Libertad en las
relaciones
Por María Antonieta Campos Badilla
Cuando conocemos a una persona con la que tendremos que
interactuar por algún tiempo queremos conocerla lo antes posibles, comprender
cuáles son sus motivaciones e intenciones en esa interacción y determinar si
podemos establecer con esa persona una relación de paz y armonía que resulte en
bienestar para nuestra vida.
Algunas personas establecen esa interacción con más paz y
autoconfianza que otras. He visto persona cuyo corazón es tan noble que cada
vez que conocen a alguien esperan lo mejor y más maravilloso de esa nueva
interacción; son personas que se sienten agradecidas con las bondades de la
vida.
También he visto personas temerosas, personas que se
mantienen ensimismadas y atentas por algún tiempo con la idea de que podrían recibir
tanto intenciones de bondad y generosidad como intenciones de egoísmo y
envidia; por lo general he visto que estas personas, cuando se perciben amadas, terminan por abrirse como una hermosa flor y compartir una deliciosa fragancia
en sus relaciones.
Y también he visto personas que necesitan tener sus
entornos altamente controlados para sentirse seguras, y estas personas se
dedican con esmero a investigar a sus contrapartes, los buscan en internet, en
redes sociales virtuales, y en la opinión, comentarios e historias que otros cuentan
sobre ellos, estas personas creen que al controlar la información de la vida íntima de los demás tendrán más elementos para controlar sus propias oportunidades de bienestar, quizás, más oportunidades de hacerse importantes o amadas, o, simplemente,
más oportunidad de sentirse seguras.
Los diferentes grados de sutileza en el trato, de elegancia
y de amabilidad pueden manifestarse de igual manera en cualquiera de las tres
interacciones, las personas pueden ser altamente cordiales y ser egoístas y
controladoras al mismo tiempo; o pueden ser muy directas y poco sutiles, serias
y calladas, pero tremendamente abiertas para aceptar la bondad de las
diferencias de otros.
Esto lo aclaro porque no estoy hablando de un tema de conducta ni de habilidades sociales, sino que me refiero a la conceptualización de la gente sobre la forma en la que se establecen las
interacciones humanas.
Esa visión muy personal de lo es una relación con otros termina
por afectar el producto final de una buena interacción; sin importar qué tan
educados seamos, al final recibiremos de los demás lo que nuestra alma ha decidido
de antemano que merece recibir: bondad y generosidad siempre, bondad y
generosidad algunas veces, relaciones de poder en todo momento.
Pienso que es cuestión de decisión. Se decide ser genuino,
libre y bueno y se deja en libertad las formas de expresar amor que nazcan de
cada relación, o se decide pasar por la vida haciendo pulsos de poder con
estrategias socialmente aceptadas para mantenernos seguros y en control pero con poco amor.
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