lunes, 12 de marzo de 2018

Historias de Amor Veraz

Historias de Amor Veraz
Por María Antonieta Campos
12 de marzo de 2018

Son tan distintas las formas de amor, son distintos los vínculos pero una razón común.



Historia 1: La de mis padres
Me crié en una familia tradicional integrada por un padre y una madre que se aman, con un hermano mayor y una hermana menor; yo elegí ser la del medio. Así lo he tenido todo. Mi padre y mi madre se amaron desde su adolescencia, y su camino de 48 años casados no ha sido ni fácil ni insoportable, ha sido un camino lleno de situaciones de vida que resolver. Ambos dicen que han logrado estar juntos porque cada vez que fue necesario alguno de los dos asumió con compromiso el cambio que debía hacer para ajustarse. Mi padre está pensionado, mi madre trabaja tiempo parcial, están resolviendo la construcción de una vida de edad madura.

Historia 2: La mía en el presente
Me desarrollé entre la llamada generación X, cuando llegamos a la edad de 30 años la mayoría de excompañeros de colegio se habían casado y divorciado. Algunos se habían vuelto a casar y la mayoría tenían hijos.
Yo no me casé sino hasta los 38 años. A los 30 ya había tenido muchas relaciones de noviazgo complicadas. En cada una terminaba porque me sentía tratada como una mujer altamente conveniente para esposa, pero en mi esencia de persona no me sentía tan valorada o amada. Algunos me decían que yo era demasiado exigente buscando amor.
A los 36 me encontré con el que ahora es mi marido, y sí, me siento muy amada y valorada por ser quien soy.  Mi vida no gira en torno a él, ni la de él en torno a mí; sólo caminamos juntos de la mano sabiendo que cada día hay que pensar si nos comprometemos a ser pareja un día más, y hasta ahora, lo hemos hecho.
Algunos días me pregunto si podremos lograr lo mismo que mis padres, llegar hasta viejitos juntos, llevándonos bien, dejándonos ser, viviendo en libertad, amor, respeto; siendo compañeros iguales en valor y merecimiento dentro de la relación. Eso espero, para eso me casé y me vuelvo a casar cada día.

Historia 3: La de mi amiga divorciada
Vivieron 15 años juntos, como una familia “perfecta”, dos esposos que llegaron a acuerdos sobre la vida, sobre tener hijos, sobre tener un negocio, sobre trabajar mucho juntos y sobre que ella cuidaba a sus hijos, hacía la comida, y atendía el hogar en lo que quedaba de tiempo. Un día ella descubrió que él le era infiel.  Con el corazón desagarrado mi amiga puso un límite y le dijo: No más.  Si usted quiere hacer un cambio, buscar ayuda terapéutica y comprometerse conmigo se queda y si no se va. Él se fue con una chiquilla de la mitad de su edad. Ella tenía dos hijos que cuidar y su abogada le recomendó no abandonar el negocio.  Ellos trabajan juntos todos los días, sólo hablan de negocios, él no ve a sus hijos porque no quiere, ella es la madre más feliz y realizada por todo lo que está logrando. Él se la está perdiendo. Ella sabe amar.

Historia 4: La de mi amiga la que sufrió mucho con su exmarido
Ella se vino desde las muy lejanas tierras nórdicas con él, quien había ido a estudiar allá. Se casaron y decidieron vivir lejos del hogar, la patria y la cultura de ella. Ella tuvo a sus hijos y fue una “buena” esposa: Atendió a sus hijos, atendió a su esposo en todas las tareas del hogar, y trabajó hombro a hombro con él en un negocio de los dos. Ya con sus hijos adolescentes descubrió que él tenía un amante (uno, no una). Ella le dijo que tenía que irse. Para esto no hay terapia, la homosexualidad no es una enfermedad; la mentira, por cierto, sí lo es: es una enfermedad social.  Ella sigue trabajando en el negocio; la misma historia del caso 3: Las mamás no abandonan la responsabilidad del cuido de los hijos, ni tienen por qué abandonar lo que es de ellas. El pueblo donde viven le ha pedido que perdone al marido, a su familia en el extranjero no le ha contado de su divorcio, sabe que no la aprobarán.  ¿Es amor casarse para toda la vida o es amor vivir en la verdad? Sus hijos observan la valentía de una madre que defiende el compromiso en honestidad.

Historia 5: La de mi amiga la que perdonó
Ella tenía unos 15 años de casada cuando descubrió que él le era infiel. Se armó de fuerza y lo confrontó, le dijo: Si te quieres quedar tienes que cambiar, pero tiene que ser sólo si quieres estar conmigo, por los hijos no. Él cambió. Están trabajando juntos, tienen un negocio. Ella lo perdonó pero exige lo que antes no exigía, él ahora se esmera por demostrar que merece estar allí. Ahora, dice ella, que tiene un compañero, que cocina y atiende a los chicos cuando ella trabaja, que se esfuerza para para que todo esté bien, que cuida lo que sabe que puede perder. A ella le cuesta olvidar y la herida aún le duele a veces. Sus hijos conocen la historia, han aprendido a valorar a su madre, han aprendido que el amor no está garantizado a menos de que cada día se establezca y demuestre un compromiso mutuo.

Historia 6: La de quien fue infiel y se arrepintió
Ella era una joven casada, cargando una historia difícil que tenía que resolver. Tenía mucho dolor y se hundía en la soledad de su silencio.
Un día alguien que no era su esposo, le habló con dulzura y la entendió, y ella abrió su corazón. ¡Pero si su marido era muy bueno!,  sólo no había descubierto el terror que abrumaba a la amada por las noches. ¿Cómo es que estando tan cerca a veces no se siente el corazón del otro?
Pobre muchacha, sin darse cuenta estaba enredada entre dos corazones, entre culpa y dolor porque en cualquier caso tendría que lastimar a alguien para recuperar su paz y para establecer justicia.
Dejó a quien anhelaba ser su amante, y aquél no la entendió. Pero ella amaba a su esposo, amaba el compromiso que aquél le demostraba, y amaba ante todo la verdad.
Su verdad es ahora el silencio, no le contó a nadie sino sólo a su psicóloga y empezó a reconstruir las bases de amor que una vez estuvieron falseadas. Su verdad no ha sido contar su error, su verdad ha sido hablar a su esposo y familia sobre sus sentimientos profundos y construir con ellos y no con nadie más: Donde pones tu atención y cuidado ahí es donde crece el amor.

Historia 7: La de quien ya no estaba enamorada
Se había casado joven, había tenido varios hijos con él. Un día decidió que no estaba enamorada y pidió divorciarse. Si le preguntas por qué se divorció dice que no sabe, simplemente un día no tuvo más amor.
Ella siempre fue una madre responsable y amorosa, él también. Los hijos crecieron, unos días en la casa de ella, otros días en la casa de él. Todos son adultos de bien, aman y se dejan amar.
Ella se casó años después. Si le preguntas si está mejor, sólo te dice: Cuando eres mayor, buscas cosas diferentes, aprendes a quedarte donde estás bien.
Conozco a pocas personas tan llenas de bien y amor. Ella ama desde su verdad.

Historia 8: La de quien enviudó
Él era el novio de mi amiga en el colegio. Un muchacho guapo, simpático, amable y de un trato excepcionalmente respetuoso a la mujer. Un día terminaron. Años después él se casó con un gran hombre de bien.
Sólo puedo decir que se veían tan felices que me alegraba mucho saber que estaban ahí, juntos y haciéndole un gran bien al mundo. Estaban viviendo un amor veraz.
Hace poco el esposo murió. Lloro mucho por mi amigo. Las separaciones del mundo material duelen mucho. Por dicha el amor espiritual es eterno y ellos siempre se tendrán.

Historia 9: La del hombre noble
Un día llamó a su familia y dijo que iba a divorciarse. Aún nadie sabe por qué; a él le parecía patético eso de andarse quejando de la exesposa. Se sabe que ella acosó, molestó, exigió, menospreció y socavó la autoestima; se sabe que la familia de él menospreció su cultura y su valor. Pero él nunca se quejó.  Hizo lo que tenía que hacer por defender su verdad, se divorció sin difamar, y así calló de amor.

Historia 10: La de quien lloró su pérdida
Se casó muy joven con un hombre algo mayor que ella. Y se amaban y peleaban y discutían y las cosas no siempre andaban muy bien. Pero un día él enfermó. Al tiempo murió, todavía a una edad en la que uno no espera que las personas mueran. Todas las personas deberían partir viejitas,  saludables y en paz, ¿verdad? Ella lo ama y lo llora. En su duelo le expresa el amor. Yo sueño que él llega y la acaricia por las noches, le da su bendición para que reconstruya una vida de amor y de paz.

Historia 11: La de una bailarina
Ella baila con tal gracia y sentimiento, no es maestra y sin embargo baila como si hubiera nacido para comunicarse bailando. Expresa que es mujer y que ama y se deleita con otra mujer. Siempre he admirado esa energía limpia que despide cuando gira, esa fuerza natural que dice que hay que ser lo que se es. Ella, la que apasiona por los temas sociales, por la defensa de las minorías, por las guerras cercanas a su país de origen, por los derechos humanos, por el bienestar de las mujeres, transformó mi mundo con su baile y me hizo admirar toda forma de amor veraz. Baila, y en su baile derriba los prejuicios y los odios. ¡Cuánto bien nos hace a todos ese amor!

Historia 12: La de las dos mamás
Un día llegué a su academia de danza y me abrió la puerta su mamá. Volví al día siguiente y empecé clases con ella, la maestra. Contaba cómo su mamá le había enseñado todos los pasos que cuidadosamente ahora practicábamos. Un día con lágrimas en los ojos contó cómo su mamita murió en accidente de tránsito, cómo se fue de repente y cuánto le costó, y cómo esa experiencia la llevó a bailar. Yo no soy muy rápida para captar algunas ideas sutiles, ¿le pregunté quién era la señora que me abrió la puerta? Sólo dijo, “es que yo crecí con dos mamás”.  Esa, la otra mamá la atajó y la cuidó ante la partida de la primera. Cuánto le agradecí aquel amor. Mi amiga tiene aún ese amor de mamá.

Historia 13: La de la mamá que adoptó y después quedó embarazada
Me contó cuánto había intentado quedar embarazada. Después de años de intentos y pérdidas,  su ginecólogo le recomendó adoptar. Un día este médico le avisó que una mujer estaba embarazada y no quería a su niña, que si estaría dispuesta a adoptarla. Ella dijo que sí muy ilusionada; empezó a pagar las consultas y el cuidado de la salud de la madre biológica; luego aquella desapareció, y ella asumió el caso como una nueva pérdida. ¡Cuánto cuesta a algunas personas llegar a donde quieren!
Un día la llamaron y le dijeron que la señora estaba en labor de parto. Ese día mi amiga fue mamá.
Un par de años después quedó embarazada. Ama a los dos, cuida a los dos, dice que no  hay diferencia entre ninguno y así se le ve. La joven sabe que fue adoptada, su hermano también lo sabe. Se aman igual. Eso es amor veraz.

Historia 14: La de los hijos revueltos
Él se casó joven con una mujer a quien cómo él le gustaba la fiesta y algunos vicios. Tuvieron un hijo, luego ella lo dejó. Ella vivió con otro hombre por  un tiempo y quedó embarazada. Luego ella se quedó sola. Su marido, que nunca dejó de amarla quiso volver. Él adoptó al muchacho, lo amó como suyo, realmente fue suyo. El matrimonio se disolvió tiempo después y él cuidó a ambos hijos con el mismo amor. Ella dejó los vicios y empezó una vida naturista y más tranquila.
Años después él se casó con otra mujer y tuvo dos hijos más. Llevaban un estilo de vida ampliamente opuesto, esta era una mujer de iglesia y clase social alta. Para una madre las normas y la moral, para otra la libertad y la paz. Se llevaron bien, todos los hijos fueron amados y se llevaron bien.
El papá ya no está, los cuatro hijos, se visitan, llegan a acuerdos y se aman.

Historia 15: La de la mujer que se ama a sí misma
Ella tiene más de 35 y no se ha casado. Algunas veces quisiera una pareja. Es hermosa, inteligente, tiene un buen puesto, es profesional, tiene casa propia, carro, independencia y, sobre todo, tiene un corazón de oro y valores humanos intachables. No le pasa nada malo. No se ha casado porque no ha encontrado quién se merezca su amor. El amor veraz que ella tiene, es que se ha valorado a sí misma.

Como estas hay millones de historias, tantas como seres humanos hay.  El amor no puede ser encajado en un molde, sólo sabemos que es amor cuando es veraz.

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