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TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Décima reunión: 25 de abril de 2014
Desarrollar belleza interior... y exterior
Por María Antonieta Campos Badilla
Hace algunas semanas una hermosa
compañera de nuestras Tardes de Manualidades y Café hizo el siguiente
comentario: "Creo que sintiéndome hermosa por dentro me veré más
hermosa por fuera".
¡Ella tiene razón! Es tan bella por
dentro como lo es físicamente, tanto que a sus más de ochenta años aparenta
sesenta; es delgada y ágil, su piel es tersa y morena, su cabello abundante y
negro, y sus ojos oscuros contienen las dos estrellas del cielo más brillantes
que se han visto; es también amable y callada, siempre dispuesta a dedicar su
tiempo a los otros para hacerlos sentir mejor cuando están en necesidad. Pero
nuestra amiga quería sentirse más bella y para eso era necesario fortalecer más
el ser interior.
Recordé entonces un cuento que me relataba
mi madre en la niñez, un cuento sobre tres gallinitas de diferentes colores que
competían por el título de "la gallinita más linda de la granja". Como
sucedería en la mayoría de cuentos de valores para niños, después de una gran
lista de aventuras, el Gran Búho Sabio del bosque determinó que la gallinita
más bella era la que se había detenido en su carrera para ayudar a otros
animalitos del bosque.
Cuando un adulto escucha una historia
como estas ya presume el final, y no le sorprende la magia de las aventuras que
sí encuentra el niño cuando descubre que es más hermoso el que se preocupa por
actividades más profundas de vinculación y solidaridad social. Peor aún, el
adulto escucha el cuento y su vida no cambia a partir de este.
¿Acaso será que, a pesar de los
múltiples cuentos de valores que escuchamos cuando pequeños, ha pesado más la
presión de los medios de comunicación sobre la belleza externa? Con múltiples
estímulos la televisión, las revistas y la publicidad nos enseñan que belleza
es sinónimo de ser altos, delgados, con el cabello terso, brillante y
abundante, bien peinados, los ojos grandes, la nariz delgada, y los colores de
la piel, los ojos y el cabello también con ciertas predilecciones en cuanto a
sus tonos y combinaciones; para los medios ser "hermoso" es ser
simétrico, bien balanceado, con cintura bien marcada, con una estructura
ósea y muscular alargadas y bien demarcadas; por lo menos, esto es lo que
premia la farándula y el mercadeo y eso es lo que nos enseñan a admirar.
Nos enseñan que aquellas personas que
cumplen con estos estándares son más exitosos; de hecho es cierto que el ser
humano en sus prejuicios tiende a confiar más en personas desconocidas de
hermosa apariencia y a rechazar a quien no ande "bien presentado"; y
puede ser cierto que muchas personas actúen con base en estos prejuicios, pero
también es real que existen muchas personas que no cumplen con los estándares mencionados
y aun así son admirados y amados por todos, o casi todos; son personas felices
que no se han dejado atrapar por los mensajes de una sociedad de consumo que
conviene al enriquecimiento de unos pocos.
En lugar de desmitificar conceptos
como estos y educar a las personas para que aprendan a valorar lo que es
realmente importante y a protegerse de quien y cuando es realmente necesario,
los medios de comunicación educan para seguir reproduciendo un patrón
infructuoso de auto-defensa y discriminación del que es diferente.
Vean este ejemplo: Ahora están de
moda los "reality shows" en los que se les enseña a las personas que
si cambian su manera de vestir se van a sentir "más satisfechos consigo
mismos" y van a tener una "mejor autoestima", programas con una
aprobación tan marcada del prejuicio que se atreven a desechar la ropa de los
otros con burla y una especie de crueldad; también están aquellos programas en
los que usted debe hacerse cirugías plásticas si tiene algún complejo bajo el
supuesto de que así logrará "ser feliz". Existen los programas que
promueven la delgadez diciéndole a las personas que tienen sobrepeso porque han
sido perezosas y que ahora "deben sufrir" por ello. Estos programas
utilizan la "culpa" y la discriminación social como formas de
control sin resolver el problema de fondo: la necesidad de desarrollar
actitudes flexibles para la aceptación incondicional del valor humano y para el
cuidado personal consecuente.
Muy pocos hablan de los muchos
estudios científicos que demuestran que el proceso de desarrollo de belleza es
inverso al que promueve la sociedad de consumo, casi ningún medio resalta el
hecho de que las personas con mejor autoestima y que se sienten más amadas en
su entorno logran desarrollar recursos para mejorar sus hábitos alimentarios,
hacer ejercicio, dedicarse tiempo por las mañana para vestirse y arreglarse
bien, etc.
Las personas que se desarrollan en
ambientes de aceptación incondicional del valor del ser humano son las que
logran sonreír en circunstancias difíciles y mantener esperanza, son las que
por ello al vestirse con ropas sencillas se ven hermosas, son las que abrazan y
dicen palabras agradables, son, por lo tanto, las más hermosas.
Difícilmente se diría que Jesucristo,
Ghandi, o la Madre Teresa de Calcuta, tenían problemas de autoestima, o que no
se sentían suficientemente hermosos y satisfechos consigo mismos por no cumplir
con los estándares de vestimenta y apariencia que nuestros medios de
comunicación promueven. ¿Qué creen ustedes? ¿Será que ellos podían ser felices
porque tenían un espíritu fuerte, pero al resto les toca vestirse con sedas
para consolarse?, ¿será que la fortaleza de espíritu está limitada para
algunos?, o peor aún, ¿será que el que no tiene belleza física debe dedicarse a
cultivar su espíritu pero las personas hermosas no lo necesitan?
¡Cuidado!, es cierto que es más
difícil sacar tiempo para orar o meditar, para prepararse y disfrutar de
alimentos sabrosos y nutritivos todos los días y hasta compartirlos con aquellos
que se aman, o para ayudar a otros y crecer en familia, en grupo o en
comunidad; todo eso es más difícil que sacar tiempo para ir de compras o
invertir en un buen tratamiento de belleza. Pero por mucho que los medios de
comunicación y los exitosos negociantes quieran promoverlo, la belleza y la
felicidad no se consiguen con dinero ni con bienes materiales. ¿No es ese el
fin de todo lo que queremos: ser hermosos para tener aceptación, y tener
aceptación y éxito para ser felices?
El que no se siente hermoso no lo va
a hacer aunque adelgace, a menos de que trabaje en su interior, en "hacer
tesoros donde ni la polilla ni el orín corrompen" (Mt. 6:19). El que no se
acepta a sí mismo como es, no va a ser aceptado por lo demás de manera genuina.
La felicidad real descansa en el desarrollo de una belleza interior, no
exterior, y ¡es un hecho!, las personas que se sienten hermosas por dentro se
ven radiantes y maravillosamente bellas por fuera.
Cómo se construye la belleza
interior, sin embargo, es una paradoja, porque la belleza interior sí se
construye afuera algunas veces: cuando ayudamos a otros compartiendo lo que
tenemos, cuando pensamos en las necesidades de los demás y ajustamos nuestras
actividades para que todos estemos satisfechos, cuando pensamos en el peso que
nuestras palabras tienen en la vida de nuestros vecinos y procuramos decirles
siempre cosas agradables. Otras veces, la belleza interior demanda nuestra
atención personal en soledad y la dedicación de tiempo y esfuerzo al
fortalecimiento de nuestra fe.
Cualquiera sea su creencia, su fe, su
sentido de vida, recuerden fortalecerla y ponerla como prioridad ante los
mensajes de los medios de comunicación; construyan su belleza dentro de ustedes
y en una vinculación social sensible y genuina; ámense a ustedes mismos busquen amigos que realmente lo sean
porque los aceptan sin condiciones. La belleza externa vendrá por añadidura.