Programa Manualidades y Arte para la
Autoafirmación
TARDES DE
MANUALIDADES Y CAFÉ
Décima cuarta reunión: Guadalupe, 13
de junio de 2014
¿Puede el
pasado ayudarnos
a
desarrollar esperanza?
Por María Antonieta Campos Badilla
En nuestra meditación anterior vimos
cómo nuestro pasado es fuente de sabiduría si se hace un adecuado procesamiento
de las experiencias. Pero difícilmente tenderemos a pensar que nuestro pasado
es fuente de esperanza a menos de que nos haya ido bien, de que tengamos una
historia "favorecedora".
Los problemas que permanecen allí a
lo largo del tiempo nos condicionan, aprendemos a creer que nuestras
limitaciones son parte esencial de nuestra existencia, pero no es así. Nuestra
vida está hecha para evolucionar, para mejorar cada día, por eso en varias
meditaciones anteriores he citado la frase bíblica "va en aumento hasta
que el día es perfecto".
Aprendimos erróneamente, que el
desarrollo humano es una curva de crecimiento inicial y deterioro posterior,
ignorando la gran capacidad humana, la plasticidad cerebral que nos permite
aprender hasta el último día de nuestra vida en esta tierra, y la gran fortaleza
espiritual que llega a superar las capacidades motoras que son las que tienden
a deteriorarse con la vejez. Hoy, las neurociencias han demostrado que el ser
humano mejora su capacidad cognitiva cada día y que la experiencia que aporta
la edad es fundamental para el desarrollo de las personas individualmente y en
comunidad.
En otras palabras, hemos crecido con
la idea equivocada de que estamos perdiendo capacidades y que por ello nuestro
futuro se torna más difícil, cuando, en realidad, estamos adquiriendo gran
visión para alcanzar nuestros objetivos con menos esfuerzo.
Bajo este paradigma de plasticidad
cerebral, resulta que el esfuerzo por resolver los problemas cotidianos se
convierte en una oportunidad para activar nuestras neuronas, para establecer
nuevas conexiones entre ellas, para aprender nuevas estrategias de adaptación.
Nuestro pasado difícil, y todos los problemas que hemos enfrentado
(cuando lo hemos hecho de forma consciente, crítica y creativa) nos han
convertido, sin duda, en personas más inteligentes y con más capacidades.
¿Qué significa enfrentar los
problemas de forma consciente, crítica y creativa?
1. Somos conscientes
de un problema cuando lo tenemos presente, cuando logramos ponerlo en palabras,
cuando podemos medirlo e identificamos sus cualidades como científicos, es
decir, cuando definimos la situación, las causas y las consecuencias para
nosotros y para nuestro entorno, y cuando logramos ver las oportunidades que
tenemos para enfrentar, resolver y/o protegernos a nosotros y a los más débiles
que nosotros.
2. Somos críticos
cuando tenemos la voluntad de evaluar los resultados de nuestras acciones y la
disposición de corregirlas, también cuando podemos valorar el entorno y nos
animamos a confrontarlo con asertividad para provocar los cambios que son
necesarios. Somos críticos cuando tenemos la humildad para buscar consejo (de
otros, de Dios, de la Sabiduría del Universo) y cuando reconocemos que no
estamos solos, que somos parte de un todo y que nuestras acciones deben estar
dirigidas a mejorar nuestra calidad de vida, la de los demás y la existencia de
nuestro entorno al mismo tiempo. Somos críticos cuando logramos poner límites
para que todos tengamos igualdad de oportunidades para el desarrollo.
3. Somos creativos
cuando utilizamos todos los recursos disponibles para hacer nuestra existencia
y la de los demás mucho más hermosa y llena de amor.
Todos hemos enfrentado nuestro pasado
con estas tres habilidades en diversas circunstancias, unas veces más, otras
menos. Algunos, no resolvemos muchos problemas en el momento con la efectividad
que queremos, pero es un hecho que si recordamos las situaciones y las
analizamos apropiadamente, lograremos hacer un análisis posterior que nos haga
más fuertes, más capaces y más inteligentes en el presente y en el futuro.
Respondiendo la pregunta inicial,
¿puede el pasado ayudarnos a desarrollar esperanza? La clave, está en la forma
en la que retomamos nuestro pasado y nos hacemos conscientes de cuánto hemos
aprendido, cuánto hemos mejorado y cuánto han aumentado nuestras capacidades.
De igual manera, para los que tenemos fe, al mirar atrás podemos ver que Dios
ha estado con nosotros, y lo seguirá haciendo como el padre asiste a sus hijos
y los va dejando independizarse y hacer al mismo tiempo para que se desarrollen
sus capacidades.
Entonces, lo que distingue al ser
humano de muchas especies animales es su capacidad de recordar y de analizar de
forma crítica lo vivido y decidir mejorar. Recordar nos permite aprender, nos
permite hacer listas de los aprendizajes y organizar nuestras acciones
presentes, y esas listas de aprendizajes no son otra cosa que listas de capacidades nuevas, de fortalezas y de virtudes
que nos permiten adaptarnos a las nuevas demandas del entorno.
La esperanza del futuro no es otra
que la posibilidad de sentirnos capaces, de saber que nuestro futuro es
prometedor.
Miremos hacia atrás, aprendamos de
nuestra experiencia y obtengamos esperanza. Esta revisión constante nos ayudará
a ver que nuestra capacidad es ilimitada (“Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece”), hemos salido bien librados de todo, hemos sobrevivido, hemos
aprendido, hemos trascendido y así será en el futuro. Porque “en Dios somos,
vivimos y nos movemos”, y nuestra esencia es, gracias a él, "fe, esperanza
y amor". Su propósito es que reinen en nuestros tiempos "la sabiduría
(la análisis crítico) y la ciencia (la consciencia del mundo) y la fuerza de la salvación" que es el
amor (el amor que nos hace ser creativos para hacer un mundo mejor).