jueves, 18 de febrero de 2016

UNA VIDA SEXUAL SANA DESPUÉS DEL DOLOR

Psique&Salud: Reflexión Semanal
UNA VIDA SEXUAL SANA DESPUÉS DE SANAR EL DOLOR
Por María Antonieta Campos Badilla

Si la sexualidad sana es un acto de amor, entonces, hacer el amor es justamente eso, compartir con otra persona el cariño a través del acercamiento físico. ¿Cómo debe darse ese acercamiento? No existen reglas, no está escrito porque cada persona, cada momento y cada pareja son diferentes.

Pero podemos volver a los principios que guían nuestra vida para reconocer cuándo un acto de amor es sano: Sabemos que por principio el amor no se apega a nada, ¿cierto? No genera amarras ni ataduras, no puede ser una cárcel.  El principio social, el sentido común, dice que el amor es algo voluntario.

Si el amor es voluntario y se da entre dos, entonces debe ser delicado para garantizar que en ningún momento se fuerza al otro a dar lo que no quiere.  No quiere decir que no pueda tener manifestaciones intensas, solamente quiere decir que no impone nada, que respeta de manera absoluta el libre albedrío.

Para ejercer nuestro libre albedrío tenemos que aprender a saber qué queremos, qué sentimos, qué nos gusta y qué no nos gusta. El proceso de aprendizaje de estas cosas es sencillo, contéstese a usted misma(o) las siguientes preguntas en cada instante del acercamiento con otra persona (desde la invitación a una cita, una llamada telefónica, una cena, el tiempo juntos en público y el tiempo juntos en privado e íntimamente), ¿me gusta o no me gusta?, ¿me siento bien o no?

Aprenda a ser específica(o), ¿qué no le gusta?, ¿de qué tiene ganas?, ¿qué disfruta dar o hacer?, ¿qué disfruta recibir o sentir?, ¿qué no?

¿Puede decirlo con sus palabras? Si no puede hablar con su pareja de estas cosas o consigo misma(o), entonces es tiempo de considerar asistir a una terapia para aprender estrategias para hacerlo. Terapia de pareja o individual, lo que prefiera.

Para disfrutar de la sexualidad las personas suelen necesitar un esfuerzo para romper dos mitos. Deben aprender que:

  • La sexualidad no es mala, ¡es buena!
  •  Sexualidad sana no implica tener un coito con un orgasmo que los dos disfrutan al mismo tiempo y con gran intensidad. Eso, de hecho, ocurre en muy pocas ocasiones y el resto de las veces cada uno va a su ritmo disfrutando de amar al otro y sentir amor.

Si usted ha sanado su dolor pasado, y si ya ha aprendido que la sexualidad es buena, hermosa y carente de culpas, entonces es tiempo de practicar: Decir lo que no se nos permitía decir, y ser valiente para ser genuina. Haga lo que le gusta y lo que no le gusta no lo haga. Y ¡vaya a su ritmo!

No existen reglas: ni arriba, ni abajo, ni posiciones, ni técnicas, ni tamaños, ni tiempos de duración, ni frecuencias fijas, ni nada.

Si usted ama a su pareja y ambos se sienten libres para ser genuinos y expresar lo que les gusta, entonces cada uno va a acercarse a acariciar y a conocer a la persona amada con tranquilidad. Ahí, en la caricia, en la disposición de amar al otro con pasión, ternura y respeto a la vez y en la capacidad de conocerse, amarse y expresarse a uno mismo con libertad, en esa caricia libre se hace el amor.

Cuando usted da un abrazo o un beso está haciendo el amor, cuando usted logra un orgasmo tierno o intenso o una marcada satisfacción afectiva, sea que hubiera un coito o no, un acto que empezó y terminó o muchos días de amor y ternura, sea como haya sido su satisfacción y la del otro es la que marca si su sexualidad es sana.

Mi vida me ha llevado a entender una cosa: Las personas que más disfrutan del acercamiento sexual son las que se acercan sintiendo y amando, las que se esfuerzan por comunicar sus propios deseos y al mismo tiempo las que respetan y desean dar amor sin apegarse a un método.

La sexualidad es instintiva, dele lugar sin censuras, deje que el amor sea su único juez.  Hable, converse, pregunte, pida, respete su deseo interior y el deseo del otro y, sobre todo, ¡disfruten lo que hacen con amor!


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