domingo, 23 de agosto de 2015

Para poder Reposar

Psique&Salud
Educación para la Vida

TARDES DE MANUALIDADES Y CAFÉ
Guadalupe, 19 de agosto de 2014

Para poder Reposar
Por María Antonieta Campos

De todas las actividades que se hacen en los procesos terapéuticos, una de las que más dificultades parecen implicar para las personas que quieren mejorar sus estilos de vida, es la práctica cotidiana la relajación.

En la sesión de terapia, bajo la conducción del terapeuta lo hacen muy bien. Primero porque hay una voz externa que les va diciendo qué hacer y esto representa que el control de la situación es externo y por lo tanto no depende sólo de la fuerza de voluntad de quien está aprendiendo.  Luego porque hay un momento y un espacio bien estructurados para realizar el ejercicio; en este espacio se supone que sólo esto se puede hacer, para eso se sacó la cita.  Además, este espacio implica la posibilidad de garantizar privacidad total; nadie interrumpe abruptamente una sesión de terapia.  Y, finalmente, en la sesión de terapia hay seguridad garantizada; si por alguna casualidad sucede que en el ejercicio, al relajarse la persona, deja un poco de lado sus “defensas personales” y, en consecuencia, surgen inesperadamente algunas emociones, se sabe que el terapeuta está allí para ayudar.

Pero, ¿qué pasa en el hogar, cuando la persona debe relajarse por sus propios medios? Usualmente las personas encuentran difícil encontrar un espacio igualmente privado y un momento en el que nadie interrumpa; por lo general, las personas no quieren dar explicaciones a otros de qué es lo que se está haciendo.  Además, si cuentan con un estilo de vida que les permita reservar un lugar con suficiente privacidad, no siempre tienen una rutina que les permita apartar el momento. Si lo tuvieran, algunas personas pueden no recordar los pasos a seguir, aunque cuando ya se ha practicado varias veces en la terapia, es más fácil lograrlo en el hogar. Y entre las excusas más frecuentes que he escuchado están las frases: “no puedo estar quieto(a) y no puedo reposar”, y “me genera demasiada ansiedad”.

Estas últimas denotan claramente una carencia en las habilidades de autocontrol; y no es de extrañar, probablemente por ello es que se asiste a una terapia que implica el entrenamiento en técnicas de relajación.

Entre los factores que más generan ansiedad suelen encontrarse el silencio y la quietud.

En un mundo en el que desde antes de nacer se promueve la “estimulación constante”, nos acostumbramos al ruido, a la luz, al movimiento, a la interacción, a la manipulación de objetos.  Las imágenes y el sonido llegan a nosotros desde pequeños sin tener que hacer esfuerzos para buscar la información que sea de mayor interés. La televisión cambia sus escenas vertiginosamente, la internet está diseñada con cientos de botones con información disponible en una misma pantalla y estos están pensados para permanecer allí sólo unos segundos, las carreteras están llenas de vallas publicitarias, las calles están llenas de rótulos con más información de la que nuestros cerebros pueden procesar, y las tiendas tienen millones de ofertas de objetos que podemos manipular, comprar y tener a nuestro alcance, sea que los ocupemos o no.

Las escuelas han sido rediseñadas para enseñar con múltiples estímulos, los libros son mejor cotizados cuando ofrecen abundante información que cuando promueven el desarrollo de habilidades por medio del trabajo manual. Ser competitivo ha sido asociado con la palabra “multitasking” queriendo con ello significar erróneamente que se puede manejar una gran cantidad y variedad de información a la vez.  Así, quien se diga a sí mismo “multitasking” es más “competitivo”, quien sea más “competitivo” será considerado a su vez más “competente”.  Y sin embargo, la realidad es que ninguno de estos conceptos suele ser utilizado correctamente.

Lo que la sociedad prefiere en realidad es contar con personas capaces de resolver problemas con eficiencia. ¿Quién puede resolver problemas con eficiencia? Quien se puede concentrar en ellos, quien logra enfocarse en una tarea y utiliza todos los recursos que tiene para resolver esa tarea.
Enfocarse implica resolver una tarea a la vez; pero esto es precisamente lo que el estilo de estimulación feroz de nuestra sociedad tecnológica y global no promueve.

Cuando por alguna razón tenemos un destello de consciencia que nos dice que tenemos que estar quietos por un momento, que la quietud es necesaria para recuperarnos porque estamos cansados, abrumados, desconcentrados, estresados o sin esperanza, entonces pensamos en reposar.  Pero nuestro cerebro entonces parece no saber qué hacer con la quietud.

El cuerpo sabe estar quieto, porque le enseñamos a sentarse por horas desde que entramos al preescolar. Pero la mente no sabe; le hemos dicho que si quiere sobrevivir debe pensar, que si quiere tener éxito debe buscar información.  Buscar, clasificar, comparar, repetir, armar…  ¿Buscar qué? Buscar datos, cosas, y trabajar con ellos, los datos que nos provee la sociedad de consumo. Hacer, hacer, hacer… hacer cosas para consumir, hacer cosas.

Pero ya llegamos al punto en que descubrimos que tenemos que estar quietos; ya llegamos a ese punto en que ni siquiera por la noche nuestra mente se aquieta y tenemos que recurrir a alguna pastilla (aunque sea de homeopatía) para dormir.

¿Qué hacer cuando ni siquiera el entrenamiento de relajación que nos ha dado el psicólogo logramos aplicar en casa?

Este es el ejercicio que requiere menor fuerza de voluntad de todos los que conozco, esta es la orden que debemos programar en nuestro cerebro, este es el dato que debemos pedirle que busque: Debe realizar un nuevo trabajo, debe ser eficiente en él, debe concentrarse en una actividad en la que nunca se ha concentrado.  Su trabajo será uno que requiere tremenda valentía, si usted está convencido de que la vida es un esfuerzo, “que hay que ganársela”, que hay que trabajar duro, que hay que ser efectivo, entonces le recomiendo que trabaje en esto. Busque el siguiente dato, concéntrese en esto: Su respiración.

Instrucciones para Reposar

25 respiraciones al día.
El tiempo que tome inhalar y exhalar despacio tan sólo 25 veces,
25 veces sintiendo cómo tus pulmones se expanden y  luego cómo el aire sale naturalmente,
25 veces escuchando el sonido de tu propia respiración,
25 esfuerzos conscientes de disfrutar que estás vivo, sin pensar en nada más.

Este sencillo ejercicio es el primer paso para cambiar su vida, para volver a enfocarse en vivir y no en hacer, para darle a su cerebro la oportunidad de crear con voluntad en vez de repetir rutinas de consumo una y otra y otra vez.  Respirar es vida, es salud, es reposo, es paz, es concentración, es eficiencia, es energía y  descanso a la vez.

Sea honesto(a) con usted mismo(a), si se observa en sus tareas del día con consciencia, se dará cuenta que hasta respirar es algo que se deja de lado con frecuencia, que no se respira profundo, que no se respira con fluidez, que se entrecortan las inhalaciones con tal de cumplir las tareas que estamos ejecutando automáticamente.

Regálese este esfuerzo, deténgase y respire, y hágalo una vez al día. Cuando pueda haga pausas y repita el ejercicio.  Aumente la frecuencia de sus respiraciones conscientes y verá cómo pronto su cuerpo recupera el equilibrio.

Respirar es amarse a uno mismo.


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