jueves, 24 de abril de 2014

Desarrollar belleza interior... y exterior


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Décima reunión: 25 de abril de 2014

Desarrollar belleza interior... y exterior

Por María Antonieta Campos Badilla

Hace algunas semanas una hermosa compañera de nuestras Tardes de Manualidades y Café hizo el siguiente comentario: "Creo que sintiéndome hermosa por dentro me veré más hermosa por fuera". 
¡Ella tiene razón! Es tan bella por dentro como lo es físicamente, tanto que a sus más de ochenta años aparenta sesenta; es delgada y ágil, su piel es tersa y morena, su cabello abundante y negro, y sus ojos oscuros contienen las dos estrellas del cielo más brillantes que se han visto; es también amable y callada, siempre dispuesta a dedicar su tiempo a los otros para hacerlos sentir mejor cuando están en necesidad. Pero nuestra amiga quería sentirse más bella y para eso era necesario fortalecer más el ser interior.
Recordé entonces un cuento que me relataba mi madre en la niñez, un cuento sobre tres gallinitas de diferentes colores que competían por el título de "la gallinita más linda de la granja". Como sucedería en la mayoría de cuentos de valores para niños, después de una gran lista de aventuras, el Gran Búho Sabio del bosque determinó que la gallinita más bella era la que se había detenido en su carrera para ayudar a otros animalitos del bosque. 
Cuando un adulto escucha una historia como estas ya presume el final, y no le sorprende la magia de las aventuras que sí encuentra el niño cuando descubre que es más hermoso el que se preocupa por actividades más profundas de vinculación y solidaridad social. Peor aún, el adulto escucha el cuento y su vida no cambia a partir de este.
¿Acaso será que, a pesar de los múltiples cuentos de valores que escuchamos cuando pequeños, ha pesado más la presión de los medios de comunicación sobre la belleza externa? Con múltiples estímulos la televisión, las revistas y la publicidad nos enseñan que belleza es sinónimo de  ser altos, delgados, con el cabello terso, brillante y abundante, bien peinados, los ojos grandes, la nariz delgada, y los colores de la piel, los ojos y el cabello también con ciertas predilecciones en cuanto a sus tonos y combinaciones; para los medios ser "hermoso" es ser simétrico, bien balanceado, con cintura bien marcada,  con una estructura ósea y muscular alargadas y bien demarcadas; por lo menos, esto es lo que premia la farándula y el mercadeo y eso es lo que nos enseñan a admirar. 
Nos enseñan que aquellas personas que cumplen con estos estándares son más exitosos; de hecho es cierto que el ser humano en sus prejuicios tiende a confiar más en personas desconocidas de hermosa apariencia y a rechazar a quien no ande "bien presentado"; y puede ser cierto que muchas personas actúen con base en estos prejuicios, pero también es real que existen muchas personas que no cumplen con los estándares mencionados y aun así son admirados y amados por todos, o casi todos; son personas felices que no se han dejado atrapar por los mensajes de una sociedad de consumo que conviene al enriquecimiento de unos pocos. 
En lugar de desmitificar conceptos como estos y educar a las personas para que aprendan a valorar lo que es realmente importante y a protegerse de quien y cuando es realmente necesario, los medios de comunicación educan para seguir reproduciendo un patrón infructuoso de auto-defensa y discriminación del que es diferente. 
Vean este ejemplo: Ahora están de moda los "reality shows" en los que se les enseña a las personas que si cambian su manera de vestir se van a sentir "más satisfechos consigo mismos" y van a tener una "mejor autoestima", programas con una aprobación tan marcada del prejuicio que se atreven a desechar la ropa de los otros con burla y una especie de crueldad; también están aquellos programas en los que usted debe hacerse cirugías plásticas si tiene algún complejo bajo el supuesto de que así logrará "ser feliz". Existen los programas que promueven la delgadez diciéndole a las personas que tienen sobrepeso porque han sido perezosas y que ahora "deben sufrir" por ello. Estos programas utilizan la "culpa"  y la discriminación social como formas de control sin resolver el problema de fondo: la necesidad de desarrollar actitudes flexibles para la aceptación incondicional del valor humano y para el cuidado personal consecuente.
Muy pocos hablan de los muchos estudios científicos que demuestran que el proceso de desarrollo de belleza es inverso al que promueve la sociedad de consumo, casi ningún medio resalta el hecho de que las personas con mejor autoestima y que se sienten más amadas en su entorno logran desarrollar recursos para mejorar sus hábitos alimentarios, hacer ejercicio, dedicarse tiempo por las mañana para vestirse y arreglarse bien, etc. 
Las personas que se desarrollan en ambientes de aceptación incondicional del valor del ser humano son las que logran sonreír en circunstancias difíciles y mantener esperanza, son las que por ello al vestirse con ropas sencillas se ven hermosas, son las que abrazan y dicen palabras agradables, son, por lo tanto, las más hermosas.
Difícilmente se diría que Jesucristo, Ghandi, o la Madre Teresa de Calcuta, tenían problemas de autoestima, o que no se sentían suficientemente hermosos y satisfechos consigo mismos por no cumplir con los estándares de vestimenta y apariencia que nuestros medios de comunicación promueven. ¿Qué creen ustedes? ¿Será que ellos podían ser felices porque tenían un espíritu fuerte, pero al resto les toca vestirse con sedas para consolarse?, ¿será que la fortaleza de espíritu está limitada para algunos?, o peor aún, ¿será que el que no tiene belleza física debe dedicarse a cultivar su espíritu pero las personas hermosas no lo necesitan?
¡Cuidado!, es cierto que es más difícil sacar tiempo para orar o meditar, para prepararse y disfrutar de alimentos sabrosos y nutritivos todos los días y hasta compartirlos con aquellos que se aman, o para ayudar a otros y crecer en familia, en grupo o en comunidad; todo eso es más difícil que sacar tiempo para ir de compras o invertir en un buen tratamiento de belleza. Pero por mucho que los medios de comunicación y los exitosos negociantes quieran promoverlo, la belleza y la felicidad no se consiguen con dinero ni con bienes materiales. ¿No es ese el fin de todo lo que queremos: ser hermosos para tener aceptación, y tener aceptación y éxito para ser felices? 
El que no se siente hermoso no lo va a hacer aunque adelgace, a menos de que trabaje en su interior, en "hacer tesoros donde ni la polilla ni el orín corrompen" (Mt. 6:19). El que no se acepta a sí mismo como es, no va a ser aceptado por lo demás de manera genuina. La felicidad real descansa en el desarrollo de una belleza interior, no exterior, y ¡es un hecho!, las personas que se sienten hermosas por dentro se ven radiantes y maravillosamente bellas por fuera.
Cómo se construye la belleza interior, sin embargo, es una paradoja, porque la belleza interior sí se construye afuera algunas veces: cuando ayudamos a otros compartiendo lo que tenemos, cuando pensamos en las necesidades de los demás y ajustamos nuestras actividades para que todos estemos satisfechos, cuando pensamos en el peso que nuestras palabras tienen en la vida de nuestros vecinos y procuramos decirles siempre cosas agradables. Otras veces, la belleza interior demanda nuestra atención personal en soledad y la dedicación de tiempo  y esfuerzo al fortalecimiento de nuestra fe.

Cualquiera sea su creencia, su fe, su sentido de vida, recuerden fortalecerla y ponerla como prioridad ante los mensajes de los medios de comunicación; construyan su belleza dentro de ustedes y en una vinculación social sensible y genuina; ámense a ustedes mismos busquen amigos que realmente lo sean porque los aceptan sin condiciones. La belleza externa vendrá por añadidura.

viernes, 18 de abril de 2014

Tiempos de Quietud

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Semana Santa: 18 de abril de 2014

Tiempos de Quietud
Por María Antonieta Campos


Hemos reflexionado sobre los pequeños cambios que podemos hacer en nuestros pensamientos (palabras), nuestras conductas, nuestras emociones y nuestra vinculación social; hemos hablado de dedicar ciertos momentos del día para atendernos, atender a nuestras familias y seres queridos y atender la presencia de la divinidad creadora. Hemos establecido que es bueno administrar una agenda suficientemente organizada como para que nuestras necesidades sean atendidas de manera integral: "Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora" (Eclesiastés 3:1).
También es muy importante cuidar el tiempo de descansar, dedicarnos un tiempo de quietud con esperanza.
Recuerdo aún con impacto las palabras que me dijo mi psicóloga cuando estaba llevando el proceso terapéutico que es parte fundamental de la formación de cualquier psicólogo responsable. Ella me dijo: "Antonieta, no es necesario hacer muchos esfuerzos". 
Este ha sido, quizás,  uno de los retos más grandes de mi vida. No es fácil dejar de trabajar en algunos momentos del día y permitirle a mi cuerpo recuperarse, y es que es por alguna razón me es difícil creer que "todo viene por añadidura". He tenido que hacer esfuerzos conscientes por cambiar mis pensamientos y poner en práctica mi fe. Cuando tengo dificultades en esto, recuerdo algunas promesas bíblicas: 
"Mirad las aves del cielo que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre que está en los cielos las alimenta...Mirad los lirios del campo, no trabajan ni hilan, y ni aún Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos; y si a la hierba del campo que hoy es y mañana es echada al fuego, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, hombre de poca fe?" (Mateo 6:26)
En tal mensaje está muy clara la esencia del valor humano, es el valor del amor que todo lo entrega, el valor mismo de la vida de Cristo. 
Pienso que el valor de la vida es natural, somos parte y esencia de la naturaleza generosa, abundante y nutritiva que nos rodea, somos parte de la vida que se sostiene, se transforma y se expande en la creación. En nuestra esencia está la provisión, porque es la misma esencia de nuestro entorno, el que contiene todo lo que necesitamos. Nuestro entorno nos proveerá alimento, vestido, techo, amor, salud. Nuestro entorno lo hará como fue planeado originalmente, el funcionamiento perfecto de la creación que Cristo vino a restaurar.
Es la fe, el ungüento de sanidad que usó Cristo para recuperar las heridas que el ser humano ha causado al mundo natural,  o la tuerca que puso todo el mecanismo universal de nuevo en balance.
Por eso termina el versículo que he citado con la frase "hombres de poca fe"; por eso en otro pasaje dice "si tenéis fe como un grano de mostaza diréis a este monte: Pásate de aquí y se pasará, y nada os será imposible". (Mateo 17:20)
Hay momentos en los que hay que detener la rueda agresiva y avasalladora del mundo de la producción material y comprender que  no hay que hacer grandes esfuerzos, no hay que ganarse o merecer los milagros, no se puede; esos son los momentos en los que lo único que queda es esperar con fe; son los tiempos de descansar. Para sobrellevar los períodos de espera, es necesario que aprendamos a disfrutar de la quietud y del hecho de que, aparentemente, nada diferente esté ocurriendo, nada que prometa cambiar nuestro entorno en algo mejor. En ciertos momentos es necesario aceptar la quietud del mundo material para comprender en el mundo espiritual; luego, cuando sea necesario, vendrá a nosotros la sabiduría y la fuerza para movernos de nuevo; pero en estos momentos es necesario aceptar que debemos estar quietos. 
En estos momentos, necesitamos ser conscientes de que sí están ocurriendo muchas cosas; para empezar, a nuestro lado, dentro de nosotros y rodeándonos está nuestro Dios de amor y es necesario que nos hagamos conscientes de su presencia; está el Espíritu Santo clamando por nosotros, por nuestro bienestar; Jesús está a la diestra del Padre que "no se ha acortado" y que promete ayudarnos (Isaías 50:2) están los ángeles que luchan por nosotros y por los cuales la Biblia cita "no tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos" (II Reyes 2:16), refiriéndose "los que están con nosotros" al ejército de los cielos, y refiriéndose a "los que están con ellos" a nuestro problemas y las fuerzas negativas que nos quieren abatir. 
Pasan muchas cosas en el mundo espiritual y todas son en nuestro favor, porque "a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien" (Romanos 8:28). Y algunas veces simplemente es necesario que nos quedemos quietos; en II Crónicas 20:17 dice: "No habrá para qué peleéis en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros", y en Isaías 30:15 dice: "En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza". 
En términos de nuestro bienestar básico, de nuestra provisión cotidiana de alimento, vestido, protección y amor, la mayoría de veces aplica esta regla: debemos trabajar hasta donde la energía nos lo permita, no más, sin hacer sacrificios sino, más bien, disfrutando de lo que podemos dar, y luego confiar en que todo lo demás vendrá. Eclesiastés 9:10 dice: "Todo lo que te venga a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas", y en el capítulo 3, verso 22: "no hay cosa mejor que alegrarse el hombre con lo que hiciere". También dice otro pasaje: "En paz me acostaré, y así mismo dormiré; porque sólo tú, mi Dios, me haces vivir confiado". (Salmo 4:8)
Los motivo esta semana a disfrutar de lo que hagan, a hacerlo con deleite, sin muchos esfuerzos pero con demasiada alegría; y luego a descansar, confiar y esperar con fe. La cosecha la dará el Señor, en el lugar y el momento que sean más oportunos para nuestro bienestar. La victoria en nuestras luchas ya ha sido alcanzada por Cristo Jesús.




miércoles, 9 de abril de 2014

Los Pequeños Cambios Provocan Grandes Mejoras

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Novena reunión: 09 de abril de 2014

Los Pequeños Cambios 
Provocan Grandes Mejoras
Por María Antonieta Campos


¿Y qué pasa cuando se ha esperado por mucho tiempo y la respuesta no parece estar cercana? ¿Qué del que tiene mucho tiempo esperando una clase de amor especial, una oportunidad de prosperidad, un cambio en sus oportunidades de vida que haga de su día a día una experiencia esperanzadora?
Hay momentos, en que las personas se sienten muy cansadas y desesperanzadas, sobre todo después de una larga espera que parece infructuosa. 
Pues bien, para provocar cambios grandes hay que hacer cambios pequeños. Aquí les propongo tres tipos de cambio: 
El primer cambio es en la mente y en el espíritu, y ha hemos visto que para ello es necesario proclamar palabras diferentes a las que hemos venido diciendo, palabras positivas y esperanzadoras, racionales sí pero con un contenido de oportunidad. Las palabras son poderosas pero cuando estamos desesperanzados tendemos a proclamar el riesgo y no la oportunidad, y con ello limitamos nuestras posibilidades de sentirnos bien para actuar de manera productiva. Cuando la Biblia dice "Estad siempre gozosos, orad sin cesar, dad gracias en todo..." (I Tesalonicenses 5:16-18); se refiere precisamente a esto: proclamemos las bendiciones que van a venir para para nosotros y demos gracias por ello, hagámoslo en voz alta, y SIN CESAR, es decir de manera constante e independiente a lo que estamos viviendo.
El segundo cambio también lo hemos conversado un poco: Es necesario hacer esfuerzos diarios por vincularse con los demás; sacar tiempo para salir con un amigo, escribirle a las personas que están lejos y , sobre todo, compartir tiempo de juego y entretenimiento con nuestra familia (cercana o lejana, la familia que tenemos es la que Dios nos ha dado y hay que dedicarle su tiempo para que se fortalezca y crezca).
El tercer cambio es pequeño y es material: Cambie algo en su rutina, cambie sus muebles, limpie los rincones, elimine todo lo viejo de su casa, regale la ropa que no está usando... Más allá de las explicaciones energéticas que podrían ser difíciles de entender para quienes carecen del paradigma teórico del feng shui, pensemos que la limpieza, el orden, el espacio y el aire fresco son fundamentales para nuestra salud física y mental.  Hacer es fundamental para mantener nuestra mente activa y ocupada y, si hacemos, todo lo que movamos provocará grandes cambios en el gran todo universal al que estamos vinculados; el universo se moverá con nosotros, entonces movámonos y obliguemos a nuestra mente a ocuparse en actividades de bienestar cotidiano; será maravillosa la sensación de satisfacción posterior, cuando nuestra mente haya logrado resolver un problema pequeño de espacio, cuando nuestra refrigeradora esté llena de alimentos limpios y saludables, y cuando nuestra mesa de noche tenga sólo aquellas cosas que nos permitirán consentirnos por la noche. Finalmente recordemos que dar es fundamental para recibir, la poda es el antecedente de un mayor crecimiento, "echa tu pan al agua y en una ola regresará medida buena, apretada, remecida y rebosante"; lo que no usamos no debemos retenerlo porque alguien más en este mundo lo requiere, y a los espacios que queden libres llegará algo nuevo para ocupar su lugar.
Cuando aprendamos a mantener nuestra rutina en constante movimiento, con actividades de cuidado integral para nosotros mismos y para los demás, el universo comenzará a moverse con nosotros para traernos todo aquello que nos haga falta.
Para terminar un versículo que puede ayudarnos a iniciar esta pequeña cadena de cambios cotidianos, que provocará grandes cambios en nuestra vida:
"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas todas vuestras peticiones, en toda oración y ruego y con acción  de gracias, y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús." Filipenses 4: 6-7.

viernes, 4 de abril de 2014

Ser Constantes en el Amor


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Octava reunión: 4 de abril de 2014

Ser Constantes en el Amor
Por María Antonieta Campos


Esta meditación ha sido escrita especialmente para aquellos que tienen algunas dificultades para controlar sus emociones, para aquellos que presentan ansiedad, depresión, dolor, insomnio o cualquier malestar crónico, aquellos que saben que en su vida han tenido que hacer grandes esfuerzos para sentirse bien de manera más o menos permanente. Es decir, este es un mensaje para casi todas las personas.

Si hemos hablado de trascendencia y sentido de vida como la posibilidad de ser conscientes de que estamos absolutamente unidos a toda la creación por medio del amor, y si hemos aprendido que no podemos ser sin estar conectados en amor; entonces también debemos concluir que necesitamos sabernos y sentirnos amados.

No puede una célula nutrirse sin estar pegada al cuerpo, no puede una persona trascender (hacerle bien al mundo) sin estar vinculada a otros en amor.

Y ¿qué de aquellos que se sienten solos, de los que carecen de una mano que los conforte por las noches, de los que sienten lejanos a los que se encuentran cercanos? Pues son esos, precisamente los que deben visualizar su trascendencia con mayor urgencia.

Nadie realmente está sólo, aunque es nuestra naturaleza humana sentir que algo nos falta. Algunos le han llamado a esta sensación “soledad existencial”, es esa sensación que está allí y nos hace conscientes de nuestra individualidad a pesar de estar rodeados de millones de personas. Pero el que trasciende se sabe también parte del todo, y al visualizar al todo, encuentra a las personas que le aman: quizás son aquellos que le vieron nacer, quizás son los que le alimentaron, podrían ser los que le admiraron pero nunca se atrevieron a decirlo, tal vez sean que aquellos que le esperan en otro país y que le recuerdan todas las noches; también, puede ser que sean los que ya han partido y le esperan en la eternidad. Todos tenemos alguien que nos ha dado amor y todos podemos establecer más vínculos perdurables en amor.

Si quienes me aman, no lo pueden hacer como yo quiero, quizás sólo debo visualizar mi trascendencia; el amor vendrá de forma natural, porque sembrar amor con libertad sólo significa tener la disposición de ver el amor que sí estoy recibiendo:

En primer lugar veré el amor indiscutible del Dios creador al posicionarme frente a Él y admirar su majestuosa y perfecta creación; perfecta para darme vida y dejarme ver la vida, perfecta para sentir Su presencia en cada respiro. La vida hay que aceptarla y recibirla con amor; la mirada y el amor de Dios hay que sentirlos silenciando a nuestra alma con una respiración lenta, profunda y constante, en silencio.

Además, sembrar amor para cosecharlo significa amarme primero, y si me amo, si me acepto de forma absoluta e incondicional en mi soledad, el universo se volverá hacia mí para amarme. Me amará todo el universo, todas las personas, pero sobre todo yo. Si yo acepto y valoro el amor que me estoy dando como suficiente para respirar con alegría una vez más, entonces mi mano se extenderá para tomar la mano del otro con más facilidad.

Este es el tercer amor que hay que atreverse a recibir, el que parece a veces pasajero porque unas personas vienen y otras se van; pero si trasciendes verás que siempre habrá una mano-un corazón con el cual conectarse. Una carcajada, una palabra amable, una persona a la que le guste ir al cine contigo, o escribirte un e-mail puede ser suficiente para volver al respirar el aliento de vida.

Busca ese aliento, búscalo con constancia; si llevas años haciéndolo no te rindas, prueba de nuevo: respira en la presencia del amor de Dios, ámate y acéptate en tu soledad, busca compañía y aprecia más, demanda menos, acepta a quienes tienes a tu lado y que te han dado alguna señal de amabilidad e interés, búscalos, cuídales, fomenta vínculos de amistad saludables, dedica tiempo a esas relaciones.

Son tres tiempos fundamentales en tu vida: tiempo con Dios, tiempo amándote en soledad y tiempo para compartir experiencias positivas con otros. Saca un pequeño momento cada día para cada una de estas actividades; sé constante, el amor vendrá de forma natural.


Una última idea: No te detengas, ni tampoco te desgastes, sólo sé constante en dedicarte a estos tres momentos en el día, recuerda que las leyes del universo pueden ser extrañas pero siempre funcionan: algunas veces sembramos amor en un lugar y lo cosechamos en otro, pero siempre hemos de cosechar lo que hemos sembrado.