Recolecciones Post-Metamorfosis
Amas a los recolectores que no
han sacado sus alas aún, a los que no ven el paisaje desde arriba, a los que se
agobian y te agobian con las tareas de preparación para el destino. Y mientras
llega el tiempo de regresar a La Fuente Divina, vives con ellos acá, en un amor
muy humano y muy sagrado también. Tus amados mantendrán los consejos para tu
libre albedrío; les enseñaron que eso era lo mejor para ayudarte a tener un
buen destino:
—Aún estás en la Tierra; “no solo
de pan vive el hombre” pero también hay que comer pan—dicen los otros.
Y sí, el que vive en sociedad
algunos pagos hará, o se sale del sistema y otros esfuerzos deberá enfrentar.
Esa convivencia amorosa requiere un equilibrio entre el volar y el apoyar un
atrofiado esfuerzo de producción que los otros parecen querer-necesitar un poco
más que tú.
Cuando vuelas con las alas nuevas
no sabes cómo bajar y recolectar semillas del suelo sin lastimarte o lastimar
al que por el camino va. Y también está la dificultad de aprender a utilizar con
premura toda una gama de instrumentos que aparecieron en tu carcaza durante la
trasmutación y que no se parecen en nada al tradicional modo de recolección.
Un riesgo muy grande existe
entonces; si te apegas a las costumbres y herramientas del pasado poco
recogerás; y si empiezas a cargar el “por si acaso”, el peso no te dejará
elevar.
Entonces, parece que necesitas
nuevas formas de producción-recolección, y las nuevas herramientas, y escoger
nuevos productos para recolectar (tesoros que satisfagan a un ser que vuela y
que, al mismo tiempo, vive y ama a la sociedad que corre). En ese momento,
saber cómo utilizar tu nuevo potencial será de gran utilidad.
¡Necesitas flexibilidad para
poder aceptar un cambio de vida, un cambio de método, un cambio de
herramientas! Y también necesitas un tiempo para poder practicar.
—¡Más tiempo!—preguntan tus
cercanos—el invierno ya ha empezado, ¿cuánto más esperarás?
Después de la metamorfosis hay
premura, así, entre más pronto practiques, más pronto aprenderás; pero no te
abrumes, hay dos principios fundamentales que recordar. El primero ya lo
sabías: Es en la quietud en donde encuentras a Dios, así que un tiempo de
quietud y meditación al día deberías reservar. El segundo es más sencillo aún,
porque es la certeza de que la Divinidad abrirá para ti nuevos caminos de
provisión.
Sí, aún tienes tiempo. ¿No es ese
de quien se dice que “hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio comida
del cielo”? “Al que pide se le dará”, ayuda Divina siempre tendrás. (Salmo
78:24 y Mateo 7:7a).
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