martes, 28 de junio de 2016

Soy libélula

Soy libélula
Por María Antonieta Campos Badilla

He escrito ya muchas veces sobre el alto valor de las libélulas en la vida de nuestra familia. En su representación de un amor eterno, uno que no se va nunca, uno que trasciende el plano material y temporal, las libélulas llegan a nosotros con mensajes de esperanza y libertad.
Hoy me siento así, libre para ir y venir, libre para estar con los míos con todo mi amor, sin tener que explicar a nadie de dónde vengo ni a dónde voy. Eso decía, hacía y vivía mi abuelito Hernán. Eso dice, hace y vive en nuestro corazón aún.
Hoy no tengo que reír para nadie, ni correr a trabajar, ni producir, ni ser excelente, ni explicar, ni brillar. Hoy sólo vuelo en la dirección que me place y es el sol quien brilla en mis alas. Vuelo rodeando el jardín de los míos, el espacio de deleite de aquellos a quien amo; ese espacio que está lejos de los lujos de las ciudades, de las compras, de la vida laboral y de la producción académica. Ese espacio en donde la sociedad ni me nota, pero me nota el amor de mi gente.
Sólo eso quiero, libertad, sol y aire fresco para estar con ellos.

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