Programa Manualidades y Arte para la Autoafirmación
TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Tercera reunión:
Guadalupe, 21 de febrero de 2014
Autoconocimiento: II parte
Pensamientos positivos
Por María Antonieta
Campos
Los pensamientos son la base de todas nuestras
acciones, la principal fuente de energía para nuestras emociones y el inicio de
todo aquello que decimos, por lo tanto, se llegan a constituir en gran parte de
lo que somos.
Mira bien, si en algún momento se te
ocurre recordar a un ser querido que has perdido hace tiempo, podrías pasar de
la alegría de los momentos vividos, a la tristeza y la nostalgia porque ya no
esté allí, al orgullo de saberte parte digna de la relación que estableciste
con esa persona o al resentimiento por aquellas cosas de las que careciste
causa de su partida. Cualquiera sea la emoción, lo cierto es que esa persona no
está allí, lo que recuerdas ha dejado de suceder hace bastante tiempo pero
sigues sintiendo emociones diversas con cierta intensidad dependiendo de
aquello que recuerdes.
De igual manera, si por un rato has
estado pensando que tu pareja ha actuado con desconsideración dejando a tu
cargo todas las tareas del hogar sin proponer colaboraciones que para ti
evidentemente son necesarias, y si justo en ese momento que estás pensando todo
eso, él decide llegar tarde después del trabajo; es posible que lo recibas con
enojo y reclamos sin figurarte que quizás se atrasó porque estaba buscando para
ti un regalo o porque tuvo que resolver algunos problemas del trabajo.
Justificada o no su acción, tus pensamientos te podrían hacer actuar antes de
escuchar sus razonamientos.
Y en cuanto a lo que podemos decir,
nada de lo que decimos proviene de otro lugar que no sean nuestros pensamientos
(ya sean estos más conscientes o menos conscientes).
Y lo que dices, haces o sientes,
determina lo que eres y cómo te sientes con respecto a ti misma.
Hoy no te propongo que hagamos un
análisis profundo del proceso o contenido de tus pensamientos (como se hace
desde algunas de las teorías cognitivas), eso podremos hacerlo otro día; un
proceso de terapia puede resultar muy útil en este sentido para quien crea
requerirlo, para quien sienta que sus pensamientos le controlan pero en cambio
no puede controlar sus pensamientos. Los psicólogos, los libros, los procesos
de apoyo grupal son algunos buenos recursos para cambiar nuestra forma de
pensar de manera definitiva, sobre todo porque nos ayudan a cuestionar nuestras
vidas con las preguntas correctas.
Sin embargo, esta pequeña reflexión
podría ayudar mucho en la cotidianidad de quienes no están buscando un proceso
terapéutico, aquellos que simplemente quieren vivir una vida más positiva y
productiva; así, te doy una sugerencia práctica y sencilla, has este ejercicio
por lo menos diez minutos al día y luego aumenta su duración a 20 minutos, 30
minutos y 45 minutos conforme vayas mejorando:
La única instrucción de nuestro
ejercicio es: "Durante el tiempo del ejercicio puedes realizar cualquier
actividad de tu interés pero de forma consciente deberás esforzarte por no utilizar palabras o frases de evaluación
negativa; no puedes usarlas para ti, ni tampoco para las demás personas, no
puedes usarlas para las cosas que tienes ni para tus circunstancias o las
circunstancias de otros". Acompáñate en este ejercicio de un papel y un
lapicero y escribe una raya cada vez que digas algo negativo; compara el número
de rayitas conforme vayas practicando; verás que pronto tendrás menos rayitas y
ese será el momento de empezar a aumentar el tiempo de este ejercicio. Al final
de cada ejercicio escribe el sentimiento que tienes, después de varias
repeticiones compara también, los sentimientos que afloran después de un rato
de proponerte pensar sólo cosas positivas. Verás que tus emociones son más
placenteras.
También es posible que con estos
ejercicios descubras muchas ideas negativas de cuya presencia no te habías
percatado; no te alteres, con tan sólo descubrir aquellos pensamientos que no
deseas y hacer el esfuerzo consciente de no pensarlos por un rato, verás cómo
estos van perdiendo fuerza hasta desaparecer en un día no muy lejano. Tú eres
la dueña de tus pensamientos, decide qué pensar y ejercita tu decisión
diariamente.
Un segundo ejercicio que es el que
quisiera que realizaras al lado de tu manualidad del día de hoy. Escoge uno de
los pensamientos de la siguiente lista, de preferencia el pensamiento que
utilizarías con recelo, que condicionarías para aplicarlo a ti en ciertas
circunstancias, ese pensamiento que piensas que no siempre te aplica:
Yo merezco.
Yo soy buena.
Yo soy hermosa.
Yo estoy segura.
Yo estoy en la luz, en Dios, en la
paz y la armonía del universo.
Yo puedo, yo soy capaz.
Yo puedo, todo me es permitido, puedo elegir lo que
más me conviene.
Yo puedo elegir.
Yo soy inteligente.
Tengo la sabiduría divina dentro de
mí, puedo acudir a ella cada vez que lo necesite.
Yo estoy saludable.
Yo me siento
bien.
Yo soy feliz.
Yo estoy tranquila.
Tengo suficiente energía y fuerza
para actuar.
Yo soy independiente.
Yo soy próspera como es próspero el
universo.
Yo soy amada.
Yo soy agradable y la gente quiere
estar conmigo.
Como estas frases puedes elegir
alguna otra que te gustaría que te aplicara todo el tiempo pero que no estás
segura de si es correcto pensar así de ti misma. También podrías utilizar una
frase célebre que denote merecimiento, una promesa bíblica o un pensamiento
propio sobre lo que desearías ser o tener.
Al respecto de estas frases es muy
importante que recuerdes que el valor de todos los seres humanos es el mismo;
todas las personas valemos sólo por el hecho de existir, por ser un milagro de
la naturaleza, creación de Dios y representantes de Su vida y Su amor. Fuiste
creada para ser feliz, para que te sucedieran miles de eventos maravillosos y
para que recibieras tantos milagros como requieras para que el nombre de Dios
sea glorificado. Así, mereces lo que
Cristo dio por ti, y Él lo ha dado todo. Anímate a sentirte merecedora de
una vida llena de bendiciones y amor.
Aclarado esto, es necesario trabajar
para que nuestro cerebro vaya cambiando sus formas de pensamiento, las
conexiones que las neuronas casi establecen de manera automática por costumbre;
y la mejor forma de cambiar tus pensamientos es enseñar a tu mente a pensar en
lo opuesto o en un sustituto de lo que has estado pensando.
Así, pues, elegida tu frase vas a
jugar con ella. Escríbela, y déjala a un lado por un momento.
Ahora piensa en el color que le
asignarías a esa frase, o un grupo de colores que se le asemejen; puedes
asignarle también una forma específica. Busca y escoge piedras o cuentas de ese
color y esa forma. Acomoda tus cuentas en orden, en el orden que más te guste
(ya sea por color, tamaño, textura, etc.). Luego escoge un hilo, elástico,
cuero o cualquier material que te sirva para ensartar tus piedras y hacer una
pulsera; eso sí, cada vez que ensartes una piedra debes decir o pensar en la
frase que has escogido. Procura colocar por lo menos 21 cuentas en la pulsera.
Si quieres puedes hacer un par de aretes con las mismas cuentas para que hagan
juego. Cierra la pulsera como te quede más fácil usarla. Úsala todos los días
durante un mes, y cada vez que te la pongas repite la misma frase tantas veces
como cuentas le hayas colocado.
El sentido del ejercicio es obligarte
a pensar repetitivamente hasta que tu pensamiento se haga realidad dentro
de ti—que se convierta en un pensamiento automático—por lo tanto, recuerda que
no es la pulsera la que te va a ayudar, eres tú misma y tus pensamientos los
que van a convertirte en una persona cada vez más positiva y segura. Además
recuerda el gran poder de las palabras que te ha dado Dios; ciertamente tus
pensamientos determinan tus palabras, tus acciones y tus emociones, pero, al
mismo tiempo, tus palabras pueden transformar tu forma de pensar de manera
permanente, y también son poderosas para transformar todo tu entorno y cada una
de las áreas de tu vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario