viernes, 21 de marzo de 2014

Visualización de la Trascendencia


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Visualización de la Trascendencia
Por María Antonieta Campos

A propósito de meditación de la semana pasada “Trascender: Verdadera Esperanza y Sentido de Vida” en donde reflexionamos sobre nuestra vinculación absoluta en amor con todo lo creado. Hoy les propongo el siguiente ejercicio:


Cierra tus ojos y respira despacio y profundo.

Respira despacio. Fíjate que tus brazos y piernas no estén cruzados, que estén reposando, y que tu espalda esté completamente apoyada en el respaldar de tu silla o en tu cama.

Respira, hazlo despacio y siente el aire que entra a tus pulmones. Disfruta del oxígeno que te llena de vida.

Inhala y exhala despacio y siente el aire que te rodea, siente la temperatura y la densidad de ese aire que toca tus brazos.

Continúa respirando mientras piensas en las paredes de la habitación que te rodea (o en los árboles y las plantas del campo si tienes la suerte de estar al aire libre). Piensa en su temperatura en su solidez, en su tamaño.

Escucha y visualiza que vas un poco más allá, afuera de la habitación o más allá de los árboles inmediatos; ve más allá y escucha las aves cantar, el viento soplar… escucha y visualiza todo lo que ocurre un poco más allá.

Respira y piensa que todo eso te rodea como un escudo y se vuelve parte de ti.

Inhala despacio e imagina que el aire que respiras te eleva y vas flotando poco a poco hasta llegar alcanzar las copas de los árboles, lo alto de los edificios, la cima las montañas… Respira despacio y elévate hasta las nubes.

Vuela más alto, respira despacio y elévate hasta dejar nuestra atmósfera, no te preocupes el oxígeno no te va a faltar.

Respira despacio y avanza hasta llegar a la luna. Si quieres haz un alto, vuélvete y mira el sol; luego sigue avanzado.

Respira y contempla cada uno de los planetas; míralos de cerca y aléjate para ir un poco más allá.

Ya saliste del sistema solar.

Respira y mira bien.

Hay otros sistemas solares más allá, muchas estrellas con planetas que las rodean, estás  atravesando nuestra galaxia, la Vía Láctea.

Puedes ir más rápido si quieres, con tu imaginación pero respirando despacio y sin hacer esfuerzos, después de todo, aquí puedes viajar a la velocidad de la luz y mucho más rápido cada vez. Vuela mientras respiras despacio, libérate suéltalo todo y permítete flotar, deja que parezca que es el universo el que se mueve mientras tú descansas.

Respira y disfruta de nuevos paisajes estelares, estrellas, cometas, y más allá, millones de millones de galaxias a las que puedes acercarte y dejar atrás. Una galaxia a la vez, luego cientos de galaxias a la vez.

Respira; aquí estás, al final del universo, avanza si quieres que no se acaba.

Respira sin angustiarte y mira a lo lejos miles y millones de universos más. El universo está en expansión, los universos están en expansión, no se acaba.

Mira, apenas estás al final de tu universo. Observa, al frente de ti; es una puerta: Adelante, respira y coloca tu mano en la manija, hala la puerta hacia ti y atraviesa el dintel.

Mira el suelo, es transparente y las paredes son transparentes. Puedes ver los universos tan cerca de ti que podrías tomarlos con la mano. Tan cerca que podrías estar con cualquier persona que desees y abrazarla; tan cerca que podrías expresar todo tu amor sin siquiera pronunciar palabra, o bendecir su vida en abundancia en paz, en salud y en todo aquello que permita que su existencia sea maravillosamente plena en amor.

Respira, mira al fondo, hay un trono, uno en el que se sienta una mirada amiga, una sonrisa tierna y un aliento de amor. Es Jesús.

Acércate, respira, extiende tu mano y toma la suya. Pregúntale: ¿Dónde estamos?


Él te dirá: ¡Estamos en tu corazón!

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