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Octava reunión: 4 de
abril de 2014
Ser Constantes en el Amor
Por María Antonieta
Campos
Esta meditación ha sido escrita especialmente para aquellos que tienen
algunas dificultades para controlar sus emociones, para aquellos que presentan
ansiedad, depresión, dolor, insomnio o cualquier malestar crónico, aquellos que
saben que en su vida han tenido que hacer grandes esfuerzos para sentirse bien
de manera más o menos permanente. Es decir, este es un mensaje para casi todas
las personas.
Si hemos hablado de trascendencia y sentido de vida como la posibilidad
de ser conscientes de que estamos absolutamente unidos a toda la creación por
medio del amor, y si hemos aprendido que no podemos ser sin estar conectados en
amor; entonces también debemos concluir que necesitamos sabernos y sentirnos
amados.
No puede una célula nutrirse sin estar pegada al cuerpo, no puede una
persona trascender (hacerle bien al mundo) sin estar vinculada a otros en amor.
Y ¿qué de aquellos que se sienten solos, de los que carecen de una mano
que los conforte por las noches, de los que sienten lejanos a los que se
encuentran cercanos? Pues son esos, precisamente los que deben visualizar su
trascendencia con mayor urgencia.
Nadie realmente está sólo, aunque es nuestra naturaleza humana sentir
que algo nos falta. Algunos le han llamado a esta sensación “soledad
existencial”, es esa sensación que está allí y nos hace conscientes de nuestra
individualidad a pesar de estar rodeados de millones de personas. Pero el que
trasciende se sabe también parte del todo, y al visualizar al todo, encuentra a
las personas que le aman: quizás son aquellos que le vieron nacer, quizás son
los que le alimentaron, podrían ser los que le admiraron pero nunca se
atrevieron a decirlo, tal vez sean que aquellos que le esperan en otro país y
que le recuerdan todas las noches; también, puede ser que sean los que ya han
partido y le esperan en la eternidad. Todos tenemos alguien que nos ha dado
amor y todos podemos establecer más vínculos perdurables en amor.
Si quienes me aman, no lo pueden hacer como yo quiero, quizás sólo debo
visualizar mi trascendencia; el amor vendrá de forma natural, porque sembrar amor
con libertad sólo significa tener la disposición de ver el amor que sí estoy
recibiendo:
En primer lugar veré el amor indiscutible del Dios creador al posicionarme
frente a Él y admirar su majestuosa y perfecta creación; perfecta para darme
vida y dejarme ver la vida, perfecta para sentir Su presencia en cada respiro. La
vida hay que aceptarla y recibirla con amor; la mirada y el amor de Dios hay
que sentirlos silenciando a nuestra alma con una respiración lenta, profunda y
constante, en silencio.
Además, sembrar amor para cosecharlo significa amarme primero, y si me
amo, si me acepto de forma absoluta e incondicional en mi soledad, el universo
se volverá hacia mí para amarme. Me amará todo el universo, todas las personas,
pero sobre todo yo. Si yo acepto y valoro el amor que me estoy dando como
suficiente para respirar con alegría una vez más, entonces mi mano se extenderá
para tomar la mano del otro con más facilidad.
Este es el tercer amor que hay que atreverse a recibir, el que parece a
veces pasajero porque unas personas vienen y otras se van; pero si trasciendes
verás que siempre habrá una mano-un corazón con el cual conectarse. Una
carcajada, una palabra amable, una persona a la que le guste ir al cine
contigo, o escribirte un e-mail puede
ser suficiente para volver al respirar el aliento de vida.
Busca ese aliento, búscalo con constancia; si llevas años haciéndolo no
te rindas, prueba de nuevo: respira en la presencia del amor de Dios, ámate y
acéptate en tu soledad, busca compañía y aprecia más, demanda menos, acepta a
quienes tienes a tu lado y que te han dado alguna señal de amabilidad e
interés, búscalos, cuídales, fomenta vínculos de amistad saludables, dedica
tiempo a esas relaciones.
Son tres tiempos fundamentales en tu vida: tiempo con Dios, tiempo
amándote en soledad y tiempo para compartir experiencias positivas con otros. Saca
un pequeño momento cada día para cada una de estas actividades; sé constante, el amor vendrá de forma
natural.
Una última idea: No te detengas, ni tampoco te desgastes, sólo sé
constante en dedicarte a estos tres momentos en el día, recuerda que las leyes
del universo pueden ser extrañas pero siempre funcionan: algunas veces sembramos
amor en un lugar y lo cosechamos en otro, pero siempre hemos de cosechar lo que
hemos sembrado.
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