentir pequeño(a) o que simplemente le recuerden que hay otras personas que se sienten pequeñas y tratan de ofender a los demás, ante esa circunstancia usted puede recordar que su esencia no depende de lo que otros digan, sino de la obra maravillosa que Dios hace en usted, de su gran propósito.

Construir con oro es eso, mirar en la materia prima que le han dado sus experiencias y decidir tomar aquellas enseñanzas que son más positivas para la construcción de su vida. Recuerde que el mismo pasaje de 1 de Corintios 3 nos dice “todo es vuestro”, todo el conocimiento y la sabiduría de Dios estarán en usted por medio del Espíritu Santo para ayudarle a escoger lo mejor. ¡Sea la mejor colaboradora de Dios!, escoja con cuidado las palabras y pensamientos que quiere rescatar de su pasado, y que su tiempo para recordar y para pensar en el presente o en el futuro sea invertido con sagacidad escogiendo “lo mejor del trigo… la miel de la roca” (Salmo 81:16). 

viernes, 23 de mayo de 2014

Dejarse llevar por la corriente de vida eterna

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Décima segunda reunión: 23 de mayo de 2014

Dejarse Llevar por la Corriente de Vida Eterna

Por María Antonieta Campos Badilla

¿Qué es la fe? La Biblia dice que es "La certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve". Pero, ¿qué se espera?

La mayoría de las personas esperamos ser felices, ser amadas, estar saludables, tener todo lo necesario para satisfacer nuestras necesidades básicas y las de nuestra familias; quizás, tener un poco más para disfrutar de algunos gustos y placeres. Algunas personas desean tener pareja, tener hijos, viajar, un carro, una profesión, un mejor trabajo. Sobre todo queremos que las personas que amamos estén bien, que estén cerca, que sean felices. En fin, queremos una vida en constante desarrollo.

¿Puede la vida no implicar desarrollo? ¿Podemos dejar de crecer y estar mejor? Veamos los bosques, sus árboles viejos caen y donde dejan un espacio de luz crecen nuevas y mucho más diversas plantas y el bosque se desarrolla; y si en este hay un incendio las cenizas vuelan en el aire y llevan minerales que alimentan el plancton de los mares produciéndose más oxígeno para el planeta que en ninguna otra circunstancia. El planeta se desarrolla y crea nueva vida cada día.

La naturaleza es generosa, porque la mano de Dios es generosa también. Así pues, de cada circunstancia difícil que enfrentamos Dios nos da bendición que sobreabunda. La naturaleza y todo el universo están conectados en una corriente de vida y abundancia eternas, ríos de bendición que nos llevan a un precioso mar de cristal. 

Somos parte del todo viviente, el que se reproduce y renace, el todo de energías que se transforman y se renuevan una y otra vez en una danza eterna de luz y amor.

Con esta fe, podemos proclamar sobre nuestro futuro toda clase de bienestar, a nuestro presente podemos concebirlo con visión y con esperanza, y a nuestro pasado podemos hallarle sentido en la ruta hacia la libertad y la plenitud perfectas que estamos recorriendo. Así es como las palabras de Salomón cobran significado real: "Todo lo que fue, ya es; todo lo que ha de ser, ya pasó; y Dios restaura lo que pasó".

Cuando nos dejamos llevar por la corriente de la vida eterna, cuando descansamos en la perfecta voluntad de Dios y somos capaces de contemplar la vida como una serie de sucesos de bendición, cuando recibimos toda circunstancia con la alegría de quien recibe un regalo envuelto--un  regalo que ha sido dado con amor, entonces, logramos descansar y disfrutar; es entonces cuando nos damos cuenta de que el temor del futuro es una vana ilusión, una mentira que nubla nuestra visión eterna.

No hay ninguna voluntad maligna en Dios ni tampoco hay ningún mal deseo en la energía que mueve el universo, no hay nada impuro ni maligno que no haya sido vencido por el amor perfecto del Dios viviente.

Dios es amor, Dios es paz eterna, Dios es abundancia y benignidad, es santidad y es gozo. Dios es el perfecto, "el que todo lo llena en todo", "en él somos, vivimos y nos movemos". Nuevamente les digo, que si tenemos la capacidad de ver el todo, la eternidad, la magnificencia y la grandeza de su amor, nuestras experiencias temporales se vuelven pequeñas, aventuras breves que transforman nuestra vida para encaminarla a nuevas y mucho mejores circunstancias cada vez.

viernes, 2 de mayo de 2014

Esperar Cosas Buenas

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Undécima reunión: 2 de mayo de 2014

Esperar Cosas Buenas

Por María Antonieta Campos Badilla

Asiste a nuestro grupo de las Tardes de Manualidades y Café una mujer de gran valía. A sus casi 85 años, ella es ese tipo de mujer afable que logra mantener amistades desde su juventud. Otras mujeres la buscan en su casa de cuando en cuando. Nunca falta la que llegue sin avisar y se quede un ratito con ella a la hora del café. 
La buscan porque es atenta, porque trata bien a todas las personas. Habla con la misma cordialidad con los ancianos de su iglesia que con los profesionales, con los técnicos, y también con los mensajeros, los vendedores y los misceláneos; y a todos, sin excepción, les ofrece su mejor taza de café con algún bocadillo.
Además, tiene la particularidad de disimular las debilidades y resaltar las cualidades y las oportunidades de los demás. Tiene apertura de mente, tanto que sus amigas pertenecen a diferentes tipos de grupos: a su vecindario de juventud, a su escuela, a sus relaciones de amistad durante su adultez joven, a su iglesia, etc. Su grupo es amplio, heterogéneo y en estable crecimiento.
Sobre todo la buscan porque sus palabras dan esperanza y aliento al cansado. Y a partir de su ayuda es que relato mi historia: 
Hace algunos años, en plena crisis económica mundial, me urgía encontrar un trabajo adicional. Preocupada y desalentada tuve la oportunidad de conversar con Luz, quien conocía bien mis atestados y mi experiencia profesional. Ella bien sabía que mi formación (académica y personal) era más que suficiente para ser una "profesional exitosa", por lo menos eso hubiera prometido la modernidad; pero los tiempos estaban cambiando y aunque me había preparado en dos carreras diferentes, y además había estudiado inglés y algunos programas de computación, algo más hacía falta. Ella me dijo: "Algunas veces las personas necesitan, además de preparación, un golpe de suerte; yo voy a orar para que Dios le conceda un golpe de suerte".
Ese día comencé a creer lo que en reflexiones de semanas anteriores les he escrito: Dios quiere cosas buenas para nosotros y podemos esperarlas. En menos de un mes de oraciones de amor me llamaron para trabajar en uno de los puestos más reconocidos que he tenido a nivel laboral; comencé allí mi carrera en el área de la administración educativa pues sin esperarlo me nombraron decana de una facultad universitaria; aprendí de todo: administración, diseño curricular, reclutamiento, selección, contratación, procesos de inducción, capacitación docente, diseño y administración de programas y cursos virtuales, asesoría y atención al estudiante en su proyecto de vida profesional, resolución de conflictos, establecimiento de alianzas empresariales, internacionalización de programas académicos y otras muchas tareas que antes ni sabía que existían y que ahora me permiten desarrollarme en el mundo de los servicios de atención psicoeducativa de una manera muy diferente. 
Aprender de cero fue un proceso muy duro, y algunas dificultades externas se presentaron en el camino. Sin embargo, por difícil que fuera el proceso de aprendizaje, y a pesar de algunas lágrimas que me sacó, este proceso era parte de mi golpe de suerte, y era necesario para que luego Dios me permitiera llegar donde yo quería: a desarrollar un emprendimiento propio según mi visión y misión personal. Las Tardes de Manualidades y Café son parte del producto de aquella petición de amor de nuestra amiga.
La suerte (o la oportunidad) no es opuesta al esfuerzo, no es opuesta al mérito, sino un buen complemento. Cuántas mujeres y hombres maravillosos conocemos que aún no encuentran pareja, cuántos profesionales excelentes que pasan desempleados un buen tiempo hasta encontrar un nuevo puesto laboral, cuántos trabajadores esforzados y honestos que parecen tardar más años que otros en prosperar. Les aseguro que a estas personas no les falta nada, no es que estén haciendo las cosas mal; al contrario, nosotros sabemos que son excelentes, maravillosos y merecedores de todo lo que nos parece mejor en el mundo. Lo sabemos sin duda: Para todos ellos hay un plan divino, algo que les hará llegar a la situación esperada más tarde o más temprano. 
Claro que es más fácil creer en lo que vendrá para otros que en lo que vendrá para mí. Pero todos lo sabemos, sabemos que la respuesta vendrá y que será positiva, algo mucho más especial "de lo que pedimos y entendemos". Sí, el esfuerzo honesto, la fe y el amor, tienen buen fruto siempre.
Algunas veces con sólo esforzarnos, la bendiciones vienen. Otras veces nos esforzamos sin respuesta por un tiempo, pero la cosecha vendrá, nada más es cuestión de esperar, de descansar por un rato mientras el ángel nos resguarda como nos lo dijo Daniel Campos en su comentario a la reflexión "Tiempos de Quietud". Pero algunas veces, lo que hace falta es "clamar por" y "creer en" ese precioso golpe de suerte.
"Jehová sustenta mi suerte" y yo le creo. Yo decidí creer en sus promesas, decidí que cada vez que temo, llevo a Él mis inquietudes y las dejo con Él; luego simplemente pienso en cómo de la nada Él ha abierto camino para mí y me ha dado bendiciones que no existían. 
Por ejemplo, de la nada creó un buen puesto laboral; ¿que si yo había hecho méritos para tenerlo?, sí, pero nadie puede decirme que por muy buena profesional que yo fuera no existía la misma posibilidad de que llamaran a otras personas para ocuparan mi cargo, yo no lo había buscado, yo no había pedido trabajo en ese lugar, de la nada me llamaron porque a Él le plació. 
Otro gran ejemplo es cómo de la nada me dio el más maravilloso esposo que hay en el mundo; no lo busqué yo, Él llegó de repente al dintel de mi puerta cuando yo rondaba los 38 años, lo digo literalmente: Él llegó al dintel de la puerta de mi oficina a hablarme en un momento en el que yo estaba tan ocupada que no podía pensar en tener pareja. De la nada un hogar con una bella adolescente que nos acompaña y alegra cada día; de la nada y sin que tuviera que yo tuviera que esperar nueve meses o dieciséis años. De la nada me dio mascotas, paseos, actividades culturales y sociales que antes no existían en mi vida. De la nada me dio el más grande amor terrenal que hay. 
No he hecho yo grandes esfuerzos; les había contado en la reflexión anterior que a mí ya me habían recomendado: "Antonieta, no hay que hacer grandes esfuerzos". Pues desde que creo que Él sustenta mi suerte, ya no hago tantos esfuerzos. 
Reconozco que aún me afano por algunas cosas que no debiera y, en esos días, me canso más de lo recomendado, pero no tanto como antes, no, ahora levanto mi voz y doy gracias por las bendiciones que vienen. Ahora sí me animo a creer que la gente me va a ayudar, que Dios me va a rodear siempre de personas bondadosas que compartan su amor, que la salud y los bienes materiales también están allí para que yo los disfrute, que la vida me ha dado, me da y me dará siempre suficiente bienestar, todo lo que necesito; lo que anhelo sí vendrá. Ahora cuento mis bendiciones del presente y no dejo que lo que no ha llegado aún opaque la gran obra que Dios está haciendo, creo y no dejo de decir lo bueno que vendrá.
Sí vendrá, no por merecimiento sino por suerte, no por merecimiento sino por gracia, por regalo; ¿acaso no nos ha dado Dios todo por regalo? Yo planeo mi futuro y trabajo por él, pero trabajo en el presente, disfrutando las bendiciones del presente, no me desgasto por mi futuro porque el futuro glorioso que espero viene solo, por suerte, por gracia, por regalo.

Dios es bueno y Él es quien sustenta mi suerte, por lo tanto yo espero cosas buenas.