jueves, 12 de enero de 2017

El deleite para la productividad y el sentido de vida

El deleite para la productividad y el sentido de vida
Por María Antonieta Campos

Fuimos formados en una sociedad que diseñó el sistema educativo para “prepararnos para la vida… laboral”. La escuela formal responde al sistema político productivo impe
rante, en el caso de mi país, un sistema capitalista. Incluso las recomendaciones vocacionales suelen estar basadas en aquellos campos en los que se visualizan oportunidades laborales. Así, difícilmente vemos que a alguien se le recomiende ser filósofo, sociólogo, historiador…, no porque la sociedad no los requiera sino porque el sistema de producción forma no recompensa financieramente su saber.
Conozco muchos jóvenes (y adultos de edad media) que no encuentran satisfacción en su elección vocacional; probablemente porque en realidad se trata de una elección laboral no vocacional. Y conozco muchísimas personas que trabajan día a día con la esperanza de pensionarse algún día.
El discurso de valores sociales diría a estas personas que si quieren ser felices tienen que dedicarse con positivismo y proactividad a la producción en sus puestos de trabajo y esto les va a permitir desarrollarse satisfactoriamente. Esto, quizás, es cierto.
Pero, ¿qué tal si lo hacemos de otra manera? ¿Qué tal si dedicamos un buen rato de nuestra rutina diaria a hacer algo que nos gusta mucho, algo por puro placer, algo que nace de nuestro talento único y personal, algo especial para nuestro deleite, y lo disfrutamos tanto que dejamos que poco a poco vaya produciendo su recompensa (incluso financiera) de forma natural?
La recompensa financiera de las actividades que se disfrutan puede ser inmediata, o puede tardar un año, o incluso varias décadas en llegar, o quizás llegue a nuestros descendientes como ha pasado con la obra de muchos artistas; pero la recompensa de hacer lo que se disfruta es lo que da sentido a nuestra vida, y sólo cuando vivimos con sentido podemos decir que nuestra vida es productiva.

Ordenemos bien las prioridades: que cada día de nuestras vidas incluya un buen tiempo de aquello que disfrutamos y amamos, para que cada día de nuestra existencia esté dotada de sentido.

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