Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
25 de marzo de 2014
De la Abundancia del Corazón…
Por María Antonieta
Campos Badilla
De acuerdo con nuestro esquema de
reflexiones para el primer trimestre de este año hemos venido hablando de:
1. El
arraigo y nuestro propósito de vida
2. Nuestras
emociones, nuestra creatividad y nuestras metas
3. El
amor propio como fuente de nuestra fuerza de voluntad para alcanzar nuestras
metas
4. El
amor que es benigno para todos y nos permite llegar a la cima
Continuarían en nuestra lista los
siguientes:
5. La
comunicación (tema de hoy)
6. La
espiritualidad, el discernimiento, la intuición y la visión de mundo
7. La
conexión con la Divinidad
Hoy corresponde la comunicación,
porque es precisamente con esta habilidad con la que podemos vincularnos con
los demás para cumplir nuestro propósito de vida, cualquiera que este sea. Esta
es la habilidad que sigue al amor.
¿De qué hablamos? ¿Qué
comunicamos? “De la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45). No
importa cuál digamos que es nuestro propósito en la vida, si este no está
arraigado en nuestro corazón no lo comunicaremos (accionaremos) adecuadamente.
Lo que somos por dentro, hablamos (hacemos) afuera.
Así, la mejor forma de cumplir
con nuestro propósito y con las metas plateadas es conocernos, conectarnos con
nuestras emociones, darles lugar, reconocerlas y dejarlas resolverse hasta que
estén en armonía, en paz; para cumplir con aquello que da sentido a nuestra
vida hay que darle cabida a nuestra creatividad y amarnos a nosotros mismos
para luego poder amar a los demás. (Reitero que estos son los temas sobre los
que hemos venido reflexionando).
Hay una vinculación perfecta
entre todos estos temas de los que hemos hablado. Cada vez que uno está en
desequilibrio los otros se ven afectados, y cada vez que tenemos paz es porque
hemos encontrado armonía entre todos estos temas.
Es por esto que he señalado una
vinculación clara entre los que hay en nuestro interior y aquello que hablamos
y hacemos al final; porque somos un todo compuesto por partes indivisibles,
inseparables. ¿Por qué digo “comunicaremos” y “accionaremos” o “hablamos” y “hacemos”
como si se tratara de una misma cosa? Porque de hecho lo son.
Esta vinculación entre la palabra
y la acción, y a su vez entre la palabra y lo que está en el corazón o en la
mente, se encuentra plasmada en diversas filosofías y visiones de mundo en las
diferentes culturas; incluso en la política. Dentro de los ejemplos más famosos
se cuenta que Margaret Thatcher dijo: “Pregúnteme
qué estoy pensando. Cuida tus palabras, pues se convierten en acciones, cuida
tus acciones pues se convertirán en hábitos, cuida tus hábitos pues se
convertirán en tu carácter, y cuida tu carácter pues se convierte en tu
destino. Nos convertimos en lo que pensamos”. Esto es lo mismo que decir que “de
la abundancia del corazón (del pensamiento) habla la boca” y que aquello que
comuniquemos se constituirá en nuestro accionar y en nuestro real propósito de
vida.
Según la Biblia “En el principio
era el Verbo y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios. Este era en el
principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de
lo que es hecho, fue hecho”. (Juan 1:1-3)
Ese poderoso y preciado Verbo,
esa Palabra eterna y perfecta se encuentra en nosotros. Ese perfecto y eterno
Amor es el que podría brotar de nuestros labios todo el tiempo. ¿Cierto?
Es precisamente el amor el que
puede comunicar aquello que hará nuestro mundo mejor (véase nuestra reflexión
anterior Amor
para Llegar a la Cima). Pero el amor no se finge (o no por mucho tiempo);
lo que hay allí adentro, lo que hayamos sembrado en nuestros pensamientos, eso
es lo que saldrá al final y es mejor conocerlo, aceptarlo y resolverlo, que
negarlo, reprimirlo y dejarlo explotar.
Al respecto hago un cuestionamiento
sensible: ¿Es que acaso debemos tener emociones, pensamientos y palabras
bonitas todo el tiempo? En su Epístola Universal Santiago escribió: “¿Puede
acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada?” (Santiago
3:11) Lo he pensado por muchos años, y sin querer contradecir a Santiago, y sin
ignorar la profundidad y sentido real de sus palabras según el contexto, creo
que a veces sí se puede; en algunas ocasiones llegan a brotar de nuestros
labios palabras de amor acompañadas de resentimiento, y esto es así de cierto como
el hecho de que nuestro arraigo a la vida a veces puede estar debilitado, nuestras
emociones pueden ser ambivalentes, nuestra aceptación personal puede ser más
fuerte en unas áreas que en otras, nuestro amor al prójimo puede ser
inconstante.
De nuevo pregunto: ¿Qué estás hablando? ¿Qué es lo que comunicas
continuamente? ¿Comunican tus palabras tus deseos de vivir, tu amor por la
vida, un fuerte arraigo, un propósito claro? ¿Expresas tus emociones con fluidez
y tu creatividad con pasión? ¿Dicen tus palabras cómo eres, dicen que reconoces
todas tus virtudes, dicen que te amas y te aceptas a ti mismo(a)? ¿Dejan ver
esas palabras la gran fuerza interna que te permite accionar? ¿Habla tu boca de
amor, del amor veraz que sabe cuándo detener y cuándo impulsar? Cuando no es
así, hay alguna de las áreas mencionadas en la lista de arriba que se encuentra
en conflicto, y es necesario observarnos y escuchar lo que dice nuestra voz
interior. Sólo reconociendo lo que hay adentro, sólo cuando lo comprendemos y
nos aceptamos con amor, logramos hacer cambios profundos que nos permitan tener
paz.
El reconocimiento y la autoaceptación
son, pues, la primera estrategia para tener equilibrio y que brote de nuestra
boca amor, paz, armonía, etc. Para ello necesitamos tiempo con nosotros mismos,
tiempo de meditación.
Una acción posterior podría ser el
sembrar más pensamientos de bien que pensamientos de mal, sembrar pensamientos
de amor para cosechar palabras de amor. Y paradójicamente, los pensamientos
se pueden sembrar hablando. ¡Un ciclo hermoso y muy conveniente para
nosotros! Hablamos lo que hay en nuestro interior, pero aprendemos a pensar lo
que hablamos.
Así, los psicólogos
cognitivo-conductuales, los representantes espirituales de las diferentes
religiones y aún el cristianismo, nos motivan a hacer afirmaciones positivas,
afirmaciones que se hagan realidad al repetirlas una y otra vez. Algunos
ejemplos comúnmente recomendados y que se refieren directamente a la lista de
arriba:
1. El
arraigo y nuestro propósito de vida: “Tengo
mi vida por botín” (Jeremías 39:18), “Tengo vida, y vida en abundancia” (Juan
10:10), “No moriré sino que viviré y contaré las obras de Dios en mi vida”.
2. Nuestras
emociones, nuestra creatividad y nuestras metas: “Tengo paz que sobrepasa todo
entendimiento” (Filipenses 4:7), “El gozo del Señor es mi fortaleza” (Nehemías
8:10).
3. El
amor propio como fuente de nuestra fuerza de voluntad para alcanzar nuestras
metas: “Porque soy honorable y Dios me ha amado” (Isaías 43:4), “Todo lo puedo
en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:3), “No me ha dado Dios espíritu de
cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (II Timoteo 1:7)
4. El
amor que es benigno para todos y nos permite llegar a la cima: “Mirad cuán
bueno y delicioso es habitar los hermanos juntos, en armonía” (Salmo 133:1)
Y para el quinto tema: La
comunicación, la recomendación Bíblica al respecto de nuestros pensamientos sería:
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo
justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad” y yo
añado: “esto hablad”; porque nuestro esfuerzo consciente por hablar y hacer
algo de manera repetitiva será automatizado en nuestro cerebro después de un
tiempo, se convertirá en nosotros, en nuestra esencia interior.
Obsérvate, reconoce lo que hay en
tu interior, no lo rechaces, más bien comprende sus razones conoce su fuente; acéptate,
ámate, no juzgues, habla bondad para ti y para los demás. El amor terminará por
arraigarse profundamente en ti y brotará de tus labios, de tus ojos, de tus
manos y de todo tu ser como brota el agua de una fuente de agua dulce, como
brota el agua de la fuente ideal de la que habla Santiago.