Orden
Por María Antonieta
Campos
En una reflexión anterior escribí
que toda la actividad productiva del ser humano se enfoca en ordenar algo.
Veamos algunos ejemplos:
·
Cuando pintamos una obra de arte debemos ordenar
y preparar el lienzo, ordenar los materiales, organizar los colores, ordenar
las líneas que componen nuestra obra según la perspectiva, los puntos de fuga,
el diseño y hasta el enfoque emotivo que queremos transmitir, ordenar los colores
en la pintura que hacemos según los tonos, luces y sombras que dan sentido a la
imagen creada.
·
Cuando escribimos un documento, de cualquier
tipo, definimos un objetivo, un mensaje final, los desglosamos en varias ideas
que soportan ese mensaje, y ordenamos las ideas con mayor o menor gracia, y
colocamos esas ideas ordenadas en el texto.
·
Cuando empezamos una reunión debemos dirigirnos
por una agenda y tratar de delimitar el tiempo de cada participación para
llegar a un fin productivo. Si no hay un objetivo para la reunión que responda
a una planificación (ordenamiento de la actividad empresarial) entonces
participamos de una reunión fútil.
·
Cuando se ara la tierra se la ordena. Cuando se
siembra, se organizan las semillas en líneas y espacios pensados para el
crecimiento de las plantas. Cuando estas se riegan o se abonan se ordenan los
tiempos, las cantidades y las frecuencias.
·
Cuando se construye un edificio se ordenan las
columnas, las paredes, los techos, los espacios. Cuando de hace la contabilidad
se ordenan los ingresos, los gastos, las ganancias, las deudas, los números.
Cuando se atiende la salud de las personas se ordena su dieta, sus hábitos, las
sustancias químicas del cuerpo humano, los tejidos mismos.
Decía mi profesor de física en el
colegio: “La física define al trabajo como movimiento, no hay trabajo si no hay
movimiento”. Yo digo: ¡Todo el trabajo productivo del ser humano es una
actividad de organización, trabajar es, simplemente, ordenar.
Algunas veces nos sentimos
bloqueados porque no logramos empezar o retomar una actividad productiva, o
nuestra vida productiva en general. Nos bloqueamos porque no sabemos por dónde
empezar, porque quizás necesitamos un plan mental que defina perfectamente cada
paso de una obra que apenas empieza, o tal vez porque esa actividad nos genera
recuerdos y emociones sobre el futuro que queremos evitar.
En tales casos, iniciar o
reiniciar, es más sencillo de lo que parece. Si no se entienden los
sentimientos o el proceso en sí mismo, no hace falta analizarlo, no hace falta
resolverlo todo (lo racional o emocional) en la mente, sólo es necesario
ponerse a ordenar: algo, una parte de aquello que está al frente: ordenar los
papeles, ordenar los archivos de la computadora, ordenar los materiales,
ordenar los trastes antes de lavarlos, solamente ordenar un poco, algo, lo que
sea.
La misma actividad de ordenar lo
más pequeño tiene implicado un nivel de satisfacción que impulsa nuevos
ordenamientos, nuevas acciones. En menos de lo esperado comenzará a ver el
producto de sus acciones.
¿Se ha quedado sin batería su
automóvil alguna vez? ¿Ha logrado encenderlo y se ha dado cuenta de que con
sólo poner a trabajar el motor la batería se carga? Así funcionamos. Si su día
comenzó sin ánimo, si sus pensamientos lo abruman, no piense más, dedíquese a
ordenar un poco y atienda sólo aquello que está ordenando. Después de un ratito
la energía regresará, las ideas volverán, el mismo orden de su ambiente atraerá
nuevas posibilidades, nuevas actividades productivas y satisfactorias.
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