Es difícil fluir cuando el entorno exige ferozmente estructura.
Cuando pinto acuarelas me cuesta respetar sus libres reglas:
- En esta técnica no se usan delineados rígidos.
- El color negro no se usa en acuarela.
- Los espacios blancos se respetan desde el inicio.
- Los colores intensos contrastan con la suavidad del degradado en el agua.
- Algunas veces las aguas de dos formas adjuntas se mezclan, otras veces el corte del color puede ser agudo y seco.
- Y, por supuesto, el diseño y la perspectiva se consideran en cualquier forma artística.
Pero mi arte suele ser intuitivo, meditativo y proyectivo. Su función es liberar mis sentimientos profundos para que yo pueda observarlos en el papel. Quien ve mis obras puede ver pedacitos de mi alma en un recorte limitado de tiempo.
Justo ahora que el acusador me acusara injustamente de tener una endija pequeñísima en los límites de mi estructura, justo en el momento en que decidí reestructurar los límites para sentirme más protegida, justo en este momento de delinear algunas áreas de mi vida para que no se menosprecie mi aporte honesto y noble, justo ahora, se me ocurrió, sin analizarlo bien, comprar un buen juego de pinturas acuarelas y ponerme a pintar con ellas.
Como mi esfuerzo cotidiano me lleva a la estructura desde hace más de un mes, me ha resultado difícil desempeñarme en el agua.
Les enseño tres ejemplos:
Esta pintura rígida, delineada con negro y en cuadrados desordenados, muestra mi imposibilidad de fluir con el agua en el momento en que me estoy resguardando.
Luego intento una pinturita intencionalmente libre, y muestra mis deseos más reprimidos. Observo la pintura y no cumple ningún sentido de diseño lógico, tal cual yo quisiera sostenerme.
Después de pintar me observo, y sé que el entorno está demandando una rigidez determinada que hace que mi alma sufra al perder la oportunidad de interactuar en contactos más puros y genuinos; porque sé que las interacciones con un poquitín de entrega personal sanan más. Pero sé que no todo el mundo está listo para recibir mis perlas más brillantes; y no a todos les gusta la pureza de un alma humilde que puede compartir hasta lo más débil de su andar. Muchos necesitan la fuerza rígida de palabras un poco más neutras, distantes y frías: las palabras de un protocolo de pasos a seguir y no de la experiencia que da esperanza.
De la manera más humilde, respetuosa y amorosa que puedo, si se me piden protocolos, entregaré protocolos, aunque las pinturas finales no sean tan hermosas para mí como mi arte intuitivo.