viernes, 13 de junio de 2014

De cómo el pasado añade sabiduría hasta que el día es perfecto

Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Décima cuarta reunión: Guadalupe, 13 de junio de 2014

De cómo el pasado añade sabiduría hasta que el día es perfecto
Por María Antonieta Campos

Cuando mi hermano salió de la casa de mis padres con una beca para estudiar en el extranjero, yo, como hermana del medio, después de haber compartido la misma habitación con mi hermana menor por años, decidí mudarme a la habitación que siempre había sido de él. En la pared estaba colgado un cuadro bordado por mi madre con el siguiente versículo: “Enséñame de tal modo a contar mis días que traiga al corazón sabiduría” (Salmo 90:12).
Leer el mismo versículo cada noche antes de apagar la luz despertó en mí una especie de conciencia sobre el hecho de que hay dos posibilidades  para procesar las experiencias vividas, hay dos formas de asumir el pasado: Una es aprender de lo ocurrido y aprovechar el conocimiento en las experiencias que vienen, otra es ignorar el pasado y vivir cada día sin referentes que me indiquen camino alguno.
A pesar de mi impulsividad y la tendencia humana a repetir algunos errores, he pasado mi vida intentando que mi pasado sea una fuente de sabiduría y no de pesar o amargura. He aprendido que ciertamente se puede ignorar lo ocurrido y hasta se pueden olvidar algunas experiencias, pero generalmente cuando lo hacemos hay alguna otra forma en la que nuestro organismo nos recuerda que hay algo allí adentro que debemos resolver.
En la misma época en la que leía el bordado de mi madre por las noches, asistía a un colegio cristiano en el que me enseñaban sobre la importancia de orar a Dios y entregarle mi pasado, entregárselo de manera consciente; contárselo o contarle por lo menos lo que recordaba y las emociones que sentía por ese pasado. Según las enseñanzas del colegio el hecho de abrir el corazón (con su pasado incluido) a Dios iniciaría un proceso de “sanidad interior” de aquello que pudiera causarnos amargura o dolor en el presente.
Luego estudié Psicología. En medio de muchos mensajes escépticos hacia la existencia de Dios y el estilo de vida de las personas religiosas, aprendí las explicaciones científicas sobre el pasado, el consciente, el inconsciente, la palabra, el significado y el poder de encontrar ese significado.
Créame, sea usted creyente o no, la esencia es la misma, si evade su pasado este lo perseguirá de alguna manera rogándole que lo resuelva, si simplemente se atreve a dedicar un tiempo consciente a tratar de resolverlo, entonces su pasado obtendrá significado y le aportará sabiduría.
Las experiencias, positivas o negativas siempre deben ser acomodadas, esto es, nuestro cerebro debe darles un significado y un sentido dentro de nuestra existencia completa.  De las experiencias positivas adquirimos satisfacción y motivación para enfrentar retos más grandes. Pero evitamos pensar en  aquello que nos cuesta comprender o que nos duele de manera especial, o aquello que nos causa sentimientos de culpa o frustración; en esos momentos nuestro cerebro sabe que hay algo allí que resulta potencialmente dañino y trata de resolverlo con otros mecanismos (diferentes al análisis consciente de la situación).
Uno de esos mecanismos es la liberación de las sustancias que se liberarían en momentos estresantes en los que se supone que reaccionemos rápida y defensivamente; así, por ejemplo, si estamos tratando de evitar pensar en el mal resultado de una evaluación que nos hicieron, y si en vez de dedicar tiempo a planear cambios para mejorar evitamos el tema o las circunstancias que se relacionan con dicha evaluación, nuestro cerebro obedecerá con mucho esfuerzo y no pensará en ello, pero sabrá que está en estado de emergencia y hará lo que tiene que hacer para proteger al cuerpo. A partir de esto empezamos a tener síntomas como el dolor muscular que se produce cuando hemos hecho mucho ejercicio, esto es porque se libera lactato, una sustancia que permite que los músculos reaccionen cuando deben correr por alguna emergencia, el lactato que no se usa se acumula en los músculos y nos produce dolor por algunos días, tantos y un poco más de los días que tardemos en darle sentido a la situación en nuestra mente y nuestro código personal de vida. Así, mientras no resolvamos el dolor del pasado de manera consciente, nuestros músculos nos lo recordarán. Algunas veces me pregunto si tantas personas que hoy tienen diagnósticos de fibromialgia y dolores crónicos, en realidad están reaccionando a un pasado (o a una situación crónica presente) que aún les pesa y no saben cómo afrontar.
 Otros mecanismos tienen que ver con mayor producción de adrenalina y menos melatonina, así estaremos más alertas, hasta con insomnio, más agresivos y defensivos, con una sensación continua de estar siendo evaluados negativamente, juzgados o atacados. Otras veces aumentan las defensas del organismo y el cuerpo se defiende de enfermedades que no están allí, se defiende incluso  de sí mismo.
Bien, ahí es en donde podemos decidir que nuestro pasado se convierta en nuestro aliado, en nuestra base sólida y nuestra fortaleza en vez de ser el monstruo que nos persigue desde nuestro inconsciente.
 ¿Qué es lo que hay que hacer? Nuestro pasado debe volverse consciente y adquirir significado. Pero hablar sobre lo que nos duele no es fácil y más difícil hacerlo cuando hemos invertido mucha energía para no recordar.
¿Cómo puede uno hablar sobre lo que no quiere? Existen muchas opciones, por ejemplo, puede hacerlo en un proceso terapéutico, en un proceso de sanidad interior, o simplemente escribiendo un diario, depende de cuánta ayuda desee y qué tan profundo sea el dolor o la pena que le agobia: (1) en algunos casos la dolorosa información del pasado se puede enfrentar(verbalizar) al aplicar su fuerza de voluntad y la guía de un terapeuta que sabrá hacerle algunas preguntas clave, (2) en otros casos requerirá su fuerza de voluntad, la guía del consejero y el poder especial del Espíritu Santo o la iluminación de la Sabiduría Divina,  (3) y en otros casos será suficiente su fuerza de voluntad sola (pienso que en los casos 1 y 3 el Espíritu Santo siempre ayuda aunque no seamos conscientes de ello).
Algún cristiano podría decirme: “Pero es que hay géneros que sólo salen con ayuno y oración”.
A esto respondo: Sí, ¿no es la oración le acto de hablar? Hablar con Dios, y con tus hermanos, con los que tienen sabiduría porque “en la multitud de consejeros está la sabiduría”. Además, Isaías 58:6 nos dice: “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?”. Si usted ha guardado en su corazón, en su pasado oculto un recuerdo de impiedad (suya o de otros), una injusticia accidental natural, o una provocada con maldad y voluntad, ¿no es eso una ligadura de impiedad que sólo podrá soltarse cuando salga a luz?, ¿si su pasado lo oprime en secreto no hay que acusarlo para que se lo quiten de encima?
El primer yugo que nos puede atar es un pasado doloroso no resuelto y oculto. En cambio, un pasado bien procesado (con la ayuda de personas sabias que nos guíen bien, y con la Sabiduría de Divina que procura nuestro perfecto bienestar) es recordatorio de la infinita gracia y amor de Dios, de la eterna provisión del universo, es fuente de sabiduría, es libertad y fuerza ante el mundo.

Ánimo, cuando sacamos un tiempo para analizar y procesar nuestro dolor, cuando lo entregamos con palabras al mundo para dejarlo allí y luego descansar y caminar libre de cargas, entonces, estaremos empezando el camino de la sabiduría que crece y va en aumento como la luz de la aurora… Camina y no te rindas hasta que el día sea perfecto, y no te olvides de disfrutar las flores del camino.

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