Programa Manualidades y Arte para la
Autoafirmación
TARDES DE
MANUALIDADES Y CAFÉ
Vigésima sexta reunión: Guadalupe, 30
de octubre de 2014
“Gracia Plena”
Por María Antonieta Campos Badilla
Me preguntaba mi abuelita sobre
la gracia, ¿qué es la gracia divina? Recuerdo esa pregunta recurrente en
cientos de discusiones teológicas en las que estuve en las diferentes iglesias
que visité. Siempre me llamó la atención el que las personas (aquí me incluyo)
necesitemos recibir explicaciones complejas de conceptos sencillos. Quizás
tenía razón "El Principito", de Saint- Exupéry, al decir
“lo esencial es invisible a los ojos”.
Así, quisiera iniciar el análisis
de este tema refiriéndome a lo muy esencial que perciben los niños en sus
primeros años de comunicación verbal con el mundo. Casi todos los padres se
esfuerzan de manera especial para que los pequeños aprendan a decir dos “palabras
mágicas”: por favor y gracias. “Por favor, aunque no tengas obligación de
hacerlo, como una consideración especial o un regalo hacia mí, ayúdame”. Después
de que recibimos una respuesta positiva, y cada vez que alguien nos hace algún
bien: “gracias”. Esta última palabra denota el reconocimiento de que se ha
recibido bendición por la buena voluntad de otro, una bendición que puede ser
merecida o no pero que no estaría allí de no ser por la generosidad de ese otro.
Bajo la concepción cristiana, la
palabra gracia significa regalo, algo bueno que recibimos y que no merecemos, y
de manera literal la gracia divina representaría, entonces, los regalos de
Dios. ¿Cuáles regalos? La vida misma y todo lo bueno que en ella recibimos.
La vida en su plenitud es un
regalo que recibimos porque Dios quiso, ninguno de nosotros escogió ser
concebido y ninguno de nosotros puede garantizar que mañana vivirá en esta
Tierra, por eso Jeremías 39:18 dice “tendrás
tu vida por botín”. La conciencia de la gracia divina es, entonces, la
conciencia de que nuestra vida descansa en una fuerza más poderosa que nuestra
propia voluntad.
Y el sustento que recibimos en
nuestra vida también está en manos de aquella fuerza y no exclusivamente en
nosotros. No es el que más se esfuerza trabajando el que obtiene un mejor
salario, no es el más inteligente el que conserva el mejor puesto, no es el que
tiene mejores amigos el que queda mejor colocado (Eclesiastés 9:11). El Salmo
146:3-5 cita:
No confíes en los
príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.
Pues sale su
aliento, y vuelve a la tierra, en ese mismo día perecen sus pensamientos.
Bienaventurado
aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob.
Cuya esperanza
está en Jehová su Dios.
En Mateo 6:25-30 se cita la enseñanza de Jesús sobre
el sustento de esa vida:
25 Por eso les
digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo,
cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más
que la ropa? 26 Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni
cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las
alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? 27 ¿Quién de
ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su
vida?
28 ¿Y por
qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No
trabajan ni hilan; 29 sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón,
con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. 30 Si así viste
Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no
hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?
Pues entonces, la gracia no es
sólo el regalo de la vida, sino de una vida
plena y abundante, la satisfacción de todas las necesidades, la convicción de
que todo lo que requerimos viene de manera natural y en el momento oportuno. En
I de Corintios 3:22-23 dice: “Ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el mundo, o la
vida, o la muerte, o lo presente, o lo por venir, todo es vuestro, y
vosotros de Cristo, y Cristo de Dios”.
Gracia ha recibido aquel que sabe esto, el que vive con señorío, el que no teme el futuro, el que disfruta cada día de su vida como si fuera el único pero sabiendo que su vida es eterna. Aquel que trabaja feliz porque disfruta de las tareas que hace y no por temor de lo que pueda a necesitar al final del mes, ese es el que vive en la gracia; es aquel que sabe que el dinero rendirá, que la provisión llegará de Dios y que todo lo que hagan sus manos prosperará (Salmo 1:3) porque esta es la naturaleza divina: generosa, productiva, creadora, abundante...
De la gracia disfruta el que sabe
que Dios es su jefe, su guía, su fuente, su recurso eterno e inagotable. De la
gracia disfruta el que sabe del poder de Dios para sanar, para dar vida en la
Tierra y para dar vida eterna también, y el que confía en que en las manos de
ese Dios están sus tiempos: tiempo de reír, tiempo de llorar, tiempo de
edificar, tiempo de destruir, tiempo de nacer, tiempo de morir (Eclesiastés 3:1-8),
y que “todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón
del hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el
principio hasta el fin”.
Ese es el que conoce la gracia,
el que sabe que todo ayuda a bien a los que amamos a Dios (Romanos 8:28), el
que sabe que los pensamientos de Dios para con nosotros son pensamientos de paz y no de mal para
darnos un buen fin (Jeremías 29:11), el que sabe que “la voluntad de Dios para
con el hombre es buena agradable y perfecta” (Romanos 12:2).
Entonces podemos preguntarnos, ¿por
qué si estoy en la gracia de Dios no he recibido todo lo que le he pedido? Isaías
55:8-9 dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros
caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra,
así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que
vuestros pensamientos”.
En todo lo que nos acontece hay un propósito
bueno, saber eso es estar en la gracia divina. Proclamar bendición en medio de
la tribulación es confiar en Él, como confía la amada en su amado, es caminar
con señorío, es “acercarse al trono de la gracia confiadamente” (Hebreos 4:16).
No detengas tus palabras, sigue
agradeciendo. I Tesalonicenses 5: 16-22 dice:
Estad siempre
gozosos.
17 Orad sin
cesar.
18 Dad gracias en
todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
19 No apaguéis al
Espíritu.
20 No
menospreciéis las profecías.
21 Examinadlo
todo; retened lo bueno.
22 Absteneos de
toda especie de mal.
Eso es vivir en la gracia:
mantener un espíritu agradecido aprovechando de toda circunstancia lo que es
bueno y confiando en la buena voluntad de Dios.