sábado, 25 de junio de 2016

Soy un río

Soy un río
Por María Antonieta Campos Badilla

Papi está en perfecto estado de salud. Los detalles no importan ahora mismo, Dios es bueno y hace milagros de muchas formas. ¿Se esperaría una reacción de júbilo? Algunas veces el júbilo y el agradecimiento se comunican con el silencio.
Tengo ya varias semanas de no escribir, les cuento ahora cómo estoy.
Te libera la vida de dolores, peligros y amenazas que has sufrido por un tiempo; te concede Dios el milagro esperado. ¿Qué se hace entonces? Se dan las gracias, y se pide la oportunidad de descansar un rato.
El tiempo de descanso, desde la recreación, pasando por el ocio, hasta el sueño, e incluso el llanto o la risa, permiten acomodar las ideas. Aprendí que una crisis que comienza cuando te dan una mala noticia, no termina cuando pasa el peligro, sino cuando se lograr comprender qué fue lo que pasó, por qué ocurrió, qué fue lo que cambió y, a partir de ahora, qué sigue.
Leí ayer estas hermosas reflexiones de mi hermano, hombre sabio y sensible, filósofo y poeta, libre de las ataduras materiales y de los roles socialmente establecidos:
Al leerla comprendí que justo en esa etapa estoy, mi río interno ha crecido tanto que nunca volverá a su cauce inicial, formará uno nuevo, sin preguntarle a nadie. Los ríos no preguntan por dónde pasar, no piden permiso; los ríos son, serpentean como les place y dependen solamente del cielo y la cantidad de agua que, en un ciclo interminable y cambiante, este les provea.


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