sábado, 31 de marzo de 2018

Resucitar en el Otro


Pensando un poco en la muerte y resurrección de Jesús, y reflexionando en el sentido de esta Obra, recuerdo que la ascensión desde la vacía oscuridad de la muerte hasta la absoluta Luz de Vida Eterna, nos abrió para siempre un camino de vuelta a nuestra Fuente Creadora: Ese que algunos llaman Padre Celestial, otros le dicen Padre-Madre Dios, y otros lo llaman Amor.

Dios es Amor. Y Dios es la Fuente.

Entonces, el camino de la resurrección es un camino al Amor y es darnos cuenta que estamos hechos de Amor y que somos uno con el Amor. Si todos somos Amor somos uno con todos.

Por eso la Biblia habla de que Jesús quitó la pared de separación y nos hizo un solo pueblo, y cuando murió en la cruz se rasgó el velo de entrada al Lugar Santísimo en el Templo, es decir, se abrió el acceso a nuestra Fuente Creadora.

En días anteriores he dicho que somos uno como un concepto de responsabilidad por el cuidado del prójimo, pero hoy hablo de este concepto como una bendición y una realidad de existencia ineludible.

Cuando yo tenía dos años me hablaron de Jesús. Me dijeron que Él me amaba y que siempre estaría a mi lado. Desde entonces me enamoré de Él. Desde entonces le siento junto a mí y veo su mano protectora y de bendición para mí. Y no me he sentido sola, algunas veces, quizás, he anhelado algún abrazo de Él (uno físico y no solo espiritual) pero, de alguna manera, este abrazo siempre ha llegado a mí a través de alguna persona.

Con el tiempo me he dado cuenta de que Jesús (el Amor que se hizo hombre, murió y resucitó dándonos vida eterna) tiene muchas formas de manifestarse a las personas.
Algunas veces habla al corazón directamente, otras veces se ayuda con mensajeros: sacerdotes, pastores, familiares, vecinos, la naturaleza, los ángeles... Y cada vez que habla su mensaje trae paz y libertad.

De estos, el mensajero más sutil es aquel que está a mi lado y me ama y me recuerda la Fuente de la que provengo y soy parte. Cada vez que mi vida se tambalea recibo una mano de Amor (o muchas) extendiéndose en mi ayuda. Cada vez que hiero a alguien (queriendo o sin querer) siento el dolor en mi propia piel, y siento el deseo de ser perdonada, y cuando recibo tal dicha me veo en el compromiso profundo de perdonar toda deuda de otros. Cada vez que alguien me ofende o me amenaza, hay otro que me abraza y el perdón al primero me sana a mí. Entonces, me voy dando cuenta de que realmente somos un solo cuerpo, y que mi ser trasciende y se hace parte de todos los otros seres hechos a imagen del Amor, en esos momentos resucito en los demás.



Así, la obra de Jesús se torna, no en una carga de responsabilidades y reglas, sino en una consciencia de unidad y de Amor: una simple existencia en la realidad en la que todo lo que hago con el otro se lo hago a mi propio ser, y la dicha de saber que nunca he estado ni nunca estaré sola ni vacía porque donde esté el otro ahí también estoy yo.

Así pues, las otras personas son parte de mí ya sea que yo me deje acompañar por ellas o no. Y puedo vivirlas con consciencia o puedo ignorar su existencia dentro de mí, pero al final, lo que es real es que esas personas me constituyen, y lo mejor que puedo hacer es crecer en Amor con ellas para crecer en Amor por mí.

Hoy en mi país estamos a las puertas de las Celebración del Domingo de Resurrección y de las Elecciones por la Presidencia de la República. Hemos tenido semanas de una dura contienda social; de palabras y opiniones fuertes sobre temas sociales, morales y religiosos que se han mezclado de formas diferentes en la campaña política. En el mismo momento de ejercer nuestro voto presidencial, quienes celebramos la resurrección de Cristo, supondríamos una reflexión sobre esta necesaria resurrección nuestra en el amor a las demás personas. Al final del día, alguno será presidente, el gobierno seguirá su curso y el poder corromperá a algunos como es natural; y al resto, ¿qué nos depara?, ¿una vida con consciencia de unidad o el resentimiento y dolor que nos hemos provocado a nosotros mismos tratando de herir al “otro-que-soy-yo”?, ¿la muerte de nuestra consciencia espiritual o la resurrección en el Amor?

Hoy mi oración a Dios es por un milagro de Amor para mi país, un milagro de unión y paz, un milagro de resurrección.

miércoles, 28 de marzo de 2018

Desafío de Amor

Estoy viendo Animal Planet. Cuando estoy estresada es una maravillosa forma de soltar el día, porque veo cómo la naturaleza es un reflejo de la maravillosa luz de la Divinidad Creadora. Me enamoro rápidamente de la perfección del ciclo de la vida y descanso en la idea de que mi tiempo y mi propósito en la Tierra son perfectos y serán cumplidos sin esfuerzo, así como una rosa da su aroma sin planearlo. La rosa es. El leopardo es. Yo soy.
Pues hoy estoy viendo un programa de los desafíos de los animales cazadores para sobrevivir en los diferentes tipos de entornos del planeta. Cada tipo de ecosistema presenta un diferente desafío para obtener alimento y sobrevivir. 
El locutor dice: "Los depredadores necesitan estar en perfecta conexión con su presa y con su entorno para poder sobrevivir". Según yo, esto es igual a decir que para sobrevivir en el entorno en que nos tocó nacer debemos conocer este entorno y conocer nuestro objetivo fundamental de supervivencia.
Los leopardos, los ñues, los delfines saben quiénes son, dónde están, qué necesitan alcanzar para sobrevivir y cuál es el desafío que deben vencer para alcanzarlo.
¿Y yo?, ¿será que yo también lo tengo claro? Veamos:
1. Sé que yo soy un ser humano, que soy mujer y que me encanta serlo. 
2. Sé que vengo de la Fuente de Luz Divina y que vine para aprender a reconocer lo espiritual desde lo material y, así, conectarme con el Amor (que es espiritual) para materializarlo en acciones de cuidado a mí, a mi entorno y a los seres que me rodean, que son parte de esa misma Luz (de ese mismo Dios) de donde yo provengo.
3. Sé que mi desafío para sobrevivir, entonces, es AMAR  a pesar de las circunstancias de odio, intolerancia, abuso, avaricia, violencia y cualquier otra más fácil o más difícil de enfrentar. 
4. Y sé que cuento para ello con mi habilidad de ver bondad, justicia, misericordia, compasión, perdón, generosidad y cualquier otra buena cualidad en los demás, en mí y en todo lo que nos rodea. Es decir, que si encuentro a Dios en todo esto me es más fácil Amar.
Y si parece que estoy tan clara con respecto a mi desafío o propósito de existencia, ¿qué es lo que hoy me agobia tanto que me hace huir de mi entorno inmediato a mi programa de televisión? Pues que yo he vivido con el deseo de que todos busquen ese amor incondicional, y ahora quiere entrar a mi país un nuevo movimiento político teocrático que desea imponerle condiciones al Amor.
El Amor es voluntario y me duele y me alarma la herejía de tratar de imponerlo. Peor aún, me enfada e indigna la idea de que algunos crean que su forma de Amor es la única real y "permitida". ¡Cuánto se puede deformar la consciencia espiritual de Dios y del Amor como para creer que se puede meter al Ser Divino en un molde!
Mi frustración hoy me hizo escribir algunos reproches en mis redes sociales para ver si alguien comprendía mi angustia y se aliaba conmigo para despertar consciencias.
Luego, me rendí y enciendí el televisor, y vi  la introducción del programa y la pregunta "¿cuál es el desafío?"
Me respondí: Mi desafío es amar. ¿A quién? Al político oportunista (al religioso y al que solamente busca un buen negocio), a los feligreses de corazón sincero que quieren que se imponga su estilo de Amor, a los que viven otras clases de amor y se sienten rechazados y ofendidos por los primeros, a los que oponen resistencia a la amenaza de libertad, a los que estudian y entienden, a los que no estudian tanto, a los que ofenden, a los que defienden, a los que callan... a todas las personas.
¿Cómo amo a todas las personas?, ¿cómo hago justicia en esto?
Para responderme, recordé un versículo de esa Biblia que unos quieren imponer con interpretaciones a conveniencia, esa Biblia que a mí me llegó un día con libertad y que yo quise leer con ojo crítico y así me enseñó a Amar:
"La misericordia y la verdad se encontraron; La justicia y la paz se besaron. La verdad brotará de la tierra y la justicia mirará desde los cielos". (‭‭Salmos‬ ‭85:10 y 11)
Esto es lo que interpreto de ese texto:
Si yo hablo con verdad desde la tierra donde vivo, el cielo me hará justicia en ese esfuerzo de amor a todos; esa verdad hablada con misericordia (con consideración a los sentimientos del otro) producirá frutos de justicia y paz.
Por esto, sin ofender a mis hermanos(as) (mis hermanos(as) son todas las personas que me rodean), hoy digo con amor mi verdad, en espera de que los cielos hagan justicia: Digo que la ética cristiana no debe ser parte del gobierno, ni de la política, ni de la ley, porque esta es una ética que se vive por amor, de manera voluntaria y si no pierde su mérito ante Dios y la creación. 
Sí, hay que dejar que el pueblo peque si quiere, y atraer al Amor solamente con Amor. Sólo el testimonio de las vidas que se llevan Amor puede provocar esta atracción. ¡No se puede obligar a Amar, ni se puede obligar a hacerlo de una forma específica!
Y hay dejar que sea Dios quien juzgue, porque somos seres falibles, nuestra idea de lo que es el Amor podría estar equivocada, o podría ser incompleta. Dios nos va guiando y su única solicitud es que Amemos de la mejor manera en que podamos sin juzgarnos. Él es el único juez, Él es Amor.
Amemos, cuidemos, ofrezcamos nuestra mano amiga, pero no, no, no convirtamos a Dios en un negocio político que le quita todo el mérito al mensaje de gracia de Jesús.
Amar en libertad es nuestro más grande desafío.

lunes, 12 de marzo de 2018

Historias de Amor Veraz

Historias de Amor Veraz
Por María Antonieta Campos
12 de marzo de 2018

Son tan distintas las formas de amor, son distintos los vínculos pero una razón común.



Historia 1: La de mis padres
Me crié en una familia tradicional integrada por un padre y una madre que se aman, con un hermano mayor y una hermana menor; yo elegí ser la del medio. Así lo he tenido todo. Mi padre y mi madre se amaron desde su adolescencia, y su camino de 48 años casados no ha sido ni fácil ni insoportable, ha sido un camino lleno de situaciones de vida que resolver. Ambos dicen que han logrado estar juntos porque cada vez que fue necesario alguno de los dos asumió con compromiso el cambio que debía hacer para ajustarse. Mi padre está pensionado, mi madre trabaja tiempo parcial, están resolviendo la construcción de una vida de edad madura.

Historia 2: La mía en el presente
Me desarrollé entre la llamada generación X, cuando llegamos a la edad de 30 años la mayoría de excompañeros de colegio se habían casado y divorciado. Algunos se habían vuelto a casar y la mayoría tenían hijos.
Yo no me casé sino hasta los 38 años. A los 30 ya había tenido muchas relaciones de noviazgo complicadas. En cada una terminaba porque me sentía tratada como una mujer altamente conveniente para esposa, pero en mi esencia de persona no me sentía tan valorada o amada. Algunos me decían que yo era demasiado exigente buscando amor.
A los 36 me encontré con el que ahora es mi marido, y sí, me siento muy amada y valorada por ser quien soy.  Mi vida no gira en torno a él, ni la de él en torno a mí; sólo caminamos juntos de la mano sabiendo que cada día hay que pensar si nos comprometemos a ser pareja un día más, y hasta ahora, lo hemos hecho.
Algunos días me pregunto si podremos lograr lo mismo que mis padres, llegar hasta viejitos juntos, llevándonos bien, dejándonos ser, viviendo en libertad, amor, respeto; siendo compañeros iguales en valor y merecimiento dentro de la relación. Eso espero, para eso me casé y me vuelvo a casar cada día.

Historia 3: La de mi amiga divorciada
Vivieron 15 años juntos, como una familia “perfecta”, dos esposos que llegaron a acuerdos sobre la vida, sobre tener hijos, sobre tener un negocio, sobre trabajar mucho juntos y sobre que ella cuidaba a sus hijos, hacía la comida, y atendía el hogar en lo que quedaba de tiempo. Un día ella descubrió que él le era infiel.  Con el corazón desagarrado mi amiga puso un límite y le dijo: No más.  Si usted quiere hacer un cambio, buscar ayuda terapéutica y comprometerse conmigo se queda y si no se va. Él se fue con una chiquilla de la mitad de su edad. Ella tenía dos hijos que cuidar y su abogada le recomendó no abandonar el negocio.  Ellos trabajan juntos todos los días, sólo hablan de negocios, él no ve a sus hijos porque no quiere, ella es la madre más feliz y realizada por todo lo que está logrando. Él se la está perdiendo. Ella sabe amar.

Historia 4: La de mi amiga la que sufrió mucho con su exmarido
Ella se vino desde las muy lejanas tierras nórdicas con él, quien había ido a estudiar allá. Se casaron y decidieron vivir lejos del hogar, la patria y la cultura de ella. Ella tuvo a sus hijos y fue una “buena” esposa: Atendió a sus hijos, atendió a su esposo en todas las tareas del hogar, y trabajó hombro a hombro con él en un negocio de los dos. Ya con sus hijos adolescentes descubrió que él tenía un amante (uno, no una). Ella le dijo que tenía que irse. Para esto no hay terapia, la homosexualidad no es una enfermedad; la mentira, por cierto, sí lo es: es una enfermedad social.  Ella sigue trabajando en el negocio; la misma historia del caso 3: Las mamás no abandonan la responsabilidad del cuido de los hijos, ni tienen por qué abandonar lo que es de ellas. El pueblo donde viven le ha pedido que perdone al marido, a su familia en el extranjero no le ha contado de su divorcio, sabe que no la aprobarán.  ¿Es amor casarse para toda la vida o es amor vivir en la verdad? Sus hijos observan la valentía de una madre que defiende el compromiso en honestidad.

Historia 5: La de mi amiga la que perdonó
Ella tenía unos 15 años de casada cuando descubrió que él le era infiel. Se armó de fuerza y lo confrontó, le dijo: Si te quieres quedar tienes que cambiar, pero tiene que ser sólo si quieres estar conmigo, por los hijos no. Él cambió. Están trabajando juntos, tienen un negocio. Ella lo perdonó pero exige lo que antes no exigía, él ahora se esmera por demostrar que merece estar allí. Ahora, dice ella, que tiene un compañero, que cocina y atiende a los chicos cuando ella trabaja, que se esfuerza para para que todo esté bien, que cuida lo que sabe que puede perder. A ella le cuesta olvidar y la herida aún le duele a veces. Sus hijos conocen la historia, han aprendido a valorar a su madre, han aprendido que el amor no está garantizado a menos de que cada día se establezca y demuestre un compromiso mutuo.

Historia 6: La de quien fue infiel y se arrepintió
Ella era una joven casada, cargando una historia difícil que tenía que resolver. Tenía mucho dolor y se hundía en la soledad de su silencio.
Un día alguien que no era su esposo, le habló con dulzura y la entendió, y ella abrió su corazón. ¡Pero si su marido era muy bueno!,  sólo no había descubierto el terror que abrumaba a la amada por las noches. ¿Cómo es que estando tan cerca a veces no se siente el corazón del otro?
Pobre muchacha, sin darse cuenta estaba enredada entre dos corazones, entre culpa y dolor porque en cualquier caso tendría que lastimar a alguien para recuperar su paz y para establecer justicia.
Dejó a quien anhelaba ser su amante, y aquél no la entendió. Pero ella amaba a su esposo, amaba el compromiso que aquél le demostraba, y amaba ante todo la verdad.
Su verdad es ahora el silencio, no le contó a nadie sino sólo a su psicóloga y empezó a reconstruir las bases de amor que una vez estuvieron falseadas. Su verdad no ha sido contar su error, sino corregirlo; su verdad ha sido comprometerse a amar con fidelidad, y dar a su esposo y familia sus sentimientos profundos y construir con ellos y no con nadie más: Donde pones tu atención y cuidado ahí es donde crece el amor.

Historia 7: La de quien ya no estaba enamorada
Se había casado joven, había tenido varios hijos con él. Un día decidió que no estaba enamorada y pidió divorciarse. Si le preguntas por qué se divorció dice que no sabe, simplemente un día no tuvo más amor.
Ella siempre fue una madre responsable y amorosa, él también. Los hijos crecieron, unos días en la casa de ella, otros días en la casa de él. Todos son adultos de bien, aman y se dejan amar.
Ella se casó años después. Si le preguntas si está mejor, sólo te dice: Cuando eres mayor, buscas cosas diferentes, aprendes a quedarte donde estás bien.
Conozco a pocas personas tan llenas de bien y amor. Ella ama desde su verdad.

Historia 8: La de quien enviudó
Él era el novio de mi amiga en el colegio. Un muchacho guapo, simpático, amable y de un trato excepcionalmente respetuoso a la mujer. Un día terminaron. Años después él se casó con otro hombre, uno que dedicaba su vida a hacer obras de bien; él decía que sólo allí había encontrado una bondad genuina.
Hace poco el esposo murió. Lloro mucho por mi amigo, lo veo sufriendo un duelo profundo por amor.

Historia 9: La del hombre noble
Un día llamó a su familia y dijo que iba a divorciarse. Aún nadie sabe por qué; a él le parecía patético eso de andarse quejando de la exesposa. Se sabe que ella acosó, molestó, exigió, menospreció y socavó la autoestima; se sabe que la familia de él menospreció su cultura y su valor. Pero él nunca se quejó.  Hizo lo que tenía que hacer por defender su verdad (aunque no la contó), se divorció sin difamar, y así calló de amor.

Historia 10: La de quien lloró su pérdida
Se casó muy joven con un hombre algo mayor que ella. Y se amaban y peleaban y discutían y las cosas no siempre andaban muy bien. Pero un día él enfermó. Al tiempo murió, todavía a una edad en la que uno no espera que las personas mueran. Todas las personas deberían partir viejitas,  saludables y en paz, ¿verdad? Ella lo ama y lo llora. En su duelo le expresa el amor. Yo sueño que él llega y la acaricia por las noches, le da su bendición para que reconstruya una vida de amor y de paz.

Historia 11: La de una bailarina
Ella baila con tal gracia y sentimiento, no es maestra y sin embargo baila como si hubiera nacido para comunicarse bailando. Expresa que es mujer y que ama y se deleita con otra mujer. Siempre he admirado esa energía limpia que despide cuando gira, esa fuerza natural que dice que hay que ser lo que se es. Ella, la que apasiona por los temas sociales, por la defensa de las minorías, por las guerras cercanas a su país de origen, por los derechos humanos, por el bienestar de las mujeres, transformó mi mundo con su baile y me hizo admirar toda forma de amor veraz. Baila, y en su baile derriba los prejuicios y los odios. ¡Cuánto bien nos hace a todos ese amor!

Historia 12: La de las dos mamás
Un día llegué a su academia de danza y me abrió la puerta su mamá. Volví al día siguiente y empecé clases con ella, la maestra. Contaba cómo su mamá le había enseñado todos los pasos que cuidadosamente ahora practicábamos. Un día con lágrimas en los ojos contó cómo su mamita murió en accidente de tránsito, cómo se fue de repente y cuánto le costó, y cómo esa experiencia la llevó a bailar. Yo no soy muy rápida para captar algunas ideas sutiles, ¿le pregunté quién era la señora que me abrió la puerta? Sólo dijo, “es que yo crecí con dos mamás”.  Esa, la otra mamá la atajó y la cuidó ante la partida de la primera. "Cuánto le agradecí aquel amor", dijo ella. Mi amiga tiene aún ese amor de mamá.

Historia 13: La de la mamá que adoptó y después quedó embarazada
Me contó cuánto había intentado quedar embarazada. Después de años de intentos y pérdidas,  su ginecólogo le recomendó adoptar. Un día este médico le avisó que una mujer estaba embarazada y no quería a su niña, que si estaría dispuesta a adoptarla. Ella dijo que sí muy ilusionada; empezó a pagar las consultas y el cuidado de la salud de la madre biológica; luego aquella desapareció, y ella asumió el caso como una nueva pérdida. ¡Cuánto cuesta a algunas personas llegar a donde quieren!
Un día la llamaron y le dijeron que la señora estaba en labor de parto. Ese día mi amiga fue mamá.
Un par de años después quedó embarazada. Ama a los dos, cuida a los dos, dice que no  hay diferencia entre ninguno y así se le ve. La joven sabe que fue adoptada, su hermano también lo sabe. Se aman igual. Eso es amor veraz.

Historia 14: La de los hijos revueltos
Él se casó joven con una mujer a quien cómo él le gustaba la fiesta y algunos vicios. Tuvieron un hijo, luego ella lo dejó. Ella vivió con otro hombre por  un tiempo y quedó embarazada. Luego ella se quedó sola. Su marido, que nunca dejó de amarla quiso volver. Él adoptó al muchacho, lo amó como suyo, realmente fue suyo. El matrimonio se disolvió tiempo después y él cuidó a ambos hijos con el mismo amor. Ella dejó los vicios y empezó una vida naturista y más tranquila.
Años después él se casó con otra mujer y tuvo dos hijos más. Llevaban un estilo de vida ampliamente opuesto, esta era una mujer de iglesia y clase social alta. Para una madre las normas y la moral, para otra la libertad y la paz. Se llevaron bien, todos los hijos fueron amados y se llevaron bien.
El papá ya no está, los cuatro hijos, se visitan, llegan a acuerdos y se aman.

Historia 15: La de la mujer que se ama a sí misma
Ella tiene más de 35 y no se ha casado. Algunas veces quisiera una pareja. Es hermosa, inteligente, tiene un buen puesto, es profesional, tiene casa propia, carro, independencia y, sobre todo, tiene un corazón de oro y valores humanos intachables. No le pasa nada malo. No se ha casado porque no ha encontrado quién se merezca su amor. El amor veraz que ella tiene, es que se ha valorado a sí misma.

Como estas hay millones de historias, tantas como seres humanos hay.  El amor no puede ser encajado en un molde, sólo sabemos que es amor cuando es veraz; y si correcto o incorrecto, bueno o no tan bueno, el del mejor camino o el del escabroso... de todo eso no nos toca hablar; porque solo el que se sienta en el Trono conoce el corazón y su esencia, y a mí lo que me ha pedido es que yo ame por gracia como Él me amó a mí.