Psique&Salud
Educación para la Vida
TARDES DE
MANUALIDADES Y CAFÉ
Guadalupe, 19 de agosto de 2014
Para poder
Reposar
Por María Antonieta Campos
De todas las actividades que se
hacen en los procesos terapéuticos, una de las que más dificultades parecen
implicar para las personas que quieren mejorar sus estilos de vida, es la
práctica cotidiana la relajación.
En la sesión de terapia, bajo la
conducción del terapeuta lo hacen muy bien. Primero porque hay una voz externa
que les va diciendo qué hacer y esto representa que el control de la situación
es externo y por lo tanto no depende sólo de la fuerza de voluntad de quien
está aprendiendo. Luego porque hay un
momento y un espacio bien estructurados para realizar el ejercicio; en este
espacio se supone que sólo esto se puede hacer, para eso se sacó la cita. Además, este espacio implica la posibilidad de
garantizar privacidad total; nadie interrumpe abruptamente una sesión de
terapia. Y, finalmente, en la sesión de
terapia hay seguridad garantizada; si por alguna casualidad sucede que en el
ejercicio, al relajarse la persona, deja un poco de lado sus “defensas
personales” y, en consecuencia, surgen inesperadamente algunas emociones, se
sabe que el terapeuta está allí para ayudar.
Pero, ¿qué pasa en el hogar,
cuando la persona debe relajarse por sus propios medios? Usualmente las
personas encuentran difícil encontrar un espacio igualmente privado y un momento
en el que nadie interrumpa; por lo general, las personas no quieren dar
explicaciones a otros de qué es lo que se está haciendo. Además, si cuentan con un estilo de vida que
les permita reservar un lugar con suficiente privacidad, no siempre tienen una
rutina que les permita apartar el momento. Si lo tuvieran, algunas personas pueden
no recordar los pasos a seguir, aunque cuando ya se ha practicado varias veces
en la terapia, es más fácil lograrlo en el hogar. Y entre las excusas más frecuentes
que he escuchado están las frases: “no puedo estar quieto(a) y no puedo reposar”,
y “me genera demasiada ansiedad”.
Estas últimas denotan claramente
una carencia en las habilidades de autocontrol; y no es de extrañar,
probablemente por ello es que se asiste a una terapia que implica el
entrenamiento en técnicas de relajación.
Entre los factores que más
generan ansiedad suelen encontrarse el silencio y la quietud.
En un mundo en el que desde antes
de nacer se promueve la “estimulación constante”, nos acostumbramos al ruido, a
la luz, al movimiento, a la interacción, a la manipulación de objetos. Las imágenes y el sonido llegan a nosotros
desde pequeños sin tener que hacer esfuerzos para buscar la información que sea
de mayor interés. La televisión cambia sus escenas vertiginosamente, la
internet está diseñada con cientos de botones con información disponible en una
misma pantalla y estos están pensados para permanecer allí sólo unos segundos,
las carreteras están llenas de vallas publicitarias, las calles están llenas de
rótulos con más información de la que nuestros cerebros pueden procesar, y las
tiendas tienen millones de ofertas de objetos que podemos manipular, comprar y
tener a nuestro alcance, sea que los ocupemos o no.
Las escuelas han sido rediseñadas
para enseñar con múltiples estímulos, los libros son mejor cotizados cuando
ofrecen abundante información que cuando promueven el desarrollo de habilidades
por medio del trabajo manual. Ser competitivo ha sido asociado con la palabra “multitasking” queriendo con ello
significar erróneamente que se puede manejar una gran cantidad y variedad de
información a la vez. Así, quien se diga
a sí mismo “multitasking” es más “competitivo”,
quien sea más “competitivo” será considerado a su vez más “competente”. Y sin embargo, la realidad es que ninguno de
estos conceptos suele ser utilizado correctamente.
Lo que la sociedad prefiere en
realidad es contar con personas capaces de resolver problemas con eficiencia.
¿Quién puede resolver problemas con eficiencia? Quien se puede concentrar en
ellos, quien logra enfocarse en una tarea y utiliza todos los recursos que
tiene para resolver esa tarea.
Enfocarse implica resolver una
tarea a la vez; pero esto es precisamente lo que el estilo de estimulación
feroz de nuestra sociedad tecnológica y global no promueve.
Cuando por alguna razón tenemos
un destello de consciencia que nos dice que tenemos que estar quietos por un
momento, que la quietud es necesaria para recuperarnos porque estamos cansados,
abrumados, desconcentrados, estresados o sin esperanza, entonces pensamos en
reposar. Pero nuestro cerebro entonces
parece no saber qué hacer con la quietud.
El cuerpo sabe estar quieto,
porque le enseñamos a sentarse por horas desde que entramos al preescolar. Pero
la mente no sabe; le hemos dicho que si quiere sobrevivir debe pensar, que si
quiere tener éxito debe buscar información. Buscar, clasificar, comparar, repetir, armar… ¿Buscar qué? Buscar datos, cosas, y trabajar
con ellos, los datos que nos provee la sociedad de consumo. Hacer, hacer, hacer…
hacer cosas para consumir, hacer cosas.
Pero ya llegamos al punto en que
descubrimos que tenemos que estar quietos; ya llegamos a ese punto en que ni siquiera
por la noche nuestra mente se aquieta y tenemos que recurrir a alguna pastilla
(aunque sea de homeopatía) para dormir.
¿Qué hacer cuando ni siquiera el
entrenamiento de relajación que nos ha dado el psicólogo logramos aplicar en
casa?
Este es el ejercicio que requiere
menor fuerza de voluntad de todos los que conozco, esta es la orden que debemos
programar en nuestro cerebro, este es el dato que debemos pedirle que busque:
Debe realizar un nuevo trabajo, debe ser eficiente en él, debe concentrarse en
una actividad en la que nunca se ha concentrado. Su trabajo será uno que requiere tremenda
valentía, si usted está convencido de que la vida es un esfuerzo, “que hay que
ganársela”, que hay que trabajar duro, que hay que ser efectivo, entonces le
recomiendo que trabaje en esto. Busque el siguiente dato, concéntrese en esto:
Su respiración.
Instrucciones para Reposar
25 respiraciones al día.
El tiempo que tome inhalar y exhalar despacio tan sólo 25
veces,
25 veces sintiendo cómo tus pulmones se expanden y luego cómo el aire sale naturalmente,
25 veces escuchando el sonido de tu propia respiración,
25 esfuerzos conscientes de disfrutar que estás vivo, sin
pensar en nada más.
Este sencillo ejercicio es el
primer paso para cambiar su vida, para volver a enfocarse en vivir y no en
hacer, para darle a su cerebro la oportunidad de crear con voluntad en vez de
repetir rutinas de consumo una y otra y otra vez. Respirar es vida, es salud, es reposo, es paz,
es concentración, es eficiencia, es energía y
descanso a la vez.
Sea honesto(a) con usted mismo(a),
si se observa en sus tareas del día con consciencia, se dará cuenta que hasta
respirar es algo que se deja de lado con frecuencia, que no se respira
profundo, que no se respira con fluidez, que se entrecortan las inhalaciones
con tal de cumplir las tareas que estamos ejecutando automáticamente.
Regálese este esfuerzo, deténgase
y respire, y hágalo una vez al día. Cuando pueda haga pausas y repita el
ejercicio. Aumente la frecuencia de sus
respiraciones conscientes y verá cómo pronto su cuerpo recupera el equilibrio.
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